Crónicas

Crónicas de Julián López

Tarde apoteósica de El Juli en Sanse

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
31/08/2013 S. S. de los Reyes Morante, El Juli, Manzanares Victoriano del Río Dos orejas y dos orejas con petición

San Sebastián de los Reyes (Madrid). Sábado 31 de agosto de 2013.

Más de tres cuartos de entrada. Toros de Victoriano del Río, el cuarto premiado con la vuelta al ruedo.

El Juli (de berenjena y oro) dos orejas y dos orejas con petición de rabo; José María Manzanares (de marino y oro) dos orejas y ovación tras aviso; y Juan del Álamo (de blanco y plata) oreja y dos orejas.

www.eljuli.com

La perfección técnica no existe. Ni se le espera. Pero la faena de El Juli al cuarto toro de la tarde se aproxima mucho. Qué manera de recoger al toro… De mostrarle los caminos y de adecuarle a la lidia... En los terrenos perfectos, manejando alturas, distancias y toques con la precisión de un reloj suizo. Y a partir del dominio total, el arte. El envoltorio de la estética que El Juli ha mostrado de cientos de formas diferentes a lo largo de quince años, surge desde un mismo fondo, el de un grandioso torero de una capacidad y una maestría descomunal. Pues esa estética, la de esta tarde y con esa faena, fue de una belleza y un sabor que perdura en los paladares de los aficionados al mejor toreo. Y una tanda, con la mano zurda, que no olvidaremos en muchos años. Precedida de un circular interminable con la mano diestra rematado con un cambio de muleta a la zurda. Y  de seguido los tres naturales. ¡Qué tres naturales! Vertical, encajados los riñones, jugando con la cintura y el pecho a medida que el toro pasaba lentamente. Enganchándolo por abajo con los vuelos de la muleta y rematando por detrás de la cadera. Maravilloso. Como también fue el remate por bajo para concluir la tanda y poner la plaza en pie. Ninguna serie fue igual a la anterior. Cada muletazo tenía su propio sello. Como el propio torero, que año tras año rompe tópicos y sellos absurdos empeñados en resumir una tauromaquia tan extensa. La preciosidad de los remates finales precedieron una estocada hasta las cintas. Y el presidente fue el único que puso mancha a una obra tan celestial negando la petición de rabo.

Anteriormente El Juli lidió un toro bravo y duro, con muchas teclas que tocar y que a punto estuvo de levantarle los pies del suelo en varias ocasiones. Faena emocionante, de gran quietud y verdad. El traje del maestro de San Blas, una corrida más, acabó embadurnado en sangre bovina.  I7L

aplausos

Abrió plaza un buen toro de Victoriano del Río, con movilidad, fijeza y clase. Faena a más de El Juli, con una segunda parte espléndida por su reunión, ligazón y profundidad con la mano derecha. Hubo muletazos largos y templados, de un dominio pleno. En el toreo accesorio abundaron las trincherillas y los pases de pecho a la hombrera contraria. Finalizón con ayudados muy toreros. Tras una estocada trasera y perpendicular paseó las dos orejas.

El cuarto fue un gran toro ante el que El Juli estuvo cumbre. Importante faena del madrileño que cuajó de pitón a rabo a un toro extraordinario, de enorme clase, embestida profunda y recorrido. Toro de bandera, al que se llegó a pedir el indulto. El Juli puso precisión desde el inicio, en una labor profunda y redonda. Excelente sobre ambas manos, destacando el encaje de los naturales. Entrega brutal del torero que se dejó ir para lograr una obra grande. Emotividad en los tendidos. Buena estocada. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro. Iñigo Crespo

mundotoro

El Juli firmó ante el primero de Victoriano del Río una labor notable. Lo saludó con templadas verónicas, firmo un quite por chicuelinas e inició la faena con toreros doblones, seguida de una serie sobre el derecho. Ese fue el pitón del toro, noble y con calidad pero con tendencia a quedare en la suerte, y por ahí consiguió el madrileño los mejores momentos de toreo templado y profundo. Cuando al toro se le acabó el recorrido, lo toreó en redondo con rotundidad. Tras la estocada, dos orejas y ovación para el toro.

Fue importante su labor ante el cuarto, un muy buen toro de Victoriano del Río, con fondo y nobleza, premiado con la vuelta al ruedo. El Juli brindo al público una faena que tuvo excelsos pasajes de toreo al natural, con la muleta arrastrando y el compás abierto. La muleta fue también testimonio de la inapelable autoridad de El Juli, que acabó toreando a placer al toro. Tras una estocada entera, paseó las dos orejas y se le pidió el rabo. Daniel Ventura

cultoro

A pesar de que el primero se movió con poco ímpetu y poca fuerza en el capote de recibo, ganó en alegría con un ceñido quite por chicuelinas y llego la la muleta con el espíritu un tanto revoltoso pero ya se encargó la poderosa muleta de El Juli de domeñarlo por abajo en una serie de doblones y, posteriormente, en una serie de derecha de mano baja, rotunda. Entonces el toro se dio cuenta de quien mandaba allí y, aunque quiso coger y mantener su cara un punto suelta, sólo pudo obedecer al mando impuesto por el torero, que se encargó de armados una fiesta en los medios, con las dos manos, mezclando el mando con el temple y la variedad con la clásica pureza. La espada cayo trasera y un punto perpendicular, pero no fue obstáculo para el doble trofeo.

Las verónicas al cuarto tuvieron suavidad y desgarro, sobre todo por el pitón izquierdo, por donde volaron más lentas y encajadas. Un poco descompuesto e inconstante en sus embestidas el toro, que a base de colocación, temple y poderío se fue limando hasta terminar embistiendo con profundidad por ambos pitones. Ya con el capote se deslizó con calidad por el izquierdo y a partir se ese momento todo fue en crecimiento. Primero, con la muleta por abajo, fue limando las asperezas, fijando la cara suelta y estirando los cortos viajes, hasta que, de mediados de faena en adelante, el toro no tuvo mas remedio que rendirse ante el poderío de Juli y embestir como el madrileño se lo ordenó. Entonces los naturales brotaron rotundos, largos y sublimes de suavidad, conducido por los dormidos vuelos de su muleta tersa. Y los desgarrados remates de pecho fueron inmensos. Con el toro entregado, también lo intentó por la derecha, pero ahora ese gusto estético se cambió por la hondura del toreo de siempre, el eterno. La estocada, hasta las cintas, dio paso a las dos orejas que premiaban la borrachera de toreo y, de rebote, obsequiaba la vuelta al ruedo a un toro medio convertido en bueno en su muleta. Marco Antonio Hierro

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