El Juli, por la puerta grande de Bilbao
Fecha |
Plaza |
Cartel |
Ganadería |
Resultados |
19/08/2013 |
Bilbao |
Ponce, El Juli, Talavante |
Garcigrande |
Dos orejas y ovación |
Bilbao, 19 de agosto de 2013.
Tercera de las Corridas Generales. Tres cuartos. Toros de Garcigrande, primero, tercero y quinto, segundo, cuarto y sexto con el hierro de Domingo Hernández.
Enrique Ponce (de celeste y oro) silencio y oreja con petición; El Juli (de negro y plata) dos orejas y ovación; y Alejandro Talavante (de verde botella y oro) vuelta y silencio.
mundotoro
La faena de dos orejas de El Juli al segundo no fue más grande que la que le hizo al quinto. Es tan equilibrado el toreo que sabemos que los públicos ven lo evidente y a veces no ven ese soterrado esfuerzo y entrega sin límites. Eso le pasó al toreo. Fue el segundo un castaño algo estrecho de atrás con apenas castigo en varas y amigo de moverse soltando la cara y sin tendencia a rebosarse, con fondo, pero antes procurar que no tropezara. Porque toda la corrida, soltando caras al final, si enganchaba, se descomponía tremendo. Siempre rebotado el toro, tuvo la fana el trazo por abajo y largo con las dos manos. Hubo un desarme pero la serie siguiente con la zurda, por reunida, y de mano baja fue redonda. Ahí rompió. Le cogió perfecto la distancia y lo llevó por abajo y empapado antes de arrimase y zambullirse en gran estocada.
Si a alguno le pareció excesivo el premio, ahí quedó una faena comenzada con el toro frenado y rebotado sobre las manos (antes un quite de mano baja a la verónica) y una faena con el toro dudando antes de meter la cara, de finales distintos hacia adentro y hacia afuera, dormido a veces, tanto que se frenaba, antes de rajarse. Una arrucina fue ceñidísima. Una faena de mayor importancia que calado, malograda al tratar de matar recibiendo.
aplausos
El Juli ha abierto por cuarta vez en su carrera la puerta grande de la plaza de toros de Bilbao tras cortar las dos orejas del primer toro de su lote. Otras dos, que quedó en una, se pidieron para Enrique Ponce, que realizó ante el cuarto la faena de la tarde, y Alejandro Talavante hubo de conformarse con una vuelta al ruedo tras malograr con la espada una notable faena frente al tercero. Se lidió una corrida de Garcigrande y Domingo Hernández que contó con tres toros importantes: segundo, tercero y cuarto.
El Juli le ha cortado las dos orejas al segundo, un toro de Domingo Hernández bueno y exigente, que tuvo movilidad pero sin llegar nunca a entregarse. Tuvo delante a un torero inteligente y capaz, que expuso en cada muletazo. Faena de abundancia técnica, sin dejarse tropezar los engaños, tirando de él sobre ambas manos, aguantando y ligando en un palmo. Derrochó valor, conocimientos y temple, coronando todo con una gran estocada.
Ante el quinto, un toro manejable, rajado y sin celo, el madrileño cuajó un buen quite por verónicas. Ejecutó después una faena centrada, sujetando al animal en su muleta a base de rigor y precisión. Lo exprimió por completo antes de matar de pinchazo y estocada en la suerte de recibir. Saludó la fuerte ovación del respetable.
cultoro
Con poder y decisión lanceó Juli el ímpetu encendido del segundo, bajo, reunido y fino, abierto de cara y algo geniudo en la arrancada, al que le dejó siete lances y un doblón para reducir del que salió sin capote al pisarlo el animal. Cuando inició la faena de muleta ya había visto Julián al animal. Y sabía de su cara suelta, su áspero final y su impetuosa llegada, pero también de su humillada voluntad, se su entrega en la acometida y de su clase para colocar la cara. Faena de línea recta en el inicio, de trapo siempre en la cara para encelar y a dos dedos del morro para encelar. Y rompió el de Domingo. Fue entonces cuando brotó la mano baja, el trazo larguísimo sin descoser los belfos del fleco y la entrega de Julián a una obra maciza que coronó con una estocada sin puntilla. Dos orejas. Era de ley.
Le costó más repetir al quinto en las verónicas con que lo recibió El Juli, que tuvieron cadencia pero carecieron del ritmo que le hubiera dado la entrega del animal. Con mejor principio que final le tomó luego los capotazos del doble quite, bien por chicuelinas bien por verónicas, que remató con una media de mucho regusto. Y le formó un lío el madrileño a un animal con fondo pero rajado, que quiso irse cuando la zurda de Juli dibujó los naturales más largos, mandones y exigentes de la tarde, con la muleta tersa, la entrega disparada y un tranco más en cada trazo que el toro parecía no tener. Un palmo entre el estaquillador y la arena cuando dominó la diestra, con la arrancada más deslucida por ese pitón, el viaje más corto, y la arrucina que aparecía, inesperada, cuando se acababa el fuelle, como solución para terminar la tanda. Siempre por abajo, siempre a favor de la demanda del toro, pero gobernando su voluntad. Enorme Julián, que dejó un pichazo antes de lograr la estocada y vio cómo quedaba sin premio una obra de gran rotundidad.