Crónicas

Crónicas de Julián López

El Juli cuaja una faena de oro en Burgos y sale en hombros

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
30/06/2013 Burgos Padilla, El Juli, Perera Zalduendo Ovación y dos orejas

Burgos. Domingo, 30 de junio de 2013
Segunda de la Feria de San Pedro y San Pablo. Tres cuartos de entrada. Toros de Zalduendo. 
Juan José Padilla (de perla y oro con remates en negro) silencio y oreja; El Juli (de tabaco y oro) ovación y dos orejas; y Miguel Ángel Perera (de celeste y oro) silencio y ovación

El Mundo

La faena que cuajó El Juli al quinto toro de Zalduendo fue sensacional. Obra de arte. Proverbial magisterio del madrileño que supo entender la clase de su oponente en una labor que tuvo como secreto mayor el acento del temple y la profundidad. El Juli supo desde el primer muletazo afianzar una embestida noble a base de dominar sin apretar; de darle las ventajas todas a su oponente; de aplicarle la sutilidad de la precisión; y ligarle con mando y largura los muletazos. Con el toro en danza, El Juli comenzó una sinfonía de toreo caro. Entonces sí, llegó la candencia, el ajuste, la despaciosidad y el ritmo. 
Toda la segunda parte de la obra fue sencillamente soberbía. El toro tomó los engaños con una embestida dulce y larga. El Juli se entregó y sobre la mano izquierda firmó dos series extraordinarias. Un deleite. De cinco, la primera, que tuvo como rúbrica una trincherilla de cartel de toros. El toreo de alta escuela. En un palmo. La segunda tanda, que tuvo de clausura un muletezo de repertorio formidable, tuvo carácter. No faltaron los circulares en cadena. Ni un molinete rodilla en tierra. Ni la inspiración de plasmar todo cuanto convenía en el instante preciso. Para enmarcar todo. El fondo, la forma, el modo. ¿Un lunar?, la espada. Un pinchazo hondo y un descabello siervieron de colofón a una obra redonda. Dos orejas. De las de paladear. Iñigo Crespo

Cultoro

El Juli mostró su maestría ante el quinto, un toro de Zalduendo de buena condición al que supo entender y someter el torero en una labor de precisión y de un gran toreo al natural con temple y largueza. Una faena rotunda, firme y con hondura que emocionó al tendido, molinetes con ese sello de El Juli y al final una media estocada y descabello para recibir dos orejas que pidió con fuerza el respetable. El primero de su lote fue un toro complicado y además el viento que molestó al torero casi toda la faena, aun así El Juli estuvo por encima de su oponente, obteniendo muletazos de mérito, desafortunadamente fallo con el acero siendo ovacionado. Emilio Méndez

Diario de Burgos

El Juli citó al quinto con la pañosa sobre el albero burgalés, acariciando esa arena que dicen que no volverá a acoger más festejos, y sometió al toro con profundidad, corriendo la mano a esa altura ínfima, más baja no se podía, para rematar atrás, donde quiebra la cadera y quedar colocado para el siguiente natural.  
La faena al de Zalduendo, junto al cuarto, el mejor de la tarde por su calidad, bondad y nobleza, tuvo cinco tandas por el izquierdo, pero las dos últimas fueron de esas que pasan directamente a la memoria del aficionado. Tandas de esas que luego intentas recrear en casa para explicarle al vecino cómo ha toreado El Juli y cómo has sucumbido a su poder. Te has convencido, como Santo Tomás, al verlo y sentirlo. Porque, y ahora a toro pasado se debe confesar, algunos pensamos, al ver aquella foto, que después del cite  venía un toreo realizado al revés (de abajo arriba), pero ayer el madrileño demostró que tras esa presentación de la pañosa hasta donde el brazo y la cadera le permiten, mantiene el poder y el dominio para someter al burel por abajo durante todo el muletazo.
No se puede hablar de ese trasteo al quinto de la tarde sin destacar un cambio de mano lento y cadencioso, pero con la verdad y la profundidad con la que hizo el toreo Julián. Tremendo. Leticia Ortiz 

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