Sevilla: Una pésima corrida deja sin opciones a la terna
Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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29/09/2013 | Sevilla | Morante, El Juli, Talavante | Juan Pedro Domecq | Silencio y silencio |
Sevilla. Domingo 29 de septiembre de 2013
Plaza de toros de La Maestranza. Tercera de la Feria de San Miguel. Lleno de No Hay Billetes. Toros de Juan Pedro Domecq, el tercero como sobrero, y Parladé (5º y 6º).
Morante de la Puebla (de lirio y oro) silencio y silencio; El Juli (de berenjena y oro) silencio y silencio; y Alejandro Talavante (de azul y oro) ovación tras petición y silencio.
El Juli se reencontraba con Sevilla después de la cara y la cruz que vivió en la pasada Feria de Abril. Pero ni siquiera con él tuvo un guiño el destino, en forma de posibilidad. El primero de su lote, un toro de Juan Pedro que dejó de ser un semoviente después de su encuentro con el caballo, no le brindó ni una embestida. El madrileño, que había firmado un muy buen saludo capotero, con lances a pies juntos y una media abrochada con las manos muy abajo, se esforzó en darle forma de muletazo a alguna arrancada suelta. Lo logró, pero no hubo más. El quinto fue más de lo mismo: todo fachada. Venido abajo en el tercio de varas, escarbador... El Juli llegó a engañarlo en dos muletazos sobre la mano izquierda y cuatro sobre la mano derecha, a base de dejársela puesta, echársela al hocico y llevarlo atrás sin quebrantarle demasiado. Demasiado poco: la realidad se impuso al anhelo. Daniel Ventura
El segundo fue un calco del primero, otro toro igual de aplomado en el último tercio que puso las cosas imposibles a su matador, El Juli. El madrileño toreó muy bien en el recibo capotero con lances a pies juntos ganando terreno hasta el centro del platillo, pero poco a poco fue parándose el toro, al que tumbó de un espadazo casi entero. Fue silenciado. Lo único destacable de la lidia del quinto fue el quite que Morante realizó al banderillero Santi Acevedo en un momento de apuro. El Juli, resolutivo en las verónicas de saludo, se estrelló con el deslucido comportamiento de su antagonista, que no quiso embestir. Esperando, midiendo y escarbando, anduvo el animal siempre detrás de la mata y fue despenado de media estocada y descabello. Fue de nuevo silenciado. Víctor García-Rayo