Cuatro orejas para El Juli que arrolla en Arnedo
Fecha |
Plaza |
Cartel |
Ganadería |
Resultados |
16/03/2013 |
Arnedo |
El Juli, Diego Urdiales |
Garcigrande |
Oreja, dos orejas y oreja |
Arnedo (La Rioja). Sábado 16 de marzo de 2013
Plaza de toros de Arnedo. Algo más de tres cuartos de plaza. Toros de Domingo Hernández y Garcigrande.
El Juli (de obispo y azabache) oreja, dos orejas y oreja; y Diego Urdiales (de negro y plata) oreja, silencio y silencio.
mundotoro
El Juli sorteó en primer lugar un toro con clase y alegría, al que toreó con mucho encaje, sobre todo por el pitón derecho, en varias tandas de mano baja y con el toro muy prendido. Tras la estocada, tres descabellos y pesar de ello cortó una oreja. Firmó una labor sobresaliente y fascinante con el tercero, un gran toro de Domingo Hernández, que tuvo motor y una gran fijeza. El Juli formó un auténtico alboroto con tandas en las que dejó patente su capacidad y solvencia. Tras la estocada entera, cortó las dos orejas. El sexto fue un toro manejable y colaborador, al que El Juli toreó de manera excelsa al natural, ligándole los muletazos e improvisando en los remates. Falló con el descabello, pero el público valoró su labor y cortó una oreja.
aplausos
Dos orejas sumó el madrileño de su segundo tras una faena de raza y carácter. No quiso embestir el toro hasta que el torero de Velilla lo convenció a base de mando. Alternó las tandas sobre ambas manos y tras meter en el canasto al toro, los muletazos surgieron templados y largos. Empaque y torería en todo lo que hizo El Juli en un conjunto continuo y sin tiempos muertos. Anduvo inteligente en la elección de los terrenos y remató de buena estocada.
Más terciado y peor presentado que sus hermanos fue el quinto. El madrileño le devolvió el brindis a Diego Urdiales y cuajó otra faena redonda presidida por el temple, la ligazón y reunión de los muletazos. El Juli gobernó por abajo las embestidas de su oponente llevando embebido al toro en los vuelos de la muleta en otra labor de enorme conocimiento y capacidad. Cobró una estocada entera. Luis Ruiz
cultoro
Siempre uno, uno más. Un paso. Un talozano certero, bien puesto... hasta que llegaba el siguiente, que siempre superó al anterior. Y eso, en tres toros, que con los dos de Olivenza suman cinco, pero como si fueran cincuenta. Tan fácil, tan claro, que aquello no fue de principio de temporada sino de torero cuajado al sol -con las moscas-.
Tocar adelante y llevar muy atrás parece de torero fácil. Lo es. Pero para enseñarlo hay que ser bueno, tanto como el mejor. Ver es la base de la solidez de marzo. Ejecutar, el triunfo del arranque de temporada.
Arnedo había planteado un duelo. No lo quiso hacer al uso... Así salió. En él se esperaba que Juli chocara con Udiales, que rivalizaran. Pero, ¿por qué?
Como no hubo respuesta a aquello no resultó. Tiró por otro enfoque: el superar. El de pasar la raya -su raya-. Así uno, otro y el de más allá fueron base de un festejo -uno más- en el que Juli hacia lo que quería: torear.
Lo hizo con el primero, con el que se explayó. Lo hizo con el segundo con el que se arremangó para bajar el morro, y los humos, a un Garcigrande de espacios y tiempos. Y ahí, justamente en eso, Juli superó a lo anterior.
Cuando lo consiguió no hubo un natural de menos valor que el precedente. La plaza cantó. Lo hizo porque supo que aquel muñecazo no era uno más, era lo que querían ver -ese muletazo que desmoronaba el anteriormente visto, por poderoso-. Todo tan extremadamente medido que cuando Julián se perfiló aquello se sabía triunfal, de dos orejas. No falló, eso obtuvo.
El quinto, más alto y de distinto tipo que los cuatro anteriores, se exprimió donde El Juli quiso y mandó. Fue a la tercera lopecina cuando el vuelo del capote se enroscó a la taleguilla -ni a la primera, ni a la segunda, justo en esa- ahí el vuelo comenzó a mandar. Tanto, que la improvisación, con metros de distancia, era lo que le faltaba para acabar de batirse. Para ser un Juli distinto al que se había comprometido en el primero y exprimido con el segundo. Pero peor que el que se espatarraba para acabar de forjar su tauromaquia en menos de dos horas. Ivan Ramajo