Crónicas

Crónicas de Julián López

Un entregado y arrollador Juli vuelve a trunfar en la México

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
20/01/2013 México El Juli, Diego Silveti Fernando de la Mora, Montecristo Ovación, dos orejas y palmas

 

México. Domingo 20 de enero de 2013. 
Monumental de México. Temporada grande. Casi lleno (unos 40 mil espectadores). Tres toros de Fernando de la Mora (2º, 3º, 4º) y otros tres de Montecristo (1º, 5º, 6º). 
El Juli (de obispo y azabache) Ovación, dos orejas con petición de rabo y palmas; y Diego Silveti (de verde manzana y oro) Silencio, palmas y oreja.
 

EFE

El Juli, en un plan impresionante, cortó dos orejas en la décimo cuarta corrida de la temporada 2012-2013 en la Monumental Plaza México. El Juli estuvo convertido en todo un maestro y haciendo gala de sitio, valor, torería en una amalgama que le hace lucir una sapiencia fuera de serie. Al primero lo bordó de principio a fin pero pinchó tres veces y se fueron los trofeos. Salida al tercio con ovación de gala.

Al tercero también lo cuajó el madrileño y le realizó una faena que parecía no tenía el toro, con el público entregado. Mató al astado de estocada y fue premiado con las dos orejas y petición de rabo entre aclamaciones. El quinto, descastado, deslucido y con la cara por las nubes le dio pases que no tenía. Mató de pinchazo y estocada para ser ovacionado y al final salió a hombros con el reconocimiento del público. 

Aplausos

 

Abrió plaza un toro de Montecristo, bien hecho, noble, de buena condición y que salió suelto en los primeros compases. El Juli, quieta la planta, firmó un buen quite por saltilleras, muy jaleado. Sobrado de capacidad, la faena del madrileño estuvo presidida por el mando y la largura en los muletazos por ambos lados. Ligazón y templanza sobre la diestra en una tanda importante y técnica para llevar hasta el final al toro al natural. Con el animal más rajado, alargó en exceso la faena, perdiendo los trofeos por el fallo a espadas.
El Juli formó un verdadero lío al que hizo tercero. Se ajustó por chicuelinas en el quite antes de una labor imponente, arrolladora, de gran autoridad, firmeza y seguridad. El torero de Velilla ligó los muletazos en un palmo de terreno, sin enmendarse, con las zapatillas asentadas. Circulares invertidos, cambios de mano… en un arrimón de órdago. Abusó del toro en una demostración de poder extraordinaria. Mató de una gran estocada y paseó las dos orejas.
El quinto, de Montecristo, fue un ejemplar deslucido que nunca llegó a humillar. El Juli trató de alargar las embestidas pero siempre en la media altura. Porfió con el toro el madrileño pero la posibilidad de triunfo fue imposible.

 

El Juli dio una lección de ambición con el tercero de la tarde, un ejemplar de Fernando de la Mora de escasos bríos. El torero de Velilla lo hizo en los primeros compases de la faena y logró entonces muletazos ligados y hondos. Destacó una serie sobre cada mano. Cuando el toro se vino a menos, el torero madrileño pisó su terreno en una exhibición de seguridad y valor, moviendo al toro en un azulejo. Tras la estocada, paseó las dos orejas. 
Ante el primero, un toro de Montecristo con nobleza pero poca fuerza, El Juli estropeó con los aceros una labor notable, en la que lució con el capote, con verónicas a pies juntos y saltilleras, y con muletazos de mucha entidad por ambos pitones. El quinto, de Montecristo, fue un toro deslucido con el que El Juli trató en todo momento de hacer las cosas bien. Mató de pinchazo y estocada.

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