Crónicas

Crónicas de Julián López

Juli maravilla en San Sebastián de los Reyes

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
01/09/2012 S. S. de los Reyes Morante, El Juli, Perera Victoriano del Río Dos orejas y ovación

 

San Sebastián de los Reyes (Madrid). Sábado 1 de septiembre de 2012.
Plaza de La Tercera. Tercera de feria. Casi lleno. Toros de Victoriano del Río, 4º y 6º con el hierro de Toros de Cortés.
Morante de la Puebla (de verde y oro) pitos y dos orejas; El Juli (de marino y oro) dos orejas y ovación; Miguel Ángel Perera (de rioja y oro) oreja y oreja.

mundotoro

El Juli dio un recital en el segundo. Inmenso con el capote por la hondura de cada veronica, cuajó luego un quite por chicuelinas y cordobinas rematado con un capotazo circular ejecutado con el envés que puso la plaza en pie. El toro se empleó en cada muletazo pero tendió a irse suelto y dificultó la ligazón, pero el madrileño lo sujetó y lo condujo con autoridad y profundidad a costa incluso de derribarlo de un derrote sin consecuencias. Luego expuso con el complicado y deslucido quinto sin que su apuesta encontrara nunca la colaboración del desabrido animal. José Miguel Arruego 

 

aplausos

 

Lo de Julián López "El Juli" a su primero fue una auténtica obra de ingeniería e inteligencia torero. Sensacional ya con el capote en un quite por chicuelinas rematado con una colosal media, el diestro madrileño enceló en la muleta a un toro medio que se quería rajar para acabar gobernando su embestida a placer por ambos pitones. Hondura, mando, ligazón y poder. Tremendo Juli que tras un pinchazo hondo y dos descabellos paseó las dos orejas pedidas con clamor por toda la plaza.
Con el cuarto, un toro marrajo que siempre quiso coher, El Juli se jugó literalmente la vida sin importarle la complicada condición del toro. Esfuerzo sincero ante un astado que no lo merecía. En su papel de figura del toreo y sin renunciar nunca a la batalla. Tras pinchazo y estocada, saludó una merecida y fortísima ovación. Pepe Espín
 

burladero

 

Por su parte Julian López demostró una vez más su poder haciendo valer su condición de figurón del toreo. Recibió el madrileño a su primero con unas verónicas que bien podían protagonizar el mejor cartel de toros; llevó al astado al caballo por chicuelinas al paso para rematar con un pase circular a una mano que provocó una cerrada ovación. La faena iba en aumento y el Juli regaló un quite a los tendidos por chicuelinas y cordobinas de inmejorable ejecución. Si bien es cierto que el toro tenía movilidad, tendía a salir suelto al final de cada muletazo, por lo que el matador tuvo que imponerse, muy valiente y mantenerlo encelado al toque. En uno de esos intentos el madrileño fue prendido por la chaquetilla y derribado al suelo, sin consecuencias y con la casta que le caracteriza pidió a la banda de música que sonaran de nuevo los acordes para rematar la faena de muleta con poderío.  Mató al animal de una media en buen sitio y un descabello. Dos orejas paseó el Juli. El quinto fue un toro bronco e incierto desde salida, en banderillas cortó una barbaridad. Ya en la faena de muleta el Juli estuvo muy por encima del animal, en torero, haciendo gala de profesionalidad y buen saber. Lo intentó someter por bajo, a lo que el descastado burel respondía echando la cara arriba, quedándose corto e intentando desarmar al torero en cada pase. El Juli  dio muerte al de Victoriano del Río de una media casi entera algo caída. Fue ovacionado y saludó desde el tercio. El toro recibió una sonora pitada en el arrastre. José Alcolea
 

cultoro

 

Distraído salió el segundo, rematado y bajo, humillado en el percal de Juli, volcando la cara a diestras y saliendo de la suerte a zurdas hasta la media rotunda en el centro del platillo. Y el emocionante galleo por chicuelinas para colocar al toro en suerte. Y el quite, combinando chicuelinas con tafalleras de vuelo bajo, con la larga airosa para rematar con el toro ya a menos. Faena de vuelo largo, de fe intensa y de cálida intensidad, de toques precisos para paliar la tendencia a tablas del victoriano, que lo tiró para arriba en un derrote sañudo. Por abajo decidió, entonces, Juli, que debía embestir el animal. Y a dos cuartas sobre la arena obligó, ligó y mandó, tocando tres veces por muletazo: para citar, encelar y no dejar que se fuera. Recital de capacidad el del madrileño, que se fue con las dos orejas. Informal de salida fue el quinto, humillador antes del embroque y de descompuesto y corto viaje en la muleta. Le tapó defectos Juli con la mano en los infiernos y al infinito llevó la diestra para arrancarle al victoriano la única tanda que tuvo. Después, caminó sin pasar y soltó la cara ante la paciencia de un Juli que trabajó después de haber toreado a su primero. Marco Antonio Hierro 
 

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