Crónicas

Crónicas de Julián López

Cali: Apoteósico regreso de El Juli siete años después

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
28/12/2009 Cali Diego González, El Juli, Perera Ernesto Gutiérrez Oreja y dos orejas





  • Video del triunfo de El Juli (burladero.es)

    Cali (Colombia). Lunes 28 de diciembre 2009.


    Casi lleno. Segunda de Feria del Señor de los Cristales. Seis toros de Ernesto Caicedo.


    Diego González (de grana y oro) silencio y silencio; El Juli (de turquesa y oro) oreja con petición de la segunda y dos orejas; y Miguel Ángel Perera (de verde botella y oro) ovación y silencio.


    “Lo de El Juli con el quinto toro fue espectacular, variadísimo con el capote en los lances de recibo por verónicas y en las chicuelinas del quite. Inició de rodillas en pases espeluznantes ante un toro que repetía con prontitud. En los medios bordó el toreo por bajo y por los dos pitones con la calidad de los elegidos. La música no paró de acompañar y los olés de quince mil aficionados dieron compases a las notas del pasodoble que solo vino a callar cuando preparó la estocada, que fue de antología. Se montó encima del morrillo saliendo con el rostro ensangrentado y poniendo patas arriba al toro en quince segundos. Locura colectiva, gritos de ¡torero, torero! y sin vacilación alguna el Presidente sacó los dos pañuelos”. Alberto Lopera (mundotoro).


    “Una figura. Eso es Julián López. Una figura que siempre tiene hambre y que sale a comerse el mundo a dentelladas. Allá ellos, los que han querido ningunearlo en vano, porque como pasó ayer en Cañaveralejo, se llevó por delante la puerta grande con dos faenas de libro, a toros que lo pusieron a esculcar en su extensa tauromaquia. Y él, feliz. Feliz de cuajar al quinto de la tarde, cuando ya lo había hecho con el segundo. Comencemos por el final, por ese penúltimo de la corrida que tuvo la ventaja de quedarse ahí en los medios sin mirar siquiera de reojo a los tableros, pero al que, como le pasó al encierro de Ernesto González, anduvo muy justo de raza, es decir, sin ese cuarto de tanque que le hubiera permitido romper y trascender. Pero seres como Julián están hechos para las dificultades. Y esas se puedan superar si se hace lo que hay que hacer: primero, atacar, no esperar que el maná caiga del cielo. Al fin y al cabo la mansedumbre o lo que se le parezca no es un defecto, es una condición. Y segundo, poner a funcionar su cabeza de torero, que, en su caso, está edificada sobre millares de lecciones aprendidas en la primera fila de clase. De allí, por igual, salieron los muletazos de rodillas, de los que se hincó sólo para rematar con arte puro. Y luego, esas series que ligó en los medios, todas sin tacha, todas más allá del límite que pedía el mismo ejemplar, todas con esa talla L que lleva por dentro el de Velilla de San Antonio. ¿Se puede hablar de perfección? Claro que sí. Como esa que sirvió para refrendar su obra: la del espadazo que hizo vibrar a la plaza desde el palco hasta la fila 30. Dos orejas y una puerta grande. En el otro, se quedó esperando el segundo pañuelo de la Presidencia. Aunque eso en el fondo no importaba. Lo que valía guardar era el temple, ese de las verónicas y del quite, en el que las chicuelinas mostraron la belleza del buen capote. Faltó la música tan pronto hizo un cambio de mano memorable en el inicio de la faena. Pero si algo vale la pena no olvidar es cómo amarró a un animal que se quería ir, a punta de la más refinada técnica. Al final, cuando sacó un circular eterno que escondía bajo la manga de la chaquetilla, ese toro era otro toro. Sí señores, el segundo pañuelo era lo de menos”. Victor Diusabá Rojas (elpais.com.co)


    “El Juli ha sido el gran triunfador del tercer festejo de la feria de Cali, una vez que ha cortado tres orejas y ha realizado dos faenas de un nivel muy importante. A su noble primero lo saludó con unas cadenciosas verónicas antes de lucirse en un quite que inició por chicuelinas alternadas con tafalleras para rematar con una revolera. Muleta en mano, el madrileño Hilvanó buenas tandas por ambos pitones, con mano baja y temple. Aunque se volco con la espada, ésta no quedó en todo lo alto, siendo por esto que el presidente no le concedió la segunda oreja que el publico pidió. Aprovechó luego el madrileño el excelente pitón izquierdo del quinto en una variadísima faena que rubricó con un espadazo en el que tocó con su cara el morrillo de la res en el momento del embroque”. Germán Jiménez (burladero).


    Foto: Oswaldo Páez (elpaís.com.co)



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