Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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28/08/2009 | Almería | Luis Francisco Esplá, El Juli, Castella | Garcigrande | Oreja con fuerte petición y dos orejas |
Almería. Viernes 28 de Agosto de 2009.
Sexta de la feria de la Virgen del Mar. Tres cuartos de plaza. Toros de Domingo Hernández.
Luis Francisco Esplá (de turquesa y oro), que sustituía a El Fundi, ovación y oreja; El Juli (de nazareno y oro) oreja con fuerte petición de la segunda y dos orejas; y Sebastián Castella (de rioja y oro) palmas y palmas.
“La tarde que ha dado El Juli en Almería ha sido rotunda de principio a fin. Actitud de figurón y una tremenda capacidad para cuajar sendas faenas ante dos toros diferentes. Ambas llenas de técnica, buen poso y reposo. Seguramente, su triunfo ha sido el de más verdad de toda la feria. Y la Puerta Grande, la más justa de todas. El Juli cortó las dos orejas del quinto pero su mejor actuación llegó con su primero de Domingo Hernández. Un toro extremadamente noble y bondadoso a la par que repetidor... pero con demasiado poco fuelle. Sin fuerzas, para entendernos. Una lástima, porque si hubiese tenido lo que debía tener, hubiera sido de escándalo. Pero fue lo que fue y el madrileño lo entendió a la perfección. El Juli estuvo en todo momento metido en la corrida. Variado y vistoso con el capote e importante con la muleta. Muy fresco y con las ideas más que claras. A su primero, lo lanceó muy bien en el recibo a la verónica y en un buen quite por tafalleras. Contó, también es cierto, con la buena colaboración del de Domingo Hernández, que demasiado pronto dio muestras de su poca fuerza. Por ello, no parecía que el toro durase más de dos tandas. Sobre todo, por lo que El Juli suele obligar a sus toros. Pero la faena estuvo perfectamente estructurada para que el toro siguiese repitiendo y no se terminara de acobardar. Primero toreando en paralelo, tirando líneas. Fue bajar un poco la mano y comprobar como rodaba el animal. Midiendo el tiempo y el espacio, El Juli empezó a dejar templados derechazos. Casi todos de abajo para arriba. Así hay que hacerlo cuando no hay toro para torear como mandan los cánones. Ligando un muletazo tras otro, siempre con mucha despaciosidad, pero extremadamente templados y limpios. Por la condición del toro, nunca le pudo apretar. Pero aún así le sacó todo lo que tenía. También al natural, de uno en uno y sin obligarle, ni en la colocación del cuerpo ni en la ejecución del muletazo. Abriendo el compás y alargando todo lo posible el final del muletazo. Temple. Mucho temple. Fueron buenos incluso los circulares, sobre todo el segundo, con un cambio de mano de mucha estética. La estocada fue tremenda. Junto a la de Manzanares, la mejor de la feria. La oreja, de ley. Y no hubiera sobrado la segunda. El Juli sí que paseó los dos trofeos del quinto, mucho peor presentado por delante, tras una faena de mucho poder pero menos limpieza. Y una vez más, lo bordó en un quite en el que mezcló tafalleras. El de Justo Hernández fue el que más movilidad y transmisión tuvo de todos sus hermanos, pero no sobrado de clase. Y con cosas de manso, al que toreó en varias series de ligazón, llevándolo siempre muy metido en las telas para evitar que se le rajara”. El Juli da una lección de temple. Carlos Crespo (burladero).
“Bastó una mente privilegiada. Y se dio la vuelta a la tortilla. Toros que no sirven, triunfos que se pierden, un Palco insensible… Pero nada se le resistió. Con todo pudo. Implacable sheriff. Invencible justiciero. Encima de la mesa, su poder, su facultad y su preponderancia. Pudo con todo y con todos. Y se proclamó virtual triunfador de la Feria de Almería. El Juli abusó de autoridad. Pero El Juli exhibió su poderío sin hacer ostentación en sus dos toros. Fue un abuso con talento. Impuso su dominio cortando dos orejas de ley del quinto de Domingo Hernández, un astado que aunque tuvo nobleza no terminó de emplearse nunca y que terminó rajándose y al que se impuso con capacidad lidiadora su matador. Lo recibió el de Velilla con lances a pies juntos que encadenó con tres chicuelinas, preludio de un quite por tafalleras y chicuelinas de enorme sabor y torería. Había derribado el toro al picador Salvador Núñez, afortunadamente sin consecuencias, antes de que Julián comenzara la faena en los medios ante un animal que pronto marcó su querencia a tablas, pues ya al principio del trasteo quiso irse y desentenderse del engaño. Lo sujetó bien el diestro en tandas de toreo en redondo con temple y hondura llevando muy cosido a su oponente, que aunque tuvo movilidad, careció de clase. Cuando el toro buscó el refugio, El Juli aprovechó para darse un arrimón y firmar un circular invertido y un cambio de mano que terminaron por rematar el gran conjunto. Una media estocada fulminante y al Palco no le quedó más remedio que rendirse y concederle las dos orejas, lo que no hizo, incomprensiblemente en el segundo, tras otra faena de autoridad ante un animal endeble aunque con fondo de clase al que supo dosificar con inteligencia y dominio pero siempre a favor del toro, nunca como alarde. Le sacó todo el partido Julián a base de no obligarlo, y de irlo pulseando en series a media altura para que no claudicara su oponente. Lo había recibido de capa en cadenciosos lances siempre ganándole terreno. Después, comenzó su labor en los medios en series con la diestra tratando de no quebrantar a su oponente embarcándolo con suavidad, y así llegaron series por ambos pitones de bella ejecución y hondura frente a un toro que se desplazó largo y con clase pero que adoleció de fortaleza. Finalmente ligó circulares de enorme belleza y un genial cambio de mano dentro de un conjunto rotundo y de enorme valor rematado de una estocada de rápido efecto. Ni eso le valió al Palco, que rácano, sólo le otorgó una oreja a pesar de la masiva petición de los almerienses. Pero en la memoria quedaron dos faenas de dominio y capacidad, las más sólidas de lo que va de Feria, dentro de una tarde de enorme autoridad y mando. El Juli abusó de autoridad”. Por Maribel Pérez (mundotoro).
“Gran plasticidad tuvieron las verónicas de El Juli al segundo al que sacó el máximo partido. Hizo un toreo, por ambos pitones, ligado y técnico. Destacaron los naturales. En el quinto toreó con exquisito temple y gran dominio por el pitón derecho, en series de bella arquitectura y gran dimensión”. Dos grandes faenas de Julián López «El Juli» en la feria de Almería. Por Manuel Peñalver (La Razón).
“Aunque no podía obligarlo en exceso, a media altura lo cuidó, pero no con bailecitos de salón, sino imprimiendo fuerza a cada muletazo. Cuajó series por ambos pitones y se adornó con faroles y un cambio de mano espléndido. Despatarrado en un ángulo de casi noventa grados, giró y giró al son de la nobleza. Pasó a los circulares y el invertido lo tornó natural con un creativo cambio. La estocada fue fulminante como una bomba atómica. Incomprensiblemente, el presidente sólo le concedió una oreja”. El contundente manjar de El Juli. Por Rosario Pérez (ABC).