Madrid: Esfuerzo de los toreros ante una corrida mala y dura
Fecha |
Plaza |
Cartel |
Ganadería |
Resultados |
27/05/2008 |
Madrid |
Abellán, El Juli, Perera |
Fuente Ymbro |
Silencio y silencio |
Madrid. Martes 27 de mayo de 2008
Corrida de la Prensa. Con lleno de "No hay billetes" se han lidiado toros de Fuente Ymbro, con genio y peligro salvo el tercero, que apuntó algo de mejor estilo.
Miguel Abellán (de blanco y plata) silencio en ambos; El Juli (de azul rey y oro) silencio en ambos; Miguel Ángel Perera (de manzana y oro) ovación tras petición y ovación
Corrida grande, dura y mala en definitiva en la segunda actuación de Julián López “El Juli” en la feria de San Isidro. Corrida de la prensa a la que acudieron Felipe de Borbón y Doña Letizia y que fue decepcionante para todos. Salvo el lidiado en tercer lugar, que se dejó algo más, el resto de los toros fue de un comportamiento avieso, a la caza de los toreros con peligro más o menos sordo. Porque, seguramente uno de los toros con más peligro sordo, que no repercute tanto en el tendido, fue el corrido en segundo lugar. Pegando tornillazos y a la espera de algún error del torero para echárselo a los lomos. Afortunadamente, la maestría de El Juli tapó algo esos defectos y con decoro, salvo por la espada, salvó la situación. Lo mejor de la tarde de Julián llegó en el quite al cuarto de la tarde. Tras dos chicuelinas, figura inmovil y erguida, el animal se distrajo y se llevó al torero por delante de manera dramática. Por suerte, el animal no hizo presa y El Juli se levantó para, con su raza de siempre, volver a la cara, ejecutar dos magníficas chicuelinas más y una colosal media, honda y desgarrada. El quinto de la tarde por poco se come a Alejandro Escobar por el pitón izquierdo, lado por donde no había modo de hacerle pasar. Así que el pitón menos malo era el derecho, donde estructuró El Juli su faena, logrando derechazos por abajo, ligados y rematados sin pausa con el forzado de pecho o con bellas a la vez que hondas trincherillas. Se atrevió a coger la zurda y aunque con imposible lucimiento sacó una meritoria tanda rematada con torería. Cuando regresó a la diestra, ya no había dónde rascar. Airoso con las telas pero nuevamente desafortunado con la espada.