Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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15/03/2008 | Valencia | Rivera Ordóñez, El Juli, El Fandi | Jandilla | Oreja y oreja |
Valencia. Sábado 15 de marzo de 2008
Lleno de “no hay billetes”. Seis toros de Jandilla.
Rivera Ordóñez (de turquesa y oro) silencio y vuelta tras petición; El Juli (de marino y oro) oreja y oreja; y El Fandi (de blanco y oro) silencio y dos orejas
No es sólo por su cabellera rubia, ni por su mirada fría e introspectiva; es por su manera de actuar, de pensar y de desenvolverse dentro y fuera de la cara del toro. Por su precisión, exactitud y talento, por su fiabilidad y frialdad emocional. Por su seguridad, por su capacidad y por su dominio. El Juli parece alemán. Imagínenselo haciendo el paseíllo sombrero de ala ancha en mano, enfundado en unos pantalones bávaros de cuero y chaqueta de loden al son de la novena sinfonía de Beethoven. Figúrense también la escéptica mirada del respetable al verlo aparecer con semejante atuendo, el silencio sepulcral (mitad expectación, mitad incredulidad) y finalmente sus protestas de disconformidad para tantear y poner a prueba su capacidad de liderazgo.
Es entonces cuando la maquinaria germana de Julián se pone a funcionar. Paciente, pausado, sin precipitaciones, su engranaje comienza de forma matemática a echar mano de las teclas precisas en el momento exacto. Como esta tarde en Valencia. Después de que el respetable le censurase (otro año más, y ya van cuatro) su decisión de no poner banderillas, incluso llegando a hacer música de viento cuando se disponía a brindar en los medios, el teutón de Velilla se los cameló en un abrir y cerrar de ojos, al público y a su enemigo, un remiso Jandilla, al que él y sólo él consiguió hacer romper en el último tercio.
Se plantó en los medios con la muleta por delante, y sin aparente esfuerzo consiguió encelar al Jandilla en una primera serie con la mano derecha que aunó practicidad y hondura, pues sometió al bruto al tiempo que lo desengañaba para imantarlo en el trapo. Así dos tandas más ya con el cónclave reclutado para la causa, y una última, exigiéndolo por abajo sin disimulo, para demostrar a las partes quién iba a ganar la pelea. Por eso, cuando el bovino amenazó con consumirse, Julián ya le había hilvanado dos limpísimos circulares invertidos antes de alardear su dominio entre los pitones. “El Juli parece alemán”.
Para él fueron las cañas. Y el barro. A estas alturas, le exigieron de malas formas que banderillease. Incluso le abroncaron cuando brindó al respetable, que ayer no lo era. Tapó bocas con su derecha mandona, arrastrada la tela, despatarrado y ligado, absolutamente encajado y rebelado. Exprimió todo. A años luz, fue la faena de la tarde. Ahora, el premio cayó por justicia y ley. Zabala de la Sena (ABC)
No obstante, el que estuvo magistral fue Julián López «El Juli», aunque le costó Dios y ayuda levantar clamores. También es cierto que la cómoda corrida de Jandilla dio lugar al lucimiento, excepto el tercero, que sacó geniecillo. Ya se sabe que el personal no atiende a razones y quiere ver dar muchos pases a todos los toros. Para eso está en fiesta y las corridas de toros son eso, una Fiesta.
Las dos faenas de El Juli tuvieron distinto sentido. La del segundo, de menos a más, sin llegar a sentirse a gusto. Aunque bajó la muleta y alargó los pases, no entraba el animal. El toro no transmitía emoción, por lo que el torero tardó en conectar con los tendidos. Hizo una labor técnica y un tanto fría, que ardió tras una soberana estocada, que le propició la oreja. El quinto fue un toro encastado y noble, pero al que había que domeñar. El Juli lo pudo hacer a fuerza de bajar la muleta con la derecha, dejarla muerta ante los hocicos y rematar el pase en semicírculo. Los primeros naturales, perdiendo un par de pasos, porque el animal reponía. En la segunda tanda tragó una vez, se la dejó puesta, el toro la tomó y ya no dejó de acudir, sumiso y humillado. Acortó distancia y enjaretó tres redondos a los que los reticentes no se entregaron. Tras pinchar, gran estocada. Juan Posada (La Razón)