Crónicas

Crónicas de Julián López

Pamplona: Corrida gafada y buenos naturales de El Juli

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
13/07/2007 Pamplona El Juli, El Cid, Castella Bañuelos Silencio y palmas

Pamplona. Viernes 13 de Julio.


9ª San Fermín. Lleno de ''''No Hay Billetes''''. Cuatro toros de Antonio Bañuelos y dos sobreros de Peralta Hermanos, lidiados en segundo y tercer lugar.


El Juli (de burdeos y oro) silencio y palmas;.El Cid (de grana y oro) silencio y palmas; Sebastián Castella (de turquesa y oro) silencio y palmas


Increíble las desgracias que han pasado esta tarde en Pamplona. Y es que hasta cuatro toros se lesionaron durante la lidia. Uno de ellos, el primero, de no ser por la lesión, hubiera servido para el triunfo de El Juli. El maestro madrileño veía que, cada vez que intentaba ligar los muletazos, el toro se iba de los cuartos traseros. Aún con ello, hubo mucho temple en la faena, caricia por momentos, todo con mucha pulcritud aunque lógicamente sin la transmisión necesaria. Al cuarto, que salió como terminó, es decir manseando, lo recibió El Juli con maestría, sobre todo en un instante en el que, para evitar la huidiza del de Bañuelos, le dejó el capote en la cara y dibujó un lance tan bello como largo. Claridad de ideas de Julián para darle sitio y confianza al animal. Y un par de tandas al natural, lo mejor de su actuación, de las que, al concluir, el toro en vez de venirse arriba se desinfló por completo. Muchas ganas y raza del torero que incluso dio dos muletazos de rodillas. De haber amarrado una buena estocada, la oreja hubiera sido el merecido premio.


“El mal fario se hizo con la tarde”. Por Juan Posada (La Razón)


El Juli no se decidió a bajar el capote de salida con el primero al ver sus arrancadas vacilantes. El animal perdió las manos en el caballo y en cuanto se descuidaba su matador claudicaba. El mérito del torero, en este caso, fue el temple que utilizó por los dos pitones hasta lograr que el animal no se cayera. No obstante, los muletazos no tuvieron emoción ni respuesta en el personal, porque estas faenas de enfermería no enardecen. La estocada, perfecta.


Paró muy bien al corretón y manso cuarto, dejándole el capote en el hocico para que se encelara con él. Fue una demostración de madurez y conocimiento. El principio de la faena, por alto y un buen pase de pecho. Se fue largo para que en la distancia el animal recuperara y a media altura consumó tres buenos muletazos, rematados con el de pecho. Otra vez desde lejos, en un intento de que el toro no doblara sus extremidades, lo que sí ocurrió en el tercer derechazo. Hay que destacar lo bien que llevó la faena para que el animal no claudicara ni se fuera. El torero lo puso todo, ya que la res lo único que quería era salir huyendo y lo consiguió al morir en las tablas.


Foto: Mauricio Berhó

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