Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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03/03/2007 | Olivenza | El Juli, Manzanares, Perera | Daniel Ruiz | Palmas y oreja con petición |
Memorable quite al cuarto toro del que se llevó una oreja y perdió la segunda por la espada
Olivenza (Badajoz). Sábado 3 de marzo de 2007
Con lleno de “no hay billetes” se han lidaido seis toros de Daniel Ruiz.
El Juli (de nazareno y oro) palmas y oreja con petición; José Mª Manzanares (de carmín y oro) saludos y oreja; y Miguel Ángel Perera (de verde y oro) oreja y palmas.
Saludó José Antonio carretero tras parear al cuarto
“El Juli también vuelve (por sus fueros)”. Por José Miguel Arruego (Mundotoro)
...en la histórica población extremeña el torero de Velilla ha dejado claro que es el gallo de pelea, el rey del mambo, el rival a batir. Y quien ose intentar destronarlo va a tener que currárselo. Palabra.
Primero se esforzó en ligar muletazos al desabrido animal que abrió la feria, un castaño de poca raza y ninguna fuerza, como si de esa faena dependiera el desarrollo de su temporada, y luego se destapó con una labor de gran calado, importancia y magnitud al que hizo cuarto, el animal más hecho del sexteto, con el que ya había puesto la plaza en pie en un quite de antología.
Citó Julián de lejos al toro, y recortó su viaje con una estoica y acompasada chicuelina, que hilvanó a una tafallera sin enmendarse un ápice. Así hasta dos veces y, en la tercera, un medio farol le sirvió para echarse el capote a la espalda y a continuación, dibujar una gaonera, limpia, grande, majestuosa…que levantó en avalancha al cónclave.
La faena de muleta tuvo momentos de inspiración, como una trincherilla portentosa con la que abrochó un jaleado prólogo, de inteligencia, por la manera en la que ganó la acción y le tapó la salida a su oponente, que ya amenazaba con rajarse, y de profundidad, por el modo en que obligó al toro por abajo a seguir los vuelos del engaño. Cambió la espada, y aún tuvo tiempo para, sin rectificar su colocación, ligarle al hilo de las tablas tres circulares invertidos, el último abrochado a un cambio de mano de dilatada ejecución. Importó poco que pinchara una vez y que tras la estocada el toro prolongase su agonía e incluso se levantara tras un error del puntillero. El respetable, consciente de lo presenciado, demandó el segundo trofeo y aclamó al madrileño en su jubilosa vuelta al ruedo.
“Un Juli soberbio se impone”. Por
A estas horas de la noche, todavía resuena en Olivenza la atronadora ovación que, puesta en pie, ha dedicado la plaza al completo a Julián López 'El Juli' cuando el madrileño ha rematado, con una colosal media, un soberbio quite. Julián había clavado, minutos antes, las zapatillas en los medios del cuidado albero y había citado, de lejos, al toro de Daniel Ruiz, el mejor presentado de un desigual y feo encierro.
Enfrontilado, El Juli le echó los vuelos del capote al colorado, que se arrancó como hipnotizado a la tela. Se sucedieron entonces tres chicuelinas y tres tafalleras sin rectificar un milímetro la colocación del torero. A cada lance el toro se sentía más podido y acortaba el viaje, pero cuando se pensaba que Julián iba a rematar, se echó el capote a la espalda y llegaron dos gaoneras, con los pitones rozando los muslos, de auténtico escalofrío.
Declaración de intenciones de Juli y la plaza rota por vez primera en toda la tarde. No le debió gustar a 'Lacerado' el que Julián le ganase la partida tan pronto, y a partir de entonces buscó la huída desesperadamente. Al menos tuvo una cosa buena, buscó la salida siempre humillado, siempre con el hocico en la arena. Lo que no había hecho ninguno de sus hermanos.
Julián apostó y volvió a sacar la garra que caracteriza y ha caracterizado a los grandes. Cuando todos pensábamos que no habría faena, el madrileño firmó, sin moverse de nuevo del sitio, tres ayudados ligados con una serie en redondo, sin inmutarse, corriendo la mano con gusto y rematando con un trincherazo que todavía dura. Esa fue la tónica de la faena:enfibrado, dejó siempre la muleta en el hocico del toro, ligando redondos y naturales sin rectificar terreno y evitando que el toro fuese a tablas.
Hubo una serie de muletazos de alto voltaje y cartel caro, otra de naturales pegado en tablas -con el animal ya rajado- y remate y adornos para paladear. Partida ganada a un mansurrón rajado y otro golpe de superioridad en la mesa, como queriendo decir 'toreros a mí'.¿Pensando tal vez en José Tomás?
Juli había estado muy por encima de su primero, un animal inválido y descoordinado que debió ser devuelto y que, pese a no tener posibilidad alguna de lucimiento, exprimió hasta casi llevarse una fea voltereta en uno de esos arreones de toro aquerenciado y mansurrón.
“El todoterreno Juli marca las distancias”. Por Patricia Navarro (La Razón)
...Le había tocado en suerte a El Juli y, vista la ausencia total de fuerza, poco pudo hacer. A la mínima, por muy suave que fuera el toque de muleta, el animal perdía las manos.Cuando se recuperó, o lo pareció, fue para peor. Topó, recortó el viaje y a punto estuvo de prenderle en un par de ocasiones. Labor digna la del madrileño que puso el colofón con una buena estocada.
El momentazo de la tarde lo conquistó El Juli ante el cuarto. Para que se hagan una idea, puso al público en pie nada más rematar un quite sabrosísimo, de los que empieza con un ¡ay! de miedo y acaba con gaoneras jaleadas con rotundos olés. Se presentía el lío que iba a formar. Y así fue. Emoción a raudales. Olor a figura grande del toreo. La quietud presidió una labor de fibra que gozó de mucha autenticidad. Sobre todo cuando en un palmo de terreno cosió, de forma literal, las medias arrancadas del toro, que se quiso rajar desde el principio. Fue Julián un todoterreno de inteligencia, poderío, entrega y habilidad. Un torerazo que paseó un trofeo, aunque mereció más.