Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
---|---|---|---|---|
09/06/2006 | Madrid | Luis Francisco Esplá, Luis Miguel Encabo, El Juli | Victorino | Palmas y ovación |
MADRID. Viernes 9 de junio de 2006
Feria del Aniversario. Lleno de “no hay billetes”. Toros de Victorino Martín. Tarde de lluvia prácticamente constante.
Luis Francisco Esplá (de tabaco con bordados azules) silencio y ovación con saludos; Luis Miguel Encabo (de azul pavo y oro) silencio y palmas; El Juli (de corinto y oro) ovación y ovación con saludos
“El Juli, torero grande, hace estallar la úlcera”. Por Mario Juárez (burladero.es)
Muchas de las miradas de la temporada estaban puestas sobre esta tarde. Era el gran reto de una primera figura del toreo, a la que, además, hace quince días habían robado la Puerta Grande en Madrid. Un torero que ha demostrado casi todo, al que han negado el pan y la sal en su plaza, en la que ha cuajado algunas de sus faenas más importantes, y que sin necesidad, sin obligación y sólo por compromiso personal, se anunciaba ante un reto de los gordos. Seguramente el más importante de su carrera.
Sin trofeos, salió airoso Julián. No extraña que el propio torero reconozca que ha sido su tarde más importante en esta plaza. Tuvo todo a la contra. Lo primero, la corrida, infumable, dura, prehistórica, de Victorino. José Vega lo define perfectamente en el análisis de los toros: “Volver a empezar” titula. Y es que lo de hoy fue eso: un catálogo de alimañas. Eso, por ser el ganadero de Galapagar. Cualquier otra tarde, con cualquier otro hierro, estaríamos hablando de una corrida mala. Sin paliativos. Pero con Victorino valen los eufemismos. Para algunos.
Cabe también la duda de si el ganadero quiso poner a prueba a El Juli. Si lo hizo, lo consiguió, pero salió malparado del envite. Pues Julián dominó a sus dos prendas y terminó muy por encima de tan pobre encierro. Hasta en eso pinchó Victorino.
La tarde, por muchas cosas, fue de El Juli. Aunque el grupúsculo de siempre tratasen de echar como pudieran la bilis interior que estalló con la úlcera que han ido acumulando este mes de toros. Jamás entenderé que ningún aficionado pueda desear o alegrarse con el fracaso de nadie. Ni los madridistas cuando quisieron echar a los técnicos. A pesar de ellos, el madrileño marcó la pauta de la tarde, e incluso, consiguió lo que pocos han hecho en Madrid: despertar a una sombra muy aborregada, que levantó armas contra los de siempre.
Pero hablemos de Julián. Cuando todavía no se ha borrado de mi mente el parón helador que el último Victorino hizo en los medios, y cómo ese torero aguantó, tiró y sometió al cabrón del toro, la tarde del de Velilla tuvo muchas más cosas. La primera: quitar la venda de los ojos a aquellos que dijeran que no podía con éstos toros. ¿Quién podría pensar algo así?
El Juli estuvo en lidiador, en torero importante, haciendo las cosas que pedían cada uno de sus toros. A su primero lo sacó a los medios en el saludo de capote, con el toro frenándose ya en los primeros lances, y el torero sacándoselo con las manos altas, sin obligar pero llevándolo muy toreado. Dominador. Ya en la boca de riego, las dos medias anunciaron un torero dispuesto, dominador, técnico y, a la vez, de gusto clásico. Hubo más con el capote de Julián.
El sexto tuvo mal estilo, directamente. A la primera no se frenó: se lanzó al pecho del torero. Así que tuvo que dominarlo por bajo, llevándolo también a los medios. Lección de dominador antes de dibujar otra media de las buenas. También hubo quites. Cual novillero, cual torero a por todas, no perdonó uno. Al segundo lo sacó del caballo –de ahí la expresión quitar- y al quinto, a pesar de que Rafael González se cruzó por medio, lo cuajó con dos chicuelitas muy ajustadas. Antes de otra media.
Con todo, lo más importante llegó después. Con la muleta y en la lidia. Torero firme, seguro y apostador. Como siempre han sido las figuras que han marcado una época. Su primero se le tiró, como en el capote, al cuello. Resultó gazapón desde el inicio de faena, acortando siempre un viaje al paso, buscando de reojo la presa. Lo sometió Julián, se hizo con él en series en las que no lo castigó pero sí le obligó a pasar, y por ello el albaserrada se reveló. A pesar de todo, El Juli, extrajo una tanda de mérito, mano baja, poder y temple. Mucho para un toro que tenía tan poco.
El sexto fue otro hijo de… Sin aparatosas hechuras, sin casta. Siempre por alto, huyendo de los capotes una vez lo pudo Julián, dejándose pegar en el caballo sin celo alguno…Sin apenas tiempo, se puso rápido con la muleta, con tres doblones de los buenos. Indicando al toro quién mandaba allí. El toro era como Zapatero, a la chita callando, con mil intenciones, más ninguna buena. De aviesas ideas.
Toro de cruz o cruz, que encontró el apoyo en el tendido de los de la bilis. Yo imagino que hasta Victorino disfrutaría de aquello. Todo era perfecto: un toro cabrón a más no poder, reventando a una primera figura, y con apoyo de la clá. Más no contó con Julián y su forma de jugarse la vida limpiamente.
El torero echó la muleta adelante siempre. Dejándola en el hocico de un animal que siempre acudió al paso, cual buey. Ese mismo toro, con el hierro de Araúz de Robles, sería un morucho. Con el de Victorino… ¿interesante? A mitad del muletazo, cuanto más lo llevaba toreado Julián, más se revolvía el animal. Siempre con la mente en las hombreras, como hizo desde que salió por chiqueros. Jugando a quedarse debajo, quieto, haciendo radiografías.
Y allí aguantó Julián las tres veces que el toro se le paró. Ni un milímetro movió las zapatillas, pese a las dos guadañas que le atenazaban. Las tres veces con esos pitones en la barriga –que no en el suelo, humillando- a punto de llevarse al torero por delante. Ese fue el momento en el que la sombra, tan aborregada hasta entonces como la corrida, estalló. Y comprendió la importancia y la dimensión de la tarde de Julián. Y reconoció algunos muletazos de impresión, un largísimo derechazo, casi todos ellos limpios. Un torero que sale muy reforzado de la feria, pese a que muchos –en el tendido, en el palco y como ganaderos- intentaron reventarle la triple apuesta.
“Tres tíos y seis pájaros de Victorino”. Por Zabala de la Serna (ABC)
Perdón por el retraso al abordar el gesto de El Juli, gesto que se valoró poco, incluso cuando se descaraba con el sexto, de pesada y correosa embestida. La mano derecha de Juli pudo mucho, con firmeza, sin fisuras; algún enganchón se reprochó como insulto grave; el toro se resentía de ir tan sometido. Por el izquierdo, el victorino se desentendía de la muleta, no del torero. El conjunto no se valoró por los zánganos que luego exigen gestos a las figuras. Ni ante el gazapón tercero, de medios pases y latente peligro siempre, al que pasaportó de un espadazo para viajar allí donde braman los toros encanallados.
“Tres toreros valientes y las alimañas”. Por Juan Posada (La Razón)
El Juli, al que se le observó con minuciosidad, dio la talla, en especial en la lidia al sexto, con el que se jugó la vida de manera limpia y llana.
El tercero también anunció su mala condición de salida, a pesar de que El Juli lo intentó y consiguió torear con el capote con bastante peligro. Más arriesgó en la faena de muleta, en la que después de cinco muletazos de castigo le plantó cara con la derecha, a pesar de los hachazos y rebañones que sufría al final de cada medio pase. A la salida de uno de esos compromisos, sin arredrarse, se echó la mano a la izquierda y logró dos naturales, el segundo muy relajado; pero al tercero, casi lo prende por la ingle. Siguieron muletazos de castigo y aliño hasta matarlo.
Con el sexto dio la medida de la clase de figura que es. Además de un valor a prueba de bombas, conoce y utiliza la mejor técnica del toreo, ya que sin ella hubiera sido imposible sacar pases al que cerró plaza. Muy cruzado con la derecha, muleta baja y ligeramente adelantada, en todas las series que interpretó. En una ocasión, el victorino, que siempre le miró los muslos, se le paró en el inicio de la embestida y El Juli lo aguantó, lo que levantó una ovación. Sin que el animal pasara por ese pitón, lo intentó con la zurda y aguantó los punteos en los dos primeros pases, al tercero lo quiso coger. Insistió con la plaza sobrecogida por su valor y tesón. Faena muy por encima de su enemigo. Torero honrado y capaz.
“Gallardía de la terna con una peligrosa corrida de Victorino”. Por Mundotoro
El Juli ha tenido una actuación importantísima con el sexto, aguantando parones y tratando de tirar para delante de un toro al que le molestaba embestir. Recogió la ovación del público. El tercero se revolvía en una baldosa y el madrileño arriesgó y estuvo a punto de ser volteado.
“Peligro bajo la lluvia”. Por Pérez López (burladerodos.com)
Lo más destacado de la corrida lo realizó Julián López "El Juli" en el sexto. Muy firme, muy técnico y muy valiente, plantó cara y sacó partido de un toro que tuvo peligro, pero el buen conocimiento del toreo, del toro y de la lidia del torero tapó las dificultades del animal. Con la muleta adelantada y bajando la mano sometió al toro, muy templado y asentado desde el primer momento. Aguantó parones y miradas sin inmutarse. Logró que el toro fuera por donde él quería, que no era fácil. Por el pitón derecho logró los mejores muletazos ya que por el otro el animal se quedaba muy corto. Se quedó muy quieto, estuvo firme y quiso demostrar a los aficionados que no venía sólo a matarla, sino a dar la cara y a demostrar que él también es capaz de enfrentarse a esta divisa. Con el tercero de la tarde que tuvo mucho peligro, a punto estuvo de ser prendido pues el toro apenas pasaba en la muleta. Mostró al burel por ambos pitones y ante las dificultades de éste, lo macheteó y lo entro a matar. Su labor en el último fue una clase de técnica taurómaca.