Crónicas

Crónicas de Julián López

Bilbao: Sensacional tarde de Julián López 'El Juli'

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
25/08/2005 Bilbao El Juli, Salvador Vega, Iván Fandiño El Ventorrillo Gran ovación tras petición y oreja


BILBAO. Jueves 25 de agosto de 2005


Plaza de Vistalegre. Aste Nagusia. Con lleno en lluviosa tarde, se han lidiado toros de El Ventorrillo.

EL JULI (de verde botella y oro) OVACIÓN TRAS FUERTE PETICIÓN Y OREJA
SALVADOR VEGA (de azul pavo y oro) SILENCIO Y SILENCIO
IVÁN FANDIÑO (de rosa palo y oro) -que tomaba la alternativa- OVACIÓN Y OVACIÓN


"El Juli marca la pauta de la feria". Por C.R.V. (Mundotoro)

Una faena impecable y torerísima de El Juli, bajo la puñetera lluvia, fue ninguneada por el palco presidencial que ocupa un tal Matías.
…al primer toro de su lote en una faena que no aguanta la comparación con ninguna de las anteriormente realizadas en la feria; incluso las premiadas.
El toro de la mejor faena de la feria era algo zancudito, cuesta arriba, muy serio y astifino y de salida dobló manos alguna vez, el piso no estaba perfecto por el agua, y lo lidió Juli sin torearlo, ordenando un análisis de sangre en varas, entrando la puya en buen sitio. Alejandro Escobar lo lidió con mimo, perdiéndole pasos antes de desplazarlo suave y Carretero y Fernández parearon guapamente. Una lidia de libro.
Del tiró se lo llevó El Juli al cetro del ruedo y le ligó ya mismo una tanda con la derecha de buen nota, pero aún sin obligarlo, luego otras más de mano más baja. Matías, que tiene el don divino de hacer que suene la música, la secuestró un ratito, faltaría más.
Sólo cuando la evidencia de un toreo ligado, enganchando las embestidas, cite por bajo y trazo igual, largo, muy ligado, ordenó que sonara. Oh cielos, gracias. Todo lo que siguió fue de gran calado: desde los circulares sumados a los cambios de mano cuando el toro quedaba abierto de la suerte, los tiempos entre tanda y tanda, el trazo perfecto de los pases…Una estocada trasera volcándose y un descabello. Caviar pagado a precio de chistorra.
El segundo toro de El Juli era un tren cuajado y hondo al que también castigó poco en el caballo. Ni tenía poder ni la entrega del anterior y embistió siempre por adentro, más por el lado izquierdo y puntando, protestando. Otra vez al centro del ruedo y otra lección porque supo leer las condiciones del toro, poderle sin tirarlo al suelo, cambiar de pitón en cada tanda, resolver con afarolados cuando el toro se que quedaba debajo…un mucho valor.

"El Juli firma dos lecciones magistrales." Por Iñigo Crespo (Burladerodos)

Dos faenas primorosas y a la vez distintas ha firmado hoy El Juli. Dos faenas en una tarde importante. Con una madurez de figura máxima del toreo. Responsable. Exquisito en las formas. En las de llevar la lídia. En la de torear con un temple, una cadencia y un ritmo de torero cuajado y profundo.
El Juli ha dado una dimensión de altísima figura. A su primero le ha cuajado la faena de mayor calado y profundidad de lo que va de feria. Un toro justo de fuerza al que las prodigiosas manos del madrileño han convertido en toro bueno. Con la muleta ha sido faena de plausible concepto. Prodigio de mágica técnica. Tres tandas iniciales de muletazos en redondo por el pitón derecho en el centro del ruedo han tenido perfecto metraje, largura, profundidad, ligazón, cadencia y gusto. Al natural hubo dulzura. Muletazos planchados. Ni un tirón. Ni un enganchón. Suavidad en los toques. En llevar toreado al animal con magisterio. Faena grande de un torero gigante.

La parte final estuvo salpimentada con una torería bella y hermosa. Hubo estética, compás, metraje. Una trinchera, un cambio de mano primoroso, un farol y un desplante. Gran faena. De mucho poso. De contenido alto. De colofón una buena estocada. Y un descabello. Faena de premio gordo. Hubo pañuelos, lluvia, griterio, paraguas, aplausos y petición. Ambiente de triunfo. La oreja estaba clara. Para todos menos para el Sr Presidente de Bilbao que no concedió la oreja ante la incredulidad de todos los presentes.

El Juli se repuso a esta inclasificable actitud y tuvo arrestos para dictar una nueva lección en el cuarto. Un toro noble, soso y rebrincado frente al que el madrileño volvió a estar importante. Menos profundo a la fuerza pero tremendamente valiente, suelto, firme, resolutivo. Llevó al animal a su antojo. Una faena basada en el toque y en la firmeza de planta. Quietud y ligazón en un palmo de terreno. Buena estocada y estaba vez hubo oreja. De peso. De fuerza. De figura. Y en Bilbao, Bilbao.


“Un Juli sobrado y un presidente falto”. Por Juan Posada. (La Razón)

El Juli, que realizó la mejor faena de lo que va de feria, en el segundo toro de la tarde de ayer, fue maltratado por el presidente al no concederle la oreja. Cierto que, cuando más intensa era la lluvia, la petición no fue mayoritaria, aunque sí abundante. No lo es menos que el presidente, falto de sensibilidad y de lógica, no tuvo en cuenta que en ese instante el personal estaba con los paraguas en las manos y cobijado en los impermeables; muchos pidieron el trofeo a voz en grito, que aunque no sea lo ortodoxo, sí es suficiente para que un usía con una «miajita» de imaginación entendiera la de
manda. No obstante, lo hecho por El Juli ahí quedó, aunque el máximo dignatario de la plaza no lo apreciara
El Juli lidió a la perfección al segundo, muy abanto, y realizó una excelente faena de muleta, en la que interpretando la ortodoxia más estricta, sacó pases por ambos pitones, perfectos, en especial los naturales. Situado en el lugar exacto, la media distancia, la muleta muerta ante el hocico al final de cada muletazo para atraerse al ejemplar con la suavidad que el animal tenía y mandarlo hasta el infinito, es decir, a su espalda. Fue lo más clásico de su labor, que más tarde aderezó con redondos y un ayudado por bajo por el pitón derecho, soberbio. La estocada, un tanto trasera, bien efectuada, y un descabello a la primera no fueron suficientes para que el presidente, demasiado poseído de símismo, le concediera la oreja. Hay que reseñar que había arreciado el «txiribiri» y mucha de las personas no pudieron sacar el pañuelo por esa causa, pero ahí quedó la excelencia de la faena, que el usía debió calibrar así como las circunstancias. No se puede ser tan tarugo.
Lidió muy bien al cuarto, al que hizo un bonito y variado quite. La faena, con menos calidades que la anterior, abundó en rabia, en casta, la que deben tener los toreros cuando se sienten engañados. El toro no embistió en los comienzos con docilidad, sino con cierta aspereza. En esta fase aguantó y tragó, siempre con el trapo ante el hocico y alargando, poco a poco, el viaje. Una vez desengañada la res, se colocó en el sitio, la media distancia corta y, sin quitarle el trapo de la cara, le robó muletazos de reducido espacio, ya que el astado, cada vez más reservón, no alargaba la trayectoria.
Con la zurda, tragó y remató tres naturales de menor calidad con dos faroles, que levantaron al público. Finalizó, en un palmo de terreno, con medios muletazos, con el toro absolutamente dominado. Faena más comercial que la anterior, con excelentes detalles y rematada con una buena estocada. Esta vez, el presi no tuvo más remedio que sacar su pañuelo.


“Otra cumbre de El Juli”. Por Barquerito (El Correo)

Una oreja y sólo una cortó El Juli en la segunda de sus dos tardes de Bilbao. Si se midiera el toreo en orejas, no parecería demasiado. Lo que hizo El Juli valió mucho más y debió valorarse bastante mejor. En el primer turno, hubo petición no mayoritaria pero sí más que suficiente de oreja, pero el palco, tan largo otras veces, se enrocó y se negó. Un escamoteo. Como estuvo algo más que lloviznando durante toda la faena y tras doblar el toro, la gente pareció más pendiente de no mojarse que de premiar a El Juli como merecía. A El Juli pareció dolerle la negativa.
Él sabría bien lo mucho bueno que había hecho con ese primero de los dos toros que mató. Mejor que nadie. La faena entera, es decir, las partes y el todo, fue modelo de varias cosas: cabeza, valor, temple, sitio, entendederas, clarividencia, distancia, medida y gusto. Un toro que empezó medio trotando y rebrincadito estaba al cabo de poco más de diez muletazos puesto a pulso en las manos de El Juli. Esa muleta casi diminuta de Julián fue a la vez látigo de domador y mano que acariciaba al toro en cada viaje. La trama fue de un rigor impecable. Tres muletazos de apertura por delante para sacarse el toro al platillo, un molinete obligado o de recurso cuando el toro intentó adelantársele Y se acabaron las pruebas. En el anillo mismo, como si fuera un pináculo, a la vista de todos, dos tandas de cinco en redondo, ligadas en el sitio, con el toro prendido y vuelto a prender, y el de pecho en las dos tandas.
Aquella embestida un poco rebotada de salida y hasta después de banderillas ya se había tornado llana balsa. Entonces pudo El Juli torear muy despacito y por las dos manos. Con fácil y suelta firmeza. Como si no le costara nada estar ahí. De tanto poder El Juli, el toro parecía pura sumisión. Lo parecía, pero por el pitón izquierdo estuvo a puntito de llevárselo por delante en un regate. Del susto del regate salió crecido El Juli. Más embraguetado a partir de entonces. Más baja la mano. Y por eso se le fue
acabando al toro el gas en cada nuevo viaje. El Juli levantó el pie, vació por alto con faroles, se adornó con lindas trincheras, todo en un mismo hilo solo.
Faena redonda. Siendo tan ortodoxa, y a pesar de su seguridad de gobierno, fue también pura improvisación y un golpe de arrojo. Muchos golpes. Tan diligente, tan inteligente, tan valiente El Juli. Las tres cosas. Cerró al toro a las rayas casi con la mirada, atacó en le suerte contraria y de largo y con la mano por delante, el toro lo vio venir, echó la cara arriba y en el momento en que entraba la espada algo trasera, El Juli soltó el engaño. Reculó el toro, El Juli acertó al primer descabello. Mínima la pausa. Pero enfrió un poquito. En las gradas, contaron más los impermeables o los paraguas que los pañuelos vendidos. El Juli no vendió gestos ni súplicas. Fue un pecado dejar sin oreja en Bilbao faena de tan hermosa precisión.
El Juli se tomó venganza como es preceptivo cuando se trata de una figura del toreo. De un número uno auténtico. La venganza o lo que fuera consistió en jugarse el pellejo con insolente descaro en el segundo de los toros de turno, que fue revoltosa prenda. A diferencia del segundo, que al ser sometido vino a domarse, este cuarto, de serio cuajo Y con dos pitones de los de Bilbao, se puso a protestar por todo. A escarbar y apoyarse en las manos, a berrera, a claudicar engañoso cuando El Juli le obligó tres veces seguidas a venir por abajo. A meterse y a medir, a reponer
Ajuste imponente
Ninguna de las trampas del toro terminó de saltar a la vista. Las tapó El Juli. Con la muleta, que es la única manera. De alto riesgo la faena para someter tanta resistencia. Asomó esa pureza de la que tanto se habla entre los puristas. ¿Pureza? Pues eso que hizo El Juli: torear con un ajuste imponente, enganchar por delante, acompasar los vuelos y el viaje, rematar por abajo, poder, obligar y dibujar.


Fotos de Maurice Berho



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