Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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13/08/2005 | Gijón | El Cordobés, Rivera Ordóñez, El Juli | Conde de Mayalde, Torrestrella | Ovación y dos orejas |
GIJÓN. Sábado 13 de agosto de 2005
"He ganado en oficio"
Plaza de toros de El Bibio. Gran lleno. Cinco toros de Torrestrella, nobles, y un sobrero, el sexto, de El Conde de Mayalde, peligroso y muy complicado.
Manuel Díaz EL CORDOBÉS (de carmín y oro) OVACIÓN Y DOS OREJAS
RIVERA ORDÓÑEZ (de rioja y oro) OREJA Y OREJA
EL JULI (de grana y oro) OVACIÓN Y DOS OREJAS
“El Juli, en maestro, y los toreros mediáticos se alzaron con el triunfo” Por José Luis Suárez-Guanes (ABC)
Pero lo más importante lo hizo El Juli en el sobrero de Mayalde. Antes había estado muy bien al torear a la verónica. Mejor en la media posterior. Excelentes las chicuelinas y los faroles invertidos de sendos quites. Suave y pausado el prólogo, con gran remate de pecho. Toreo ligado y ceñido con la derecha, pero menos lucido con la izquierda, con el toro más aplomado en dos tandas sucesivas, aunque siempre en maestro. La estocada baja difuminó el posible premio.
El sexto fue devuelto por cojo. Con el reserva, El Juli cumplió al lancear. Se peleó con la derecha y, poco a poco, lo supo llevar por buenos caminos en nuevas intervenciones con las dos manos. Encajó la pegajosidad de la res, se adornó con gusto y se le vio el grado de sazón que ya le observamos en Burgos y Santander.
“Importantísima faena de El Juli”. Por Alba Rueda (Mundotoro)
Sin embargo, el suceso del festejo lo ha portagonizado El Juli en el último toro de la tarde, un peligroso sobrero de Conde de Mayalde, complicado y muy difícil de estar de delante porque probaba mucho en cada muletazo.
El madrileño ha realizado un esfuerzo increíble en un trasteo de gran magnitud y dimensión del que el torero acabó exhausto. Antes también había estado meritorio con el noble tercero.
“El Juli conecta con el toro…” Por Javier Prieto (Burladerodos)
El Juli dio una gran dimensión de figura. Variado y profundo con el capote en su primero, al que toreó de muleta con empaque y gusto sin que el público le echara la cuenta que merecía. Con el sobrero de Mayalde estuvo hecho un tío. Sin dudarle en ningún momento, se puso por el pitón izquierdo, cuando la mayoría pensábamos que no tenía ni uno, y a base de cruzarse, bajar la mano y ligar consiguió poner la plaza a revientacalderas. Lo reventó con la espada tras un pinchazo y cortó el doble trofeo para acompañar a sus colegas por la Puerta Grande.
Por José Carlos Arévalo (6toros6)
Fue una corrida triunfal, con los tres toreros a hombros, pero en su centro sucedió algo
preocupante, una sombra cargada de interrogantes: ¿por qué la mejor faena de capa y muleta, el toreo más ceñido y auténtico y la estocada de mejor ejecución apenas merecieron unas frías palmas como premio? Es cierto que el público compensó a El Juli con la concesión de las dos orejas del sexto -por otra parte, muy merecidas- como si reconociera su fallo, pero tan buen talante no explica que lo mejor de la tarde fuera lo menos valorado.
En efecto, El Juli recibió al tercero con unas mecidas verónicas, rematadas con una media de gracia arrebatadora y una elegante revolera. Lo llevó al caballo con chicuelinas al paso de perfecto dibujo, y quitó por unas caleserinas de escalofriante ceñimiento y bello trazo. Tras la consabida pita por no banderillear, el madrileño inició el trasteo por alto, dejando pasar a un toro de embestida corta y que no humillaba. Lo toreó con mucho mando por el derecho, primero dando distancia para ayudar a la embestida, y, poco a poco, acortándola y vaciando los viajes hacia adentro
para que los muletazos fueran completos.
Hasta que con la izquierda redujo espacios de forma inverosímil y los naturales que enjaretó al renuente morlaco resultaron emocionantes, asfixiantes, magníficos. Fue todo lo contrario al encimismo, pues esa distancia era la requerida por el toro para embestir.
Tan intensa faena la remató El Juli bajo la misma ley con que había toreado, perfilado en corto y por derecho. Y tras un enorme pinchazo, una gran estocada dio paso a un momento mágico: cuando el toro buscaba la muerte en tablas y le dieron espacio para morir, el animal avanzó hacia El Juli y le puso la testuz en su cuerpo. El torero, impávido, le sacó la espada mientras el toro le deslizaba los pitones por la pechera en su camino para tumbarse definitivamente en los medios. Fue la rúbrica soñada para una apoteosis torera incuestionable... pero que, vayan ustedes a saber por qué, nunca llegó.
…De ahí que la inteligente y valerosa faena de El Juli al sexto tuviera en cuenta estas suertes menores. Por incluidas oportunamente se fue a hombros y no a pie.
Por Manuel Illana (Aplausos)
Por si quedaba alguna duda de quién es y como está el Juli en estos momentos, procuren ver las imágenes de sus dos faenas en Gijón. Los que las vimos y vivimos en directo -porque para vividas fueron- disfrutamos con la autenticidad, madurez y reposo de toda una figura del toreo. Sin concesiones a la galería y siempre bien colocado. Todo un primor vede lancear a la verónica, quitar por caleserinas, llevar por chicuelinas al caballo y torear con la verdad de los elegidos. El torero lo vive, Domínguez lo saborea, y el público lo disfruta. Dos toros y dos faenas distintas pero geniales.