Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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03/08/2005 | Huelva | Ponce, El Juli, El Cid | Santiago Domecq | Ovación tras petición y dos orejas |
HUELVA. Miercoles 3 de agosto de 2005
Con los tendidos llenos se ha lidiado una corrida de Santiago Domecq
ENRIQUE PONCE (de grana y oro) OVACION Y DOS OREJAS
EL JULI (de azul pavo y oro) OVACIÓN TRAS PETICIÓN Y DOS OREJAS
EL CID (de azul marino y oro) VUELTA Y OVACIÓN
“Magistral El Juli”. Por Álvaro Acevedo (Mundotoro)
Magistral El Juli, en una actuación redonda de principio a fin. Suave, templado, sobrado, y cuajando naturales limpios y de muleta tersa, a un toro noblote y blando al que Julián acarició en cada muletazo. Lo del quinto, mansurrón, sin emplearse en los primeros tercios, fue una lección de lo que es El Juli: la primera figura del toreo. De salida, como el toro apretó hacia dentro, el maestro se salió a los medios y remató la serie de capotazos con una inconmensurable larga. Y con la muleta, hipnotizado el toro desde el primer muletazo hasta el último, conduciéndolo alrededor de su cintura sin mover una zapatilla, le hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso. Con la muleta a dos milímetros de los pitones, El Juli dio un curso de bien torear, si por torear entendemos hacer pasar al toro por donde no quiere ir. El Juli ejecutó naturales, redondos, circulares, cambios de mano y pases de pecho de una perfección sólo posible en mentes preclaras, y cuando tiró al toro sin puntilla al segundo intento, le dieron las dos orejas más justas de toda la feria.
“Realmente importante”. Por Fernando Carrasco (ABC)
Firme y realmente importante también anduvo toda la tarde El Juli, en su condición de figura del toreo. Dejó esbozos con el capote en su primero y cuidó que no le diesen en el caballo. Por alto al principio, supo darle los terrenos adecuados y enjaretar una faena de una disposición tremenda, hilvanando los muletazos y rematando detrás. Muy de verdad, atacando en corto y no dejando pensar al burel. El circular de espaldas final ligado con el de pecho puso en evidencia el buen momento de Julián. Lástima de espada.
Esa disposición la volvió a repetir ante el quinto. Espoleado por el triunfo de Ponce, El Juli arreó desde que salió su enemigo. Si bien se quedaba un poco corto al final de los muletazos, la colocación del madrileño y la forma de ofrecerle la muleta dejaron a las claras el por qué es una figura del toreo. Una faena intensa en la que no cedió ni un ápice el torero, que hizo pasar al toro por dónde él quiso. Madurez profesional traducida en un toreo muy de verdad y profundo en muchas ocasiones. El pinchazo previo no influyó para la concesión del doble trofeo.