Crónicas

Crónicas de Julián López

Valencia: El Juli, una oreja, ofrece una tarde asombrosa

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
17/03/2005 Valencia César Rincón, El Juli, El Capea Jandilla Ovación tras petición y oreja


VALENCIA. Jueves 17 de marzo de 2005


Galería fotográfica del triunfo de El Juli en Valencia

Feria de Fallas. Con la plaza llena se han lidiado seis toros de Jandilla

CÉSAR RINCÓN (de tabaco y oro) OVACIÓN Y SILENCIO
EL JULI (de berenjena y oro) OVACIÓN TRAS PETICIÓN Y OREJA
EL CAPEA (de grana y oro) SILENCIO Y SILENCIO



El Juli se hace maestro. Por Zabala de la Serna (ABC)

La imagen de El Juli, que ya se revalorizó en Castellón, creció ayer en Valencia. El Juli se ha hecho maestro. Da gusto verle en la plaza, la colocación, el sentido del temple, la técnica perfecta. No se puede estar mejor que como él anduvo con el voluminoso quinto. Ni un tirón, ni un trallazo, todo suavidad. Ahora está sereno, cuajado, dominador de la escena y el toro. El populacho le reprochó que no agarrase los rehiletes, ignorante de su transmutación y de su abandono de los palos. Y se lo recriminaron hasta cuando paseaba una oreja de auténtica ley. Qué muletazos tan largos, qué sentido de la media altura para que el morlaco de 604 kilos no perdiese las manos. Sinceramente, y en resumen, salvo a cuatro catetos, Julián gustó mucho, mucho. Los broches de faena que realiza andándole a los toros, con lo difícil que es andarle a un toro, con armonía y ritmo, para mí representan algo muy distinto y especial, incluso por encima de los naturales ligados y los redondos hilvanados que trazó sobre caminos de seda. Me confieso enamorado de una tauromaquia añeja que se perdió en el túnel del tiempo.

El Juli jugó con el burraquito segundo, una especie de peluche entrañable, medio bobalicón y sin la necesaria importancia para que todo lo que le hizo Juli calara. Lo llevó cómo y por donde quiso, muy asentado, con algún pase de pecho descomunal. Como siempre, en su estilo de matar, se fue trasero con la espada.

... De cualquier manera, va a ser un año importante para El Juli. Lo presiento. Es el momento. Está en su escalón. El de maestro.


La solidez de un torero llamado Julián. Por Carlos Bueno (Burladerodos.com)

No hay quien lo entienda; al menos yo no lo comprendo. Supongo que quienes silbaban a El Juli a su salida de la plaza, y no eran pocos, tendrán un porqué. Será un motivo personal. Les habrá robado una novia quizá. O será por cuestión de alguna herencia tal vez. A lo mejor es que les debe dinero. Sea lo que sea, tiene que ser por algún asunto particular. Desde luego por su actuación en la plaza no puede ser, porque Julián estuvo hecho un torerazo en el ruedo, y dio una dimensión mucho más apabullante y sólida que en ocasiones anteriores. Atención, porque este nuevo Juli va a dar mucho y bien que hablar. Lo que vaticinó en Castellón hace apenas quince días lo ha ratificado en Valencia de forma contundente.
Por lo relatado, ya se pueden imaginar que El Juli estuvo en figura del toreo desde que se abrió de capa. El quite por chicuelinas -despacioso y ceñido- que hizo en el toro de Rincón era toda una declaración de intenciones de lo que iba a hacer esa tarde. ¡Y vaya si lo hizo! Y eso que fue pitado en sus dos toros por no banderillear. ¡Pero cuándo se va a enterar el público que ya no clava banderillas!
Bueno, pues con la gente a la contra Julián dio la vuelta la tortilla en su primero gracias a un toreo ligado y de mano baja, quizá demasiado poderoso en principio, pues el toro acabó protestando tanto sometimiento. Así, a las primeras tandas, muy continuas y sin apenas respiro, sucedió un toreo más encimista pero igualmente ligado, en el que el astado pasaba una y otra vez alrededor de un Juli mandón y autoritario que seguía atornillado al albero. Después pinchó.
En el quinto, además de silbarle por las banderillas, también hubo quien pidió tercamente que acabase pronto con aquel zambombo que parecía no poder desplazar sus más de 600 kilos. Entretanto El Juli sonreía. Y poco a poco, suavemente, como se hacen las cosas con cariño, fue afianzando al peso pesado, que acabó siguiendo con denuedo la templada franela del madrileño. Además supo aderezar el guiso con detalles de variedad antes de pegarse el último arrimón. Desde luego nadie perdió la vista del ruedo. Luego mató de estocada trasera y desprendida, lo que no fue óbice para que se le concediera una oreja.
El gran momento que atraviesa el veterano Rincón habrá puesto a cavilar a más de un joven. Sus armas siguen siendo las mismas de siempre. Cite largo, luciendo al toro, zapatillas clavadas al piso, muleta por delante, pase largo y mandón, ligazón total y tandas largas, de seis y siete pases. Y la plaza claro, un clamor. Disfrutó con el que abría festejo el maestro colombiano, que no se cansaba de torear. Disfrutó y nos hizo disfrutar. Al menos hasta que cogió los aceros. Estocada tendida que escupió enseguida el animal; intento de descabellar y nueva estocada. Todo perdido. Con el cuarto, que embestía descompuesto y siempre a la defensiva, nada pudo hacer.


El Juli, una oreja contra viento y marea. Por Juan Posada (La Razón)

Las figuras del toreo, los que mandan, tienen el corazón grande y encajan más golpes que un peso pesado. No les afectan las adversidades y sólo reaccionan cuando están delante del toro. Por dentro, la caldera a tope, hasta arriba de vapor que sale dosificado por la inteligencia, cuando es preciso. El Juli, antaño el niño mimado de todos, disfrutador de halagos unánimes, se sobrepuso ayer al talante hosco de la minoría, logró callarlos, convencerlos y, al final, entusiasmarlos. Ésa es la gran diferencia de las figuras del toreo con los que no lo son.
El público, un tanto frío estos días, se enfadó con él por no banderillear, algo que no hace desde hace un par de temporadas. Todos lo saben o debían saberlo. El caso es que, sin aspavientos, se empeñó en sus dos toros, en especial en el quinto, hasta volver las lanzas cañas.

El Juli, con el bravo y suave segundo, tuvo que atender en primer lugar a mantenerlo con fuerzas, es decir, utilizó la media altura en los primeros derechazos. Una vez el toro metido en el engaño, lo bajó y, muy firme, lo llevó una y otra vez. No se centró con la izquierda y el público comenzó a impacientarse. Echó mano de recursos y los tres o cuatro redondos por la espalda calentaron y medio contentaron a la afición. El pinchazo y la estocada no fueron suficientes para que le concedieran la oreja.
En medio de una fuerte bronca por no banderillear comenzó su meritoria labor con el quinto, en el centro del ruedo y sobre la derecha, sin que el personal se inmutara en las dos primeras tandas. Reaccionaron tras los naturales y un buen pase de pecho, y ya todo fue sobre raíles. Más naturales y derechazos, y tres últimas tandas zurdas descongelaron el ambiente. Faena de torero avezado, inteligente y con una gran presencia de ánimo, lo que no es fácil ante una parte del público que, desde el inicio, se decantó en su contra. Y es que los millones que ganan las figuras, al principio relativamente fáciles, en lo que cabe, cuando pasa cierto tiempo se vuelven más y más difíciles. Pero ahí está el misterio de los grandes. Y por eso lo son, precisamente.


Entérense, El Juli no banderillea... ¡Pero cómo torea!. Por Rafa Carrión (Mundotoro)

Parece mentira, con lo bueno que es el público de Valencia con los toreros y qué tremendamente injusto fue su comportamiento de hoy con El Juli. Y todo porque no banderillea. Todavía no se han enterado. Pues sí, señores, El Juli esta es la segunda temporada que no pone garapullos. Pero lo más triste es que apenas supieron valorar la excelente actuación del madrileño ante sus dos toros.
Con el quinto, al que le cortó la única oreja de la tarde, lo supo hacer desde un principio toreándolo a la perfección sobre ambas manos hasta que el Jandilla se paró, luego vendrían los circulares que sí llegaron con más fuerza al respetable, pero como les supo dar tiempo y dejó que se repusiera aún pudo recrearse en una gran tanda con la mano izquierda. La oreja me parece un premio rácano para valorar tan gran actuación.
También se pegó un arrimón con su primero, al que terminó por imponerse en una labor en la que condujo con exquisito temple y suma largura las temperamentales acometidas de su antagonista en otra labor de mucha magnitud que se quedó sin premio por un pinchazo y una estocada trasera de la que el toro tardó en rendirse.


El Juli, como nunca, salvo con la espada. Por Barquerito (El Correo Digital)

El Juli toreó a placer un toro. El quinto de la corrida de Jandilla. El más grande de los seis. Más de 600 kilos. Los aparentaba. Hasta que El Juli decidió pasarle la garlopa. Hacerlo, además, con esa resolución tan clásica en él: de modo que al tercer muletazo ya estaba el toro visto. O vuelto a ver, digamos.

Fue generoso El Juli con el toro. Exquisito el trato. Generosa y exquisita, por tanto, una faena que tomó enseguida vuelo. Ya estaba ordenada y armada al cabo de dos tandas en redondo suavemente ligadas en el sitio. Cuando el toro pareció a punto de pararse, El Juli le dio un brevísimo descanso. Pero cuando Julián volvió a meterlo en la muleta, que fue como si lo invitara, el toro respondió con renovada entrega, más largos viajes, todavía más nobleza. Generosidad correspondida.

La faena fue casi entera en los medios, abundante por las dos manos, todavía más generosa con la zurda que con la diestra. De una calma empastadísima, de una quietud y una arrogancia muy notorias. De una autoridad y una categoría nada comunes. El final resultó pura maravilla. Los dos muletazos cambiados que dejaron igualado al toro tuvieron acento tan clásico que parecieron ellos solos lección de toreo.

La faena tuvo desde el principio y casi hasta el final un impensado lastre, y fue que los que llevaba enfurecidos la tarde entera con El Juli porque no había puesto banderillas estuvieron silbando y rezongando y hasta diciendo que no. La plaza no llegó a volcarse entera. El Juli se atracó con la espada pero agarró estocada caída. El colofón con la espada no fue el ideal. La faena, insuperable. Una oreja. Nada más que una.

El malquistado encono de los que protestaron incansables por la renuncia de El Juli a coger las banderillas se dejó ya sentir y no poco durante la primera de las dos faenas de Julián, que fue también de mucho talento, de precioso orden. Pero no tuvo remate con la espada. Mejor que nunca El Juli, salvo con la espada.


Sólo una oreja pese a dos importantes faenas de El Juli. Por José Antonio del Moral (Ocio crítico)

Lo de 'El Juli' merece punto y aparte porque ayer volvió a dejarnos con la boca abierta ante su prodigiosa y contundente transfiguración torera. Con sus dos toros no solo logró trocar en 'cañas' las inexplicables 'lanzas' que muchos espectadores le lanzaron verbalmente por negarse a banderillear - algo ya ridículo porque lleva dos años sin hacerlo - sino además mostrarse realmente magistral y fiel a la versión que últimamente prodiga combinando la precisión y la improvisación muleteras hasta alcanzar la superlativa perfección. Cuando, por fin, pudo pasear la oreja que le concedieron del quinto toro pudimos verle muy feliz, enormemente satisfecho.


Fotos: Mauricio Berhó


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