Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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04/03/2005 | Castellón | Finito de Córdoba, El Juli, Miguel Ángel Perera | Fuente Ymbro | Oreja y ovación |
La espada impidió que El Juli saliera de la feria de la Magdalena con más trofeos
CASTELLÓN. Viernes 4 de marzo de 2005
Con casi tres cuartos de entrada se han lidiado seis toros de Fuente Ymbro
FINITO DE CÓRDOBA de negro y plata (OVACIÓN Y OVACIÓN)
EL JULI de blanco y oro (OREJA Y OVACIÓN)
MIGUEL ÁNGEL PERERA de marino y oro (OVACIÓN Y OREJA)
El Juli, en plenitud de su madurez. Por Juan Posada (LA RAZÓN)
El público en ocasiones es injusto, quizá porque cuando se exalta no ve las cosas como son y cuando está en contra de algún torero, por influencias, no quiere apreciarlas. El Juli sufrió ayer esas consecuencias. No lo quisieron entender aunque la gran calidad del toreo que desarrolló en sus dos enemigos resultó evidente. Tanto que, al final, no tuvieron más remedio que reconocerlo. Este diestro, ya un adulto, ha pasado a la categoría suprema en la que sólo entran los privilegiados. Espoleado por su tremenda afición, sostén de su inmenso conocimiento, dio ayer una lección de torear bien y, en especial, de cómo se solventan las situaciones ante el toro.
El Juli, muy animoso con el capote, aunque parte del público no se mostró muy condescendiente con él. El quite, a la antigua, vistoso y variado. Pero donde se creció fue con la muleta ante un toro pegajoso y molesto que no lo dejaba estar a gusto. A fuerza de cruzarse y dejar el engaño puesto ante el morro en la salida de los muletazos, consiguió ahormarlo poco a poco, aunque el personal no se entregó ni en una serie de naturales muy buenos.
Auténtico
Estallaron en olés en un farol y otro pase de vueltas. Y ya, de ahí en adelante, con El Juli dueño de la situación y el toro metido en el engaño, llegó lo mejor de la faena, mejor dicho, la auténtica faena. Centrado, despacioso y gustándose completó una docena de pases por ambos pitones, magistrales.
Mejoró con el quinto, al que realizó una faena en el centro del ruedo sin importarle el viento. Muletazos diestros y siniestros, cada vez a más, muy bien situado y alargando los pases en cada serie. Citó desde largo cruzándose al pitón contrario desde esa distancia, base del toreo, lo frenó y lo llevó hasta el final con suavidad y ritmo. Faena de torero cuajado y con un valor que nace de su desmedida afición. Se le notaba a gusto ante el toro, que no fue fácil.
El Juli y Fuente Ymbro: el resultado no reflejó un buen partido. Por Zabala de la Serna (ABC)
Seguramente el resultado no refleje lo que fue el partido. A veces pasa, supongo, querido Enrique Ortego. Ves un buen partido y por hache o por be el marcador no recoge lo que de verdad ha sucedido en el terreno de juego, llámese ruedo o rectángulo. Aquí, por encima del marcador, El Juli mereció más comprensión u otro reconocimiento y la corrida de Fuente Ymbro, un mayor «golaverage» (en contra o a favor, que en los toros no se sabe).
El Juli volvía a Castellón tras un año de ausencia o castigo; El Juli regresó con una corrida de irreprochable presentación, conviene decirlo y resaltarlo, porque cuando se le ha criticado por lo contrario también se elevaron titulares para menoscabo de su gloria. Y El Juli anduvo con el toro sencillamente perfecto. Incomprendido pero perfecto. Parte de la plaza le protestó una oreja de ley que debió pasear y no devolver. Porque por cuatro o cinco, o los que quiera usted contabilizar como voces protestantes, no debe ni puede dejar con el culo al aire a los que dieron la cara con el pañuelo al viento. Luis Miguel se los hubiese pasado por el forro de la taleguilla, a los contestatarios, una minoría. Tan bien sabe El Juli como yo que el premio era de una justicia indiscutible. Por cómo ligó, centró, sometió, endulzó y alargó las, en principio, cortas embestidas del fuenteymbro. Buen toro aunque no tan bueno como lo hizo él. Además el quite por chicuelinas, medios faroles y gaoneras recordó una juventud hoy madura.
Julián volvió a estar en torero cabal con el encastado quinto, que derribó y mereció dos puyazos para tanta bravura. Por dos veces hincó los pitones en la arena, en inacabados volatines, pero no por falta de fuerza. La faena fue de menos a más. No era fácil conducir las continuas repeticiones. Había que estar listo para ganarle la acción, y lo estuvo. El escudo defensivo de la afición actuaba de frontón, como si no calasen sus méritos en los tendidos, en especial dos series con la mano izquierda, una ayudado por la espada, quizá por el viento molesto. De todo, brilló ese camino tan orteguiano andando o acompañando los viajes últimos hacia adentro, muy Ortega, transferida la lección por el verbo sabio y castellano de Domínguez, seguro. Esas cosas no calan, pero yo daría una mano por verlas con más frecuencia. Dos notas más: que El Juli se ha estilizado o el blanco le cae como un guante y que a pesar de no haber estocada contundente mereció dar la vuelta al anillo con fuerza. Sobraron un tanto de metraje y el aviso, y faltó su habitual contundencia estoqueadora.
El Juli arranca con fuerza, son y ganas. Por Barquerito (COLPISA).
EL JULI hizo dos notables faenas. Diferentes, discurridas, contundentes. En común tuvieron varias cosas: capacidad, ritmo, seguridad e inteligencia, por citar cuatro de ellas. Fueron trabajos muy adecuados, serenos, de torero valeroso. Faenas servidas al gusto y uso de cada uno de los dos toros que sorteó. En función de las condiciones de uno y otro.
Paciente la del segundo de corrida, que fue toro al que hubo que convencer, asentar y medir porque tuvo tendencia a distraerse y salirse suelto de las suertes. Y, además, a adelantar y reponer por las dos manos. Suave pero en inequívoca actitud de ataque la del quinto toro, que escarbó nervioso de salida, derribó en la primera vara con la renuncia cómplice de un caballo frágil y acusó, además, los efectos de un segundo puyazo acaso excesivo y dos vueltas de campana con los pitones enterrados las dos veces.
Las dos fueron faenas largas y abundantes. Pero no monótonas, pues lo mismo en una que en otra El Juli se llenó de sentido cuando estuvo en acción, que fue siempre. Tenaz, constante, firme, despejado el torero, que volvía a torear en Castellón tras un paréntesis de un año y después de un sonado batacazo en la Magdalena de 2003. El público estuvo de partida algo refractario. Y no sólo de partida. La oreja del segundo, concedida por mayoría visible, se encontró con un corito disidente y El Juli, en gesto de amor propio, decidió devolverla, se metió al callejón y se negó a dar la vuelta al ruedo. En el mismo callejón recogió la ovación de desagravio.
La faena, rematada de pinchazo hondo y un descabello, tuvo tres fases que se acabaron fundiendo. En la última, y con la mano izquierda, El Juli llegó a torear a cámara lenta, a ligar en un palmo y a rematar con pases de pecho enroscados con gran donaire. El toro, que se frenó en el capote y rezongó al principio un poco, terminó rendido y de seda casi. Ligar un natural con un farol y el de pecho, bucle clásico en su tauromaquia, lo hizo El Juli hasta dos veces. También, prender por el hocico al toro cuando amenazó con negarse o irse. Y abrirse en los medios dando distancias. Lo hizo con el capote, en un primera declaración de intenciones que fue uno de sus tradicionales quites mixtos, y volvió a hacerlo cuando hubo que apostar ya en el cara a cara de la muleta.
Todo eso dará una idea de la resolución con que El Juli abrió temporada en España. Ni el frío ni el viento lo arredraron. La primera faena fue lección de toreo bueno. La otra, en cambio, tuvo más chispa y arrebato, descaro, carácter. En las tres tandas con la zurda, fuera de las rayas y a pesar del viento, El Juli llegó al quinto muletazo ligado sin el menor apuro y, cuando quiso, se enredó en dos ovillos de pases cambiados sin rectificar. Los méritos se reconocieron sin reservas. Pero a El Juli le falló la espada. No lo vio claro. Un pinchazo sin pasar, media muy tendida y trasera y un descabello. Poco premio para una salida tan certera.
El Toreo no entra en algunas cabezas. Por CRV (MUNDOTORO)
Hay gente que no le entra el toreo, como a mí no me entran los logaritmos. En mi época de estudiante en Salamanca conocía a uno de Gijón que lo bordaba con los logaritmos, pero era un negado para ver toros. Lo bueno de ser negado para los logaritmos o para las ecuaciones de matemáticas es que les pegas un corte de mangas, te decantas por las letras y dejas de sufrir. Lo malo de ser un negado para lo del toreo es que uno no disfruta, se gasta el dinero de balde, casi por obligación. Por ejemplo, los que hoy no vieron lo que hizo El Juli son de la especie humana a los que nunca les va a entrar el toreo en la cabeza. Pensándolo bien, ni los logaritmos. Ni las letras.
Se sacó El Juli el toro a los medios, sin importarle el viento ni la embestida con velocidad y rebrincada del toro, al que consintió en tres tandas sin permitir que le tropezara la tela. Era la paciencia para ir eliminando la aspereza y sacar el fondo bueno del toro, siempre con la muleta adelantada, cruzado en el primer cite, prolongando por abajo cada muletazo. En realidad hubo dos faenas, una de mayor templanza y despaciosidad, cuando el toro había mermado su velocidad e incluso se había abierto en exceso en los muletazos con salida hacia las tablas. Perfecto el torero mientras los entendidos en logaritmos creían que no estaban viendo nada, alegrándose de un pinchazo, otro hondo arriba y un descabello.
El quinto fue un toro cortito de cuello que empujó en el peto con la cara arriba, pero empleándose. Sacó casta el toro, pero con una movilidad sin atemperar y de escasa entrega. Otra vez se fue el torero a los medios y volvió a someter primero y a torear después. Cruzado siempre, dejando llegar al toro, muleta por delante, lo fue embarcando y sometiendo con profundidad. Cada vez que giraba el toro, se encontraba con la muleta. Esta vez algunos del bando de los logaritmos desertaron antes de dos pinchazos y un descabello.