Crónicas

Crónicas de Julián López

Enorme expectación con la vuelta de El Juli a la México

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
23/01/2005 México Eduardo Cuevas, Zotoluco, El Juli, Matías Tejela San Martín Pitos en ambos


PLAZA MÉXICO. Domingo 23 de enero de 2005

El Juli se encontró con el peor lote y con un duro ambiente por parte del público al conocer que no cubría el tercio de banderillas

Con más de tres cuartos de entrada se han lidiado seis toros de San Martín y uno, para rejones, de Marco Garfias

El rejoneador EDUARDO CUEVAS (Pitos)
ZOTOLUCO (de verde y oro) OREJA EN AMBOS
EL JULI (de blanco y oro) PITOS Y PITOS
MATÍAS TEJELA (de blanco y oro) OREJA Y DOS OREJAS

Cerca de cuarenta mil personas se reunieron en la Monumental de México ante el regreso de Julián López “El Juli”. El diestro madrileño no tuvo suerte al llevarse el peor lote de la corrida de San Martín. Julián, en una tarea muy dura, intentó remontar el ambiente de la plaza por ser sus banderilleros quienes cubrieron este tercio, e incluso se llevó una fea voltereta en su segundo toro. Con el capote estuvo brillante en un quite por chicuelinas.
A consecuencia de la voltereta El Juli resultó con un varetazo en el brazo derecho. Tejela, que confirmaba alternativa, cortó tres orejas, Zotoluco obtuvo un balance de oreja y oreja, y el rejoneador Eduardo Cuevas escuchó pitos tras lidiar un toro de rejones de Marco Garfias.

"Juli se jugó el físico y no se lo tomaron en cuenta". Por Marysol Fragoso (Ovaciones)
El matador español Julián López “El Juli” fue el factor de peso para que la ganadería de San Martín regresara a lidiar a la Plaza México, tras once años de ausencia. La buscó por su seria presencia y por buen juego que ha dado desde hace tres temporadas en diversos cosos de provincia. Quería asegurar un reencuentro con la afición metropolitana pleno de categoría. Sin embargo, por una de esas ironías que el destino nos tiene guardadas a cada individuo, su lote fue el malo del encierro.

La ilusión y las sonrisas que el madrileño mostró desde su arribo a las inmediaciones del coso, se transformaron en desencanto y, más aun, puso en peligro su físico con tal de lograr el triunfo a pesar de las circunstancias adversas.

Su primero, salió blandeando, por eso, únicamente pudo lucir con una media y tuvo que mantenerse escueto con el capote. La gente se le echó encima por no colocar banderillas, a pesar que se ha dicho hasta el cansancio que ya no ejecuta esa suerte desde hace un año, aun más, fuera de la plaza se colocaron carteles informando de ello.

El débil ejemplar se puso a la defensiva y Julián se tuvo que arrimar, a pesar de lo áspera que estaba resultando la embestida. Toreó con tersura con la mano izquierda, pero, el público que estaba todavía montando la bronca, no se lo tomó en cuenta. Para cuando se calmaron el toro ya no tenía un pase. A pesar de la determinación que mostró el madrileño ya poco pudo hacer. Terminó de pinchazo arriba y varios golpes de descabello.

El otro toro fue muy violento: en entrada, saludó a su lidiador tirándole un derrote directo al corazón. Vino el lógico desarme. Se bebió el diestro los derrotes de rebanadora y su pundonor lo llevó a hacer un quite por chicuelinas.

En esta ocasión, disminuyeron notoriamente las protestas durante el segundo tercio. Pero, se la cobraron cuando tomó la muleta, pues le exigieron más cuando y cuanto más se complico el toro.

Ese peligroso ejemplar lo derribó, paseándolo entre los pitones y cuando el torero estaba en el piso le tiró un pitonazo en pleno cuello, que gracias a Dios, lo alcanzó sólo con la pala, ya que de haber sido con el diamante, habría sucedido una tragedia, que quedó en una lesión en la musculatura del brazo derecho.

Ni así se conmovió la gente. Pero tampoco desmayó El Juli, que lo cambió de terreno y le pegó otras tandas más. Decidió entonces darle muerte y se retiró entre una incomprensible protesta.


Por José Antonio del Habra (Burladerodos)
El Juli no lo tuvo fácil. Por el contrario, se vio obligado a soportar la molesta y consabida bronca por el hecho de no cubrir el tercio de banderillas. La gente estuvo muy negativa con el torero de Velilla, más aún cuando comenzó a errar repetidamente con el estoque de descabellar durante la lidia del primero de su lote, un toro rajado y de embestidas cortas.

El sexto casi le echa mano con el capote, propinándole un fuerte palotazo en el pecho. En la muleta desarrolló sentido y por el pitón derecho rebañaba peligrosamente. Julián se esforzó hasta ser cogido de fea manera, hecho que no inquietó demasiado a la gente, en una nueva y clara demostración de preocupante indiferencia.

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