Crónicas

Crónicas de Julián López

Valladolid: El Juli en hombros tras otra tarde estupenda

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
09/09/2004 Valladolid César Rincón, El Juli, Finito de Córdoba Domingo Hernández Ovación y dos orejas


VALLADOLID. Jueves 9 de septiembre de 2004


Plaza de toros de El Paseo de Zorrilla. Más de tres cuartos de entrada. Toros de Domingo Hernández – Garcigrande.

CÉSAR RINCÓN (de tabaco oscuro y oro) OVACIÓN Y SILENCIO
FINITO DE CÓRDOBA (de grana y oro) SILENCIO Y SILENCIO
EL JULI (de grana y oro) OVACIÓN Y DOS OREJAS

La hermosura de ver a El Juli. Por Iñigo Crespo (Burladerodos)
Ver torear a Julián López "El Juli" es una hermosa delicia. Es saborear y paladear el buen toreo, el buen gusto. Disfrutar de un torero larguísimo en plena madurez. Dotado de un privilegiado sentido del mando y con una base técnica envidiable. Torero de despejada cabeza. De saber leer las faenas, ver a los toros y darles sus tiempos. No agobiarles y ser sobre todo paciente, templado, técnico y hermoso. Un torero con todo conseguido y que va cada día a más.
Y es que la rotundidad, el empaque, las templadas y bellas formas, la manera tan gráfica y extraordinaria de torear esta tarde al natural y la definición entera de la faena al sexto toro de hoy solo se puede calificar de majestuosa y profunda.
Una faena a un toro con sólo una virtud: la nobleza. A partir de ahí el toro ha tenido rebrincado viaje. Cara alta. Necesitaba mucho pulso y mucho mando. El Juli asentado y torero desde el inicio fue haciendo cada vez a mejor al toro. Le fue dando la distancia y los terrenos precisos. Le fue consintiendo pero a la vez mandando. Y le cuajó con soberano estilo.
La faena de El Juli ha tenido expresión y largura por los pitones. Ligazón siempre. Cosida. Llena de gusto y primor. Reposada y sentida. El diestro muy capaz, muy metido en la faena, mandando con holgura y finas formas. Una faena intensa y profunda.Belleza innata. Tecnicamente perfecta. Un binomio importante, la conexión entre técnica y arte. Una gran faena de un grandioso torero. De un diestro en plenitud. Capaz de superar a todo y a todos. De superar situaciones límites. De ganar siempre. Dotado de una raza de torero macho plausiblemente profunda. Cortó dos orejas, sí.Pero lo que de verdad cuanta en faenas como la de hoy, es la obra y el recuerdo.
Pero es que además frente al tercero ya puso el listón alto pues sacarle los muletazos que le sacó al descompuesto animal fue un prodígio de técnica y asentada capacidad. El toro tuvo cierta asperaza y mansedumbre. Siempre quiso tablas. El Juli le supo sujetar en los medios a base de templarle con firmeza. Asentado y entregado. Una faena de amplio contenido técnico. Muy por encima del toro.

La madurez de El Juli. Por JAVIER LÓPEZ HERNANZ (ABC)
El Juli cuajó una notable faena en el último de la tarde, al que desorejó y le dio el pasaporte para salir por la puerta grande. En el otro también destacó a pesar de no cortar trofeos en un conjunto reseñable presidido por la madurez de un torero que cada vez atesora más calidad.
El Juli estuvo importante en el sexto, al que dejó crudo en el caballo y lo quitó por ceñidas gaoneras. Con la flámula lo sacó a los medios, se distanció, le adelantó la muleta y comenzó a desgranar derechazos de muchos quilates, en tandas largas en el inicio que se acortaron avanzada la faena. Destacó su precisa colocación, la firmeza y el temple con el que condujo a un animal mansurrón que colaboró porque el torero le hizo las cosas bien. Con la zurda llegaron los primeros naturales ligados de la feria en dos buenas series. Epilogó con sendos circulares, que fue lo único que hizo cara a la galería; en el resto del trasteo toreó para él. Mató de estocada y paseó el doble trofeo.
Su faena al tercero, un manso huidizo que calamocheaba, fue meritoria. Julián López lo lanceó a pies juntos con garbo y lo lidió con maestría José Antonio Carretero. El toro nunca quiso pelea y el madrileño, asentado y muy en corto, logró tandas sobre la diestra llevándolo embebido a la franela. Toreó con verdad, se lo pasó cerca y estuvo por encima de un rival que no valía nada. Falló con la espada y todo quedó en saludos.

Importante triunfo de El Juli, que cerró su particular feria de Valladolid con nota. Por Julio Cayón (La Razón)
Cumplía El Juli su segunda comparecencia en el abono y tuvo que pechar con un toro, el tercero, manso y descompuesto. Pronto cantó su carencia a tablas, terrenos en los que quiso defenderse antes de que el diestro lo colocara en el platillo. Al de Domingo Hernández había que meterlo en cintura y eso hizo el torero con unos muletazos mandones, dejándole el engaño en la cara para moverlo alrededor de su cintura. Faena brillante y poderosa con el eco merecido en los tendidos. El sexto, el único menos malo que se jugó ayer, colaboró lo justo con Julián para que éste, muy entregado y con ganas de no irse de la feria sin tocar pelo, fuera componiendo una labor de buen trazo, fundamentalmente por el pitón derecho hasta someterlo. Todo lo que realizó, lo hizo con seriedad y gusto, y el añadido, además, de dar todas las ventajas al animal.

Tarde importante de El Juli. Por BARQUERITO (El Correo Digital)
Con sus dos toros fue El Juli al grano enseguida. Sin pensárselo, sin la menor reserva.
Al último de los cuatro que mató en la feria le cortó las orejas más que cumplidamente. Al otro no pudo por más que quiso: lo persiguió en sus muchas renuncias y huidas. Todas fueron a galope tendido. No es que se abriera de manso enajenado ese toro. Es que parecía haberse desbocado. Un escándalo. A última hora, cerca de tablas, El Juli pudo ligar cuatro y el de pecho sin que se le escapara el pez del anzuelo.
Estaba visto y claro el son del torero, que no estaba por irse de Valladolid sin cobrar pieza. La pieza fue el sexto toro. Del hierro de Garcigrande. Muy bien hecho el toro, que ya vino a los vuelos del capote con codicia. El Juli se estiró en un quite con el capote a la espalda de gran ajuste y manos muy bajas. Variación sobre el tema de las gaoneras. El quite, importante, no tuvo apenas eco.
El toro, picado arriba y muy levemente por Salvador Núñez, escarbó un poco y más de una vez. Nervio, ganas de ir y venirse. Más ganas todavía de un Juli descolgado de hombros, y sobre ellos la cabeza.
Sereno, firme, paciente, El Juli eligió terrenos con listeza, enganchó al toro siempre por delante, primero de largo, luego no tanto. Ligó todas las veces. Ligar de verdad. Ni una ventaja. Se fajó, llegó al cuarto muletazo de tanda sin inmutarse ni apurarse, abrochó con cambiados de pecho. La gente estuvo exageradamente encogida. Pero se rompió el hielo. Después de cinco, seis o siete tandas de dura pureza, El Juli optó por los recursos infalibles: los circulares cambiados, uno tras otro, en un ovillo, dibujados caligráficamente, y con tal precisión y facilidad que parecía que el toro, serio de conducta, era un juguete en sus manos. Por fin, una estocada de las de tú no te escapas. Se lo pusieron caro a El Juli.

Foto: Jesús Luque

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