Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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26/06/2004 | León | Javier Conde, El Juli, César Jiménez | Garcigrande, Zalduendo | Dos orejas y oreja |
LEÓN. Sábado 26 de junio de 2004
Resumen de prensa
El Juli, un crack del toreo
Plaza de toros El Parque. Más de tres cuartos de plaza cubiertos. Cinco toros de Zalduendo y uno, el segundo, de Garcigrande, premiado con la vuelta al ruedo.
JAVIER CONDE de blanco y plata con remates negros (SILENCIO Y OREJA)
EL JULI de verde esmeralda y oro (DOS OREJAS Y OREJA)
CÉSAR JIMÉNEZ de blanco y oro (DOS OREJAS Y OREJA)
Decir que El Juli es un fenómeno, un auténtico crack del toreo no es nada nuevo, pero no es malo recordarlo de vez en cuando. Su faena al segundo toro de la tarde tuvo tantas cosas y todas buenas que bien merece catalogarse como de las mejores que él haya realizado en lo que llevamos de temporada. Lo tuvo todo, o casi todo: desde el toreo fundamental a la inspiración de los elegidos; de la hondura del toreo de siempre, a la imaginación de pases inverosímiles; y todo, claro está, desde el valor y la firmeza de plantas.
Si antes de comenzar la faena se hubiera entendido y sabido que el matador ya no parea, seguro que en vez de las dos orejas hubiera paseado un trofeo más, el máximo, el rabo. O quizá también si en vez de realizarse en el segundo lugar de la función se hubiera hecho en el quinto. Pero da igual; más allá quedará la faena. Una gran obra que vino precedida de un recibo capotero a pies juntos y enseguida a compás abierto, cadencioso, tan secreto como inmenso. Luego en el quite, El Juli armó un gazpacho bueno: primero con una chicuelina que ligó con una tafallera para echarse el capote a la espalda y endosar una caleserina rematada con una gran media.
La escena se volvió a repetir: quien desconoce que El Juli no banderillea protestó que fueran los banderilleros quienes cumplieran su cometido. Pero el fantástico público de León respetó al maestro, como sabiendo que podía aguardar en el último tercio. Y El Juli se recreó. Tras un torerísimo inicio de faena -rodilla en tierra- toreó en redondo, y ya en esta primera tanda, tan increíblemente pronto, a El Juli se le escapó un chispazo de inspiración para cambiarse la muleta por la espalda y sin mover un ápice los pies dar un natural que precedió al forzado de pecho. No tardó un momento en encontrarle el sitio al toro de Garcigrande, sólo un desarme para acordarnos de la realidad. Y enseguida por naturales, con el trazo largo y puro. Y volviendo a la mano diestra, los derechazos fueron ya ligadísimos, sin perder nada de terreno entre pase y pase, como un continuado e interminable circular. Poco después llegarían las genialidades, como una capetillina en un momento inesperado, los cambios de muleta en un palmo de terreno, algún desdén, un afarolado por ahí... Todo muy sentido, surgiendo desde dentro. Una faena que, desde luego, no venía hecha desde el hotel. Nunca se aburrió de estar delante de la cara del toro, y gozó cada segundo de la faena, larga e intensa. Con el público en pié, El Juli enterró la espada, y lástima que quedará una chispa atrás pues retrasó la rendición del colaborador. Dos orejas paseadas en medio de un gran clamor.
Otra cosa fue el quinto, que careció, sobre todo, de chispa. Otra vez la afición leonesa estuvo magnífica respetando que fuera Carretero y Fernández quienes cubrieran, muy bien por cierto, el segundo tercio. Muy metido en la tarde y en los terrenos del toro, El Juli se empeñó en sacarle muletazos por ambos lados siempre citando cruzadísimo, y no sólo se los sacó sino que además toreó. Las ganas, el afán de figura le llevó a hacer alardes valerosos. Una casi entera sirvió para finiquitar a su segundo antagonista y para pasear su tercera oreja.
César Jiménez salió en hombros con El Juli, mientras que Javier Conde obtuvo una oreja del cuarto.
Pereletegui (El Mundo)
...El Juli se mostró entregado, dispuesto a hacer gala de su condición de figura máxima, desde las verónicas de saludo a pies juntos y las chicuelinas y tafalleras del quite, hasta un faenón de época, con estatutarios, derechazos ajustados y ligando los pases, y naturales soberbios, con largura y temple para regalar. Los circulares, el cambiado por la espalda y los rodillazos pusieron al público en pie, que ya no se sentó hasta que se arrastró a 'Aparatoso' –que así se llamaba– y El Juli paseó triunfalmente con las dos orejas por el anillo.
María Jesús Muñíz (Diario de León)
Pero salió el segundo y la tarde se puso imparable. Apenas hizo ademán de iniciar el primer capotazo El Juli y un olé espontáneo rugió en los tendidos. Fue como una premonición. El toro, Aparatoso de nombre, castaño, el único que no fue de la ganadería titular, salió suelto del primer puyazo pero luego se dejó pegar. Lo recibió el madrileño con lances a pies juntos y le realizó un variado quite, muy jaleado por el público.
Inició la faena de muleta con estatuarios y pases por bajo, doblando la rodilla, en los que ya dejó ver el animal lo boyante de su embestida. En la primera tanda ya tenía El Juli formado el lío. El toro humilló y siguió los engaños con codicia por los dos pitones, y el torero dominó su embestida alargando el viaje y dejándole la muleta en la cara. Anduvo listo hasta para arrebatarle la muleta de la testuz cuando el toro se la arrancó de un derrote. Se adornó, toreó a placer, realizó tandas en un palmo de terreno,... Un gran toro y un torero poderoso y con recursos. Matador seguro, no quiso dejar escapar el triunfo y se fue detrás de la espada, que no tuvo efecto fulminante al quedar un poco tendida. Pero fue suficiente. Y la petición mayoritaria. La vuelta al ruedo del toro, muy aplaudida.
En el que hacía quinto salió Julián dispuesto a rematar una tarde que para entonces ya era triunfal, pero se topó con un enemigo de embestida sosa y reservona, que se agotó enseguida. El de Zalduendo acometía sin maldad, pero necesitaba tiempo entre pase y pase, impidiendo la ligazón. Le recetó mano baja y muleta dominadora, se descaró con él, hizo lo posible y algo más y ahí se acabó la faena, voluntariosa pero de casi imposible lucimiento. Terminó el asunto con más de media que fue suficiente, y cortó otra oreja.