Crónicas

Crónicas de Julián López

Jerez de la Frontera: El Juli, por la puerta grande

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
15/05/2004 Jerez de la Frontera Ponce, El Juli, Matías Tejela Torrealta Oreja y oreja con petición


JEREZ DE LA FRONTERA (Cádiz). Sábado 15 de mayo de 2004

El Juli, excepcional


Cuarta de la Feria del Caballo.Más de tres cuartos. Toros de Torrealta

ENRIQUE PONCE (de rioja y oro)(Ovación y dos orejas)
EL JULI (de rioja y oro)(Oreja y oreja con fuerte petición de la segunda)
MATÍAS TEJELA (de granate y oro) (Oreja y dos orejas)

Por Álvaro Acevedo (mundotoro)
En cuanto a El Juli, debemos reconocer que nos costaría mucho trabajo encontrar un solo defecto medianamente reseñable de su impecable actuación frente a dos cuatreños diametralmente distintos. Su primero se movió mucho y mal, sin humillar y pegando tornillazos, pero el cerebro de Julián es un prodigio al servicio del buen toreo, que es de lo que se trata. Al nervio del toro respondió con una técnica deslumbrante jugando como un mago con las alturas, con una quietud que sólo tienen los toreros de valor sereno, y con un toreo al natural tan limpio y largo que parecía imposible frente a esa embestida áspera y desclasada. Y al quinto, que tenía clase pero no fuerzas, lo llevó con dulzura primero y en cuanto pudo, le enjaretó seis o siete extraordinarios naturales con la muleta arrastrando para proclamarse autor del mejor toreo de la tarde. Y como el muchacho es completo, también lo bordó con su lento capote, también pegó una estocada de premio, y también le salvó la vida a un banderillero en un quite providencial. Ése es El Juli.

Por Ana Pedreo (burladerodos)
Mejor estuvo, en conjunto, Julián López "El Juli", que se mostró muy firme y seguro toda la tarde, y que supo resolver con muy buena cabeza los problemas que plantearon los dos de su lote. El primero fue un toro brusco, al que paró con lances muy apretados, para después hacer un quite con ajustadísimas chicuelinas.
Después, inició la faena con impecables estatuarios, hierático, con las zapatillas clavadas en la arena, para realizar una faena muy asentada, con mucho aplomo. Lo citó largo, lo lució en la plaza y le atemperó la embestida para terminar sometiéndolo al natural.
Al quinto de la tarde, que tenía dulzura, le hizo las cosas muy bien, con un perfecto sentido de las distancias, alargando la embestida al natural y tirando mucho del toro. Pinchó arriba sin soltar, pero después le clavó la espada hasta donde pone Toledo, porque lo despachó de un estoconazo incontestable, el mejor que se ha visto en toda la feria.


Foto: Mauricio Berhó

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