Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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19/09/2003 | Guadalajara | Joselito, El Juli, César Jiménez | Garcigrande | Petición y ovación tras petición |
Sólo las incomprensibles acciones del presidente impidieron premiar sendas lecciones de toreo
GUADALAJARA. Viernes 19 de septiembre de 2003
Con un casi lleno en los tendidos se han lidiado cuatro toros de Garcigrande-Domingo Hernández, el primero como sobrero bis, y dos de Vellosino lidiados en segundo y sexto lugar.
JOSELITO (de nazareno y oro) SILENCIO EN AMBOS
EL JULI (de corinto y oro) PETICIÓN Y GRAN OVACIÓN TRAS FUERTE PETICIÓN
CÉSAR JIMÉNEZ (de verde hoja y oro) OREJA EN AMBOS
A su primer toro, que parecía flojear demasiado, El Juli le enjaretó una faena colosal de temple y el temple, que sirve para quitarle fuerza al que tiene demasiado y dársela al que no, fue lo que mandó en las muñecas de Julián. Sin alardes para la galería (ni uno) el torero alargó muletazos por ambos pitones tan bien, tan fácilmente ejecutados que pareciera estar tentando. Un monstruo del toreo este Juli que torea como nadie.
El presidente no se enteró. Más grave (lo del hombre del palco) fue cuando el torero finiquitó al quinto de un gran volapié. En una tarde de tres orejas, así, tal cual, el injusto protagonista impidió que El Juli las paseara. No banderilleó El Juli en este toro, pues el animal creó el caos por su complicadísimo comportamiento sobre el ruedo: buscando detrás del peto de los picadores a ver qué encontraba, yéndose derecho al pecho de los banderilleros… en fin, una pieza. Pero he aquí que comenzó la faena y por obra y gracia de algo o alguien, el animal se metió en la muleta de El Juli, “el culpable” del cambio de comportamiento del toro. Y se puso a torear como los ángeles, con el temple sabroso y placentero manejando la franela. Otra vez se cimbreó y se recreó toreando de verdad, con pureza, y silenciosa facilidad. Una facilidad que quiso romper de cara a la gente con un molinete de rodillas. Y a cerrar la faena con la belleza inimitable de sus ayudados por alto y por bajo. Después vino lo del presidente, quien se tragó la bronca, y la gran ovación para el torero al firmar una tarde realmente estupenda. Tal cual.