El Juli por la puerta grande en la goyesca de Ronda

Soberbia faena de Julián al sexto toro
RONDA (Málaga). Sábado 6 de septiembre de 2003

Corrida goyesca. Toros de Zalduendo, dos como sobreros (3º y 6º). De apropiadas hechuras, dieron buen juego los lidiados en primer, cuarto y sexto lugar. También el quinto aunque excesivamente flojo, manejable el segundo y manso y complicado (el peor del encierro) el tercero.

JAVIER CONDE (de blanco y azabache) OREJA Y DOS OREJAS
RIVERA ORDÓÑEZ (de añil y blanco) VUELTA Y OVACIÓN
EL JULI (de nazareno y azabache) OVACIÓN Y DOS OREJAS

El sabor del ambiente torero se paladeaba en las inmediaciones del histórico coso rondeño en los prolegómenos de la clásica corrida goyesca. Esas callecitas tan estrechas repletas de gente esperando la llegada de los toreros, de los ídolos, en sus calesas, traía el recuerdo -o la imaginación- del toreo en siglos anteriores.
Es grande el toreo y todo lo que le rodea cuando se hacen bien las cosas, con ese gusto y esa afición.
Además, el festejo salió muy exitoso. Rivera no tocó pelo por pinchar, Conde sí paseó orejas en las vueltas al ruedo. Y El Juli... El Juli que bordó el toreo con hilos de oro al toro que cerraba plaza: el segundo sobrero.
Ya en su primero tuvo el infortunio de ver salir a un toro reparado de la vista que fue devuelto por otro que sin andar mal de la vista andaba mucho peor en su condición. Estuvo muy por encima el madrileño, que quitó por chicuelinas, banderilleó con precisión y se entregó en la faena. Trató de tapar la huida del animal a tablas, le expuso mucho por ambos pitones y dejó una estocada de la que salió el toro despavorido y yéndose después hacía el cuerpo del matador primero y después hacia Alejandro Escobar. Tras una leve petición El Juli recogió fuertes ovaciones desde el tercio.
Lo del sexto fue para regodearse y disfrutar hasta que uno quiera. De momento toreó estoicamente a la verónica, y después se fajó con el Zalduendo por estremecedoras gaoneras previo lance para echarse el capote a la espalda. Compartió tercio de banderillas con Rivera Ordóñez, quien ya había invitado a Julián en el toro anterior. Lógicamente, y a pesar del gran entusiasmo de Francisco, se impuso la maestría y la experiencia de El Juli en este tercio.
Comenzó la faena con cinco estuarios sin mover un músculo, rematando con un precioso muletazo por bajo –el clásico en el repertorio julista- y otro del desdén. Después llegaron los naturales sobrenaturales, marcados desde una pureza inmensa. Y circulares que también hubo, y muletazos a pies juntos, rebozándose de toro. Faenón de los grandes en su temporada. Remató con muletazos por bajo y tras dejar un estocadón se le concedieron las dos orejas aunque bien podría considerarse como un premio corto para la magnitud de la faena.