Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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12/09/2002 | Valladolid | Finito de Córdoba, José Tomás, El Juli | Torrealta | Ovación y ovación |
VALLADOLID. Jueves 12 de septiembre de 2002
Plaza de toros del Paseo de Zorrilla. Lleno de “no hay billetes”. Toros de Torrealta. De poco juego.
FINITO DE CÓRDOBA (de verde botella y oro) PALMAS Y LEVES PITOS
JOSÉ TOMÁS (de marino y oro) OVACIÓN Y LEVES PITOS
EL JULI (de nazareno y oro) OVACIÓN TRAS LEVE PETICIÓN Y OVACIÓN
En la corrida más esperada de la feria septembrina de Pucela, el escaso juego de los toros de Torrealta privaron de ver el espectáculo deseado.
El Juli tuvo enfrente a un astado, el tercero de la tarde, brusco y complicado. Tras tres magníficos pares por ambos pitones, por su ceñimiento, ejecución y colación, Julián se doblo por bajo con el brutote animal. La firmeza del torero se acogió con mucho agrado y reconocimiento entre los aficionado, pese a que el triunfo resultara imposible. A este toro lo despachó de una buena estocada tirándose sobre el morrillo con mucha fe. Si no llega a fallar una vez con el descabello hubiera podido cortar una oreja.
Julián además posee un sentido de correspondencia a la responsabilidad realmente único. Por eso recibió al sexto con una larga cambiada seguidas por unas valerosas verónicas. Fue realmente espectacular el “run-run” del público cuando El Juli se distanciaba del toro para realizarle un quite. Pareciera que estaban pidiendo las lopecinas pero sin mencionarlas. Y, efectivamente, El Juli plasmó tres lopecinas que pusieron a la plaza entregada. Cuajó un tercio de banderillas similar al realizado el día anterior. Es decir, que aquello resultó clamorosa.
Cuando aquello iba embalado hacia el triunfo, el toro, que estaba mostrando buena aptitud, se rajó. ¡Y de que manera! Pero El Juli, con una maestría y unos conocimientos pasmosos le ganaba dos o tres pases con la muleta tapándole la cara para evitar que marchara a su guarida de tablas. Hubo dos o tres momentos mágicos, en los que se completaban muletazos de más de 360°. Pero la mansedumbre del animal era increíble, aunque Julián no se rindió hasta que vio que ya, hasta en tablas, el animal buscaba como loco la huida.
La gran ovación que le dedicó el público recompensó el esfuerzo y, sobre todo, su inigualable sentido de la responsabilidad.
Tanto Finito como Tomás se tuvieron que marchar también de vacío.