Apoteósico y emotivo triunfo de El Juli que abre la puerta grande tras cortar tres orejas
Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
---|---|---|---|---|
23/08/2002 | Bilbao | Davila Miura, Abellán, El Juli | (3), Torrestrella | Oreja, dos orejas y ovación |
Bilbao. Viernes 23 de agosto de 2002
Plaza de toros de Bilbao. Cartel de “no hay billetes” por tercer día consecutivo. Seis toros de Torrestrella. Muy bien presentados, de preciosa lámina y de juego desigual.
Dávila Miura (de rioja y oro) Silencio y silencio; Miguel Abellán (de blanco y plata) Oreja en el único que estoqueó; El Juli (de blanco y oro) Oreja, dos orejas y gran ovación en el que estoqueó por Dávila Miura
El Juli salió en hombros al cortar dos orejas en un mismo toro como marca el reglamento en el Pais Vasco
Era de ley. Como una de esas promesas que sabes que se tienen que cumplir pase lo que pase. Y El Juli, un año después de cortar dos orejas a costa de que un toro le dejara boca partida, logró salir por la puerta grande de la plaza de toros de Bilbao.
¡Y como estuvo Julián! Hecho un tío, sin duda. ¿Y qué más? Hecho un torerazo, con eso basta y sobra. Con que ambición vino a su tercera tarde en Bilbao.. Ya había cumplido, sobradamente, en sus dos comparecencias anteriores, pero el problema es que hablamos de El Juli. Y El Juli quería más, en realidad lo quería todo.
Por eso se echó de rodillas en su primero para, en un palmo de terreno, enjaretar tres largas cambiadas. En ese momento comenzó a llover, y fuerte, sobre el coso de Vista Alegre. ¿Cómo le iba a importar eso a Julián? Sobre todo teniendo en cuenta que algunos de sus grandes triunfos se fraguaron en circunstancias similares. Cuajó tres pares magníficos encontrando toro en todos los terrenos y viniéndose, de que forma, para arriba ante las circunstancias.
Tocaron a matar y El Juli agarró los trastos convencido de jugársela. Y sin más preámbulos marchó a los medios para plantarle cara a la mole de Torrestrella, la oveja negra de una corrida tan pareja y bella. No en vano los cinco toros restantes lucieron capas de pelo burraco y unas hechuras aceptables en distinto tono. Pero éste negro mulato de 620 kilos desentonó, aunque eso sí, desarrolló nobleza, matiz que varios de sus hermanos no trajeron consigo.
Hecha la faena, el torero de Madrid armó la espada volcándose sobre el morrillo sin precaución alguna. Fue prendido por el muslo derecho sin que se produjeran negativas consecuencias. Eso si, la estocada se la llevó el “Torrestrella” en lo alto. Ya sólo la estocada valía la oreja.
Al quinto lo recibió con tersos y bellos lances, rematando con extraordinaria media. Al guapo toro lo llevó con chicuelinas al paso hasta el caballo. Después de cumplir el picador con sumisión, Julián mandó cerrar al cornúpeta para preparar la lopecina. Los tres lances creación de su maestría, resultaron bellísimos por su templanza, y la plaza, claro, boca abajo.
Volvió a cuajar un tercio de banderillas magnífico, con un tercer par de poder a poder extraordinario.
Con una ovación de reconocimiento y agradecimiento a su gesta en Bilbao, recibió el público el brindis de Julián.
Tras acoplarse en los muletazos de inicio, cuajó una primera tanda derechista ligadísima y asentada, honda y clamorosa. Siguió obligando a que la embestida del animal, larga pero con la cara a media altura, siguiera los flecos de su prodigiosa muleta. Naturales encajados, largos, larguísimos. Y pases de pecho impresionantes, excelsos y profundos, girando la cintura y rematando hasta donde el propio brazo podía dar.
Y la inspiración, expresada en un circular perfecto, sin mácula. Y un desdén con chispa. Cerró faena con muletazos por bajo y ayudados. Y allí en el tercio se cuadró el toro. Como un cañón dejó Julián la estocada en lo alto y la larga y bella muerte del animal, fue acogida por el público con expectación de buen aficionado. Al fin dobló, y la plaza, cubierta por una gigantesca sábana blanca, pidió con sus pañuelos una puerta grande que ellos sabían que tenían pendiente desde que el pasado año El Juli cortara dos orejas de un toro de Torrealta teniendo que salir por la enfermería. Esta vez no, por la puerta grande y con tres orejas. Eso sí, antes de cruzar el glorioso umbral, pasó por la enfermería para conocer el estado de sus compañeros heridos. Toreo de diestro grande y detalle de persona enorme.
Abellán, viendo bien la condición de su primer toro, un encastado animal, le dio distancia. Enjaretó fibrosos muletazos hasta que fue prendido por el muslo izquierdo al inicio de una tanda de naturales. Herido el torero tuvo que abreviar dando tres molinetes de rodillas y matando de gran estocada. La oreja, muy merecida.
Dávila tuvo dos toros complicados. El sexto, el que iba a matar por Abellán, le prendió por la pierna izquierda al recibirlo de capa. Y El Juli se quedó sólo.
Y que gesto el de Julián que pudiendo pasar la lidia con precauciones y abreviando, pidió sin arruga las banderillas para dejar tres pares acogidos con gran afecto. Y faena de justificación extraordinaria, imponiéndose de sobremanera al complicado animal. Remató fenomenalmente con la espada. Clamor y apoteosis total para un torero que apostó con una valentía inusitada en Bilbao y multiplicó el premio con una capacidad insólita.