Apoteósis de El Juli, que corta un rabo
Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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04/02/2001 | Guadalajara (México) | El Juli, Igancio Garibay, Alberto Espinosa | Fernando de la Mora | Ovación y dos orejas y rabo |
Guadalajara (México). Domingo 4 de Febrero de 2001
El Juli corta dos orejas y un rabo en el coso mexicano de Guadalajara
Otra vez El Juli. En su momento cumbre. Hoy tampoco ha necesitado de un material excesivamente propicio para engrosar la estadística de tardes apoteósicas que lleva en su gira americana. Hoy un rabo, anteriormente precedido de una faena de incluso mayores magnitudes que quedó sin premio tras las marras con los aceros.
Esta racha de pinchazos que empezaba a preocupar a más de un julista, quedó destrozada tras la colosal estocada al cuarto. Ya ni eso. Ni siquiera los ambientes, cualquiera que sean. El Juli va que vuela. Y Guadalajara tampoco se resistió.
Con lleno en los tendidos numerados y más de media en las gradas, se lidió un encierro parejo, serio y muy bien presentado de Fernando de la Mora. Destacaron el excepcional quinto por su deletreada embestida y por su nobleza brilló el primero de El Juli. Un Julián que doctoró al torero de Cadereyta, Alberto Espinosa.
El Juli (de verde manzana y oro) ovación y dos orejas y rabo; Ignacio Garibay (de grana y oro) oreja y oreja; y Alberto Espinosa (de celeste y oro) ovación y oreja
El Juli anda sobrado. Con una facilidad, una solvencia y una maestría pasmosas. Ya a su primero bordó el toreo a la verónica en ajustados lances y en una armónica media a pies juntos.
Tras el puyazo vino un quite increíble por gaoneras, la primera, al venirse el toro cruzado, resultó impactante al no enmendar terreno alguno el diestro madrileño. Buenos los dos primeros pares de banderillas y magnífico el tercero tras jugetear y recortar al veleto astado de Fernando de la Mora.
Inicio por bajo la faena de muleta y tras lograr el acople necesario surgió una tanda derechista extraordinaria, sin enmendar terreno alguno entre pase y pase. Ese era el sitio para evitar los gañafones que de vez en cuando mostraba el animal. Tapándole la cara logró bordar otra tanda por el mismo pitón, igualmente sin perder terreno y alargando la tanda hasta hacerla de seis o siete muletazos.
También tiró en soberbios naturales con la planta relajada pero sin perder ni pizca de profundidad. Faenón a más y con preciosos remates, ya fuesen por alto, por bajo o con los pases del desdén. Cuando la faena se creía conclusa, se colocó Julián de espaldas al toro para hacer rugir los tendidos con tres roblesinas -o circurret- ligadísimas. La espada, al igual que ayer, echó por tierra la escandalera formada en los tercios anteriores. Pero aún quedaba otro toro, un galán con dos perchas considerables. Poco importo esto a El Juli cuando se asomó al balcón colocando tres pares admirables. En la faena del rabo hubo naturales de ensueño y derechazos tersos y hondos. Todos los pases tenían dos tiempos puesto que el animal tenía tendencia a quedarse a la mitad del recorrido. Los prodigiosos toques con la muleta provocaron alargar los muletazos hasta donde el toro no quería. Al igual que en la faena anterior los remates resultaron inspiradísimos, sobre todo un desdén convertido en recorte que fue inmenso. Todo eso ya bastaba para cortar las orejas pero El Juli quería más, y por eso se hincó de rodillas para dibujar cuatro manoletinas ceñidísimas y que se corearon en cada rincón del Nuevo progreso. La estocada que alguno dudaba que llegase al primer encuentro llegó, y de que manera, entregándose el torero en la suerte, dejando la espada en lo alto y saliendo ligeramente tropezado. El rabo fue el premio cabal para reconocer la extraordinaria actuación de El Juli hoy en Guadalajara.
Tomaba la alternativa de manos del joven maestro Alberto Espinosa. Cierto es que le falta técnica y que para el aficionado puede resultar "verde", pero el joven tiene agallas y valor, como demostró con el toro que cerró plaza al que recibió con dos temerarios faroles de rodillas en la misma boca de riego. Su entrega a pesar de que sólo cortó una oreja valió para salir en volandas junto a sus compañeros.
Garibay cortó una oreja por la estocada de fulminantes efectos con la que pasaportó a su primero. Con el otro estuvo a punto de sufrir un percance al tratar de recibir al toro con una larga en el tercio. A pesar de ese detalle, el astado resultó extraordinario para el matador, su nobleza y esa lentitud en la embestida, sirvió para cuajar la faena en triunfo. Ignacio, apoyado y empujado por el público, se empleó en el faena muy coreada, sobre todo cuando convertía el derechazo o el natural en un circular completo. También se ganó a pulso el derecho de salir a hombros junto al fenómeno.