Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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21/04/2001 | Zaragoza | Espartaco, El Juli, Ricardo Torres | Jandilla | Palmas y ovación |
ZARAGOZA. Sábado 21 de abril de 2001
OTRA FAENA MÁGICA SEIS MESES DESPUÉS
Medio año después, el coso de la Misericordia ha vuelto a paladear una faena de las mismas magnitudes o incluso mayores a aquella que Julián López "El Juli" realizara a "Ropalimpia" el pasado 12 de Octubre y que valió para cortar un rabo, un trofeo que hacía 22 años que no se concedía en dicho escenario.
Toda la profundidad, cadencia y rotundidad del toreo de El Juli, se han fundido en una faena increíble pero, para desesperación de todos, huérfana de trofeos por una estocada que no llegó y hubiera servido para poder culminar tan soberbia obra.
Con cerca de tres cuartos de plaza cubiertos, se ha lidiado un encierro serio y rematado de JANDILLA. Los tres primeros con dificultades y los tres últimos colaboraron al lucimiento de los toreros. El tercer toro se partió una pata en el último tercio.
ESPARTACO de nazareno y oro (PALMAS Y OVACIÓN)
EL JULI de rosa palo y oro (PALMAS Y GRAN OVACIÓN)
RICARDO TORRES de verde oliva y oro (OVACIÓN Y SILENCIO)
Ricardo Torres tomaba la alternativa.
Espartaco pasó dificultades con su primero, un astado que despistaba la miraba y que supuso el imposible lucimiento del diestro de Espartinas. Al cuarto le costaba meter la cara pero, cuando lo hacía fijo en el engaño, consentía el muletazo largo y sometido. Espartaco, tras un comienzo irregular, logró centrarse hasta lograr derechazos prolongados. De no haber caído baja la espada, posiblemente hubiera encontrado premio.
El toricantano Ricardo Torres, vino mentalizado para no perder tan prestigiosa ocasión de triunfar al lado de dos grandes figuras. Su poco "placeo" supuso una falta de estructura en sus faenas para poder cuajar cabalmente a los toros que le correspondieron. La ausencia de acoplamiento la reemplazó con una voluntad siempre elogiable.
El Juli, que quitó por chicuelinas al segundo, se abrió excelsamente en el recibo a la verónica con su castaño primero. La lidia iba subiendo de tono tras el centrado y ceñido quite por caleserinas. Agarró los palos para cuartear magníficamente por ambos lados, especialmente por el izquierdo. Luego, en el segundo muletazo por bajo, la desesperación llegó a todos los presentes al vislumbrar la grave lesión del astado en una de sus patas. Todo quedó para el quinto.
En éste, Julián regodeó el toreo a la verónica, rematando los cadenciosos lances con un airoso recorte. Tras volver a banderillear acertadamente, El Juli comenzó la faena de muleta sin molestar al toro. Tras una primera tanda de acople, Julián se echó la muleta a la mano izquierda para plasmar unos naturales inmensos, eternos. Echando la muleta adelante y trayéndose al toro hasta más allá de la cadera. Cada tanda, de cuatro o cinco muletazos, contaban con el denominador común de la ligazón, provocada ésta, por una colocación envidiable, siempre ganando terreno, no perdiéndolo. Cada derechazo, cada natural, era más largo que el anterior y el remate a la tanda se producía sin solución de continuidad. La hondura, eso que a algunos les cuesta definir, surgía en cada muletazo de "El Juli". Concluyó la faena trayéndose al toro desde los medios (lugar donde se produjo toda la faena), hasta el tercio a través de muletazos por bajo y unos remates de ensueño. Ya se comparaba ésta faena a aquella del rabo. Se tiró a matar con una entrega encomiable para, tras pinchar en una ocasión, lograr dejar una casi entera arriba que se pensaba suficiente para hacer doblar al de Jandilla. No fue así y Julián echó mano al descabello marrando en cuatro ocasiones. La sensación final: Un híbrido de desencanto por un lado y de satisfacción por otro al poder tenido la ocasión de presenciar una obra tan extraordinaria.