Crónicas

Crónicas de Julián López

EL FLAMENCO INSPIRA A

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
01/04/1999 Benidorm El Juli, Enrique Ponce Pereda Oreja, ovación y oreja con petición

BENIDORM. (Alicante) 1 de Abril de 1999

EL ARTE DE JULI VALIÓ LA PUERTA GRANDE

Por San Blas

Mano a mano de figurones en Benidorm, con un cuadro de flamenco, que propició que el arte brotara de las manos de Julián, sobre todo en su primera faena. Cada día descubrimos una cara nueva del joven maestro....hoy está en Ojeda, hoy en Paula, hoy en Joselito... pero que al final desembocan en una personalidad revolucionaria y única.
Se lidiaron 6 toros de PEREDA, bien presentados, de juego desigual pero manejables en general.
ENRIQUE PONCE (-/0/-)
JULIÁN LÓPEZ "EL JULI" Blanco y plata (0/-/0)
PONCE lidió un primer toro deslucidito al que no le pudo sacar mucho partido. Tres cuartos de lo mismo pasó en el quinto, en los que no estuvo fino con los aceros. La mejor faena resultó la de su segundo, un toro muy bonito al que Enrique sacó muletazos bellísimos, en especial los cambios de mano que fueron cumbre. Una oreja en total premió su labor.
EL JULI desbordó su arte en su primero al que ya había lanceado primorosamente. El quite no faltó.
Cuando el cuadro flamenco empezó a tocar, el Juli entró en éxtasis desbordando sentimiento por los cuatro costados. Hubo un desdén que fue un primor y que hizo levantar al publico de sus asientos. Los adornos posteriores estuvieron llenos de embrujo. Echo todo a perder con la espada y todo quedó en una oreja. No era precisamente de bulerías precisamente el cuarto, muy deslucido y en el que Julián se dio mas coba de la que realmente tenía. Gran ovación después de pincharlo de nuevo.
El lío general llegó en el ultimo, en el que Juli salió con la mirada puesta en la puerta grande. De nuevo lucidísimo toreo de capa y espectacular tercio de banderillas, el alboroto en la grada era notorio.
Corrió bien la mano en derechazos largos y profundos a un toro noble pero que buscó tablas enseguida, fue allí donde El Juli se adueñó de sus terrenos. Ordenó parar la música de la banda para dar paso al flamenco, y empezó de nuevo la sinfonía julista, pero de otra forma que en primero, acobardando poco a poco al toro obligándole a cederle el mando de la faena. Desplante a cuerpo limpio, y el delirio tras la gran estocada. El presidente, ensimismado, le negó la segunda oreja, pedida absolutamente por mayoría, con pañuelos y gritos. A hombros como de costumbre con la novedad que lo realizó sólo.


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