Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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20/04/2014 | Málaga | Morante de la Puebla | Victoriano del Río, Domingo Hernández, Garcigrande, Jandilla, Zalduendo, Juan Pedro Domecq | ovación, silencio y ovación |
Málaga (España). Esa maldición casi de realismo mágico, que consiste en lanzar puñados de arena a los ojos de la ilusión, se vino hasta Málaga. Manejada con el mimo de bautizo, engalanada para una boda y con pretensiones para el recuerdo, el mano a mano entre el que torea más despacio y el que torea como si lo hubiera parido una vaca, quedo a los pies de los que no creen en estos eventos. No creer en estos eventos es no creer en el toreo. A pesar de la falta de raza y la inoperancia de una corrida de impecables hechuras sevillanas, a pesar de esa maldición que insiste en quebrar el alma a lo más deseado, la salida a pie de la plaza de Juli y Morante fue con el público firme y fiel en sus trincheras, ovacionado de pie el final lánguido de una tarde que debió ser grandiosa. En la sala de espera de un paritorio vivió el público la corrida. Esperando el parto que no llegó y gozando con los momentos de buen toreo en los dos primeros toros y los últimos porque tuvo la tarde más argumentos que éxito. Se vio torear despacito a Morante con un sobrero de Victoriano y con uno deJandilla. Se vio a El Juli insultante de poder y anclado en la arena con los toros segundo y sexto, al que recibió en el tercio con una larga cambiada. Nada se dejó el torero y nada se dejó Morante, y por eso la espera del público y por eso esa despedida que sólo se hace a los que nada escondieron. Porque desde el inicio, cuando Morante dejó dos lances a ralentí absoluto antes de un quite lúcido y lucido de Juli por cordobinas y chicuelinas, el mano a mano no fue de colegas. Morante salió a replicar por verónicas, pero el toro ya vino marcando querencia y sin el son inicial. Tuvo la faena a ese toro, de cierta calidad sin raza, una parte de compostura bella y otra de arrebato cuando la banda dejó de tocar, respondiendo el torero con dos tandas, una por cada pitón, de muletazos a cámara lenta y un torero broche de faena. […] Apabulló El Juli al de Garcigrande, toro fino y de buen tipo al que saludó largo y pa'lante con el capote. Cortó mucho en banderillas el toro y no fue nunca metido en los vuelos después de un inicio de faena de piernas ancladas y dos tandas en las que el toro se resintió mucho. Escaso de raza, no dejó el torero que se rajara y en los medios lo apabulló en un tramo de quietud tensa pasándoselo muy cerca y por los dos pitones. Una faena maciza maltratada con un bajonazo que le privó de una o dos orejas. Porque si acierta con la espada en ese toro y en el de mayor volumen, sexto de Domingo Hernández, el madrileño habría cortado dos o tres orejas. Y estaríamos hablando de otro final que, de la misma manera que dijimos de Morante, no habría variado nada la forma de hacer de El Juli , impecable toda la tarde. Al irse a porta gayola, con la corrida casi vencida, respondió el público de forma natural y entregada: con una ovación cerrada. Muestra también de que la tarde fue generosa en toreo y tacaña en toros. Luego de la larga, el toro no se dejó con el capote y, tras una costalada, llegó a la muleta tendiendo a reponer y puntear a pesar de que el torero lo enganchó milimétrico y lo llevó largo y por abajo. Otra faena de calado en la grada, de firmeza y rotundidad, malograda con un pinchazo.