Crónicas

Crónicas de Julián López

La imposibilidad del triunfo

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
23/05/2014 Madrid El Juli, Jose María Manzanares, Miguel Ángel Perera Victoriano del Río silencio, silencio

Javier Hernández

Juli no pudo decir nada, parecía que alguna vieja bruja había echado maldiciones. Su primero, descoordinado, se fue al corral y salió un inservible Zaldueldo que solo aceptó una media de cartel y un sabroso inicio caminado, antes de mostrar a todos su rajada condición. El otro de Juli, un tío arremangado, agresivo, loco, bronco e indomable, parecía hecho a medida por su mayor enemigo. Toma, Juli, uno de Victoriano con el mismo carácter que aquel que en Sevilla casi te borra para siempre. El catedrático no encontró la ciencia para domar al Satanás, a pesar de que tiró de toda su ciencia y su tesón. Por Javier Hernández

Cultoro

[…] Ni con dioses ni con demonios pudo El Juli pactar para tener entre telas dos aprendices de bravo. Desentendido del mundo cuando llegó a la muleta el cobarde Zalduendo que hizo primero bis; violento y amenazante el geniudo cuarto del hierro titular que no se entendió con la muleta firme, la capacidad imperiosa y la ambición disparada del que volvía tras dos años a la plaza de su vida. Esa que le teme porque no entiende que la quiera aunque no la necesite para gobernar el toreo que él impone y persigue, ni para dejar su huella en otros que envidian su capacidad. Son otros tratos los que firmó Juli, aunque hoy no fueran muy propicios.Cultoro por Marco A. Hierro

El Mundo

El Juli careció de opciones. Tanto con un descarado sobrero de Zalduendo de terciado tipo que se rajó como con el violento y agresivo cuarto, genio de oleadas ingobernables y peligro a raudales. Toro de pesadilla. Le queda la Beneficencia para desquitarse tras dos años de ausencia. El mundo.es

Mundotoro

El Juli, uno de los toreros que tiene conexión o adn en otros toreros, comprobó sin embargo que hay toros que nada agradecen. Geniudo, duro de patas, ágil de cuello, el cuarto no agradeció su casi indulto en varas, pues quedó crudo, el buen trato en la lidia y un inicio por abajo y para adelante, mandó y torero. Ni agradeció que el torero tragara las cornadas que tiraba al pasar, a veces justo en mitad del embroque. Le pudo tanto que se rajó, pero tan duro que incluso al rajarse siguió tirando derrotes. El sobrero de Zalduendo, de cuerpo bajo y breve y mucha cara, fue una persona: a la de tres hizo como que tomaba la muleta y, en correcto trote, se iba descarado a tablas sin despedirse, una vez y otra. Porque de la corrida de Victoriano del Río, en general correcta de presencia, lo peor se lo llevó el madrileño. [Mundotoro]

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