Crónicas

Crónicas de Julián López

Gran faena de El Juli en tarde feliz

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
24/07/2014 Santander El Juli, Miguel Ángel Perera, Paco Ureña Garcigrande dos orejas, ovación

El madrileño cuaja al excelente primero y sale a hombros con Perera y Ureña con una corrida de más volumen que cara y trapío y más movilidad que bravura de Domingo Hernández y Garcigrande. Plaza de Cuatro Caminos. Jueves, 24 de julio de 2014. Quinta de feria. Toros de Garcigrande (1º) y Domingo Hernández, de más volumen que cara en sus muy distintas hechuras, los tres últimos bajaron aún más; magnífico de calidad y entrega el 1º, un tacazo; bondadoso de finales distraídos el 2º; alocado, frenado y tobillero el complicado 3º; Vulgar y arisco pero a más el anovillado 4º; geniudo y rajado el escurrido 5º; un zapato bien colocado un 6º de buen pitón derecho. El Juli, de teja y oro. Estocada muy trasera y caída (dos orejas). En el quinto, tres pinchazos y estocada. Aviso (saludos). Miguel Ángel Perera, de azul turquesa y oro. Estocada pasada y desprendida (oreja). En el quinto, espadazo (oreja y peticion). Paco Ureña, de habano y oro. Pinchazo y estocada (oreja). En el sexto, estocada fulminante (oreja y petición). Salió a hombros con El Juli y Perera.

ABC. Por Rosario Pérez

«Recadero» se llamaba el toro que abrió plaza. Sus mansitas pero nobles y repetidoras embestidas se encontraron con un receptor de lujo: El Juli, que exprimió la energía transmitida por el ejemplar de Domingo Hernández. Bárbaro de principio a fin, desde los pases cambiados por la espalda, hilvanados a unos redondos totalmente atornillado. Asentamiento de colonizador durante toda la obra. El doble lenguaje del sometimiento y el consentimiento imperó en la primera tanda diestra, mientras «Recadero» hacía amagos de huir. No lo permitió el sabio matador, que en la segunda serie zurda entendió que lo mejor era cambiarlo de terrenos para explotar largos naturales. Regresó a la otra mano, con el toro imantado a sus telas, el hocico lamiendo los flecos, y los hilos como barrenderos de la arena. El espléndido y apabullante festín continuó con el circular invertido, el pase de pecho visitando todo el lomo, el torero desprecio. De todo hizo entre la admiración sincera y unánime de los tendidos, sin necesidad de desplantes populacheros ni rodillazos. Pese a que la estocada cayó defectuosa, la plaza se vistió de publicidad de Ariel y paseó dos orejas entre la algarabía. Aquel «Recadero» de calidades, con el hierro de Garcigrande, anunció el preludio triunfal de la corrida de Domingo Hernández, aunque, al igual que con los montalvos, hubo animales justos de trapío para esta feria. Claro que al público no le importó, porque los toros ofrecieron juego y los toreros no dejaron nada sin poner en el asador. Superior anduvo El Juli de nuevo en el cuarto. Con la puerta grande ya abierta, si alguien pensó que iba a echar el freno, se equivocó. Pocos apostaban por ese «Pincel», de viaje más descompuesto y geniudo. Pues Julián, cuya ambición no conoce límites, hizo que creer a algunos que se trataba de un velázquez gracias a su firma de maestro. Pincelada a pincelada, lección tras lección, las rondas crecieron en intensidad hasta acabar jugando con el toro como quien colorea. Las palmas, rotas... Y el éxito quebrado por el desacierto con el acero, que se llevó el doble trofeo. No importó: con Santander ya conquistado, le tributaron una sonora ovación.

LA RAZON. Patricia Navarro

Dos orejas cortó El Juli al primero. Así en frío. Nada más llegar. El único que lo logró. No el único que lo mereció. El ruedo estaba ayer envenenado y fue Julián el que inició la batalla con una faena cabal y perfecta a un gran toro de Garcigrande. Importante de comportamiento, chico de presencia. El animal fue incansable al engaño, repetidor hasta abrumar, con fijeza, a un punto de rajarse, noble y a más. Soberbio ejemplar. Fue una faena sin imperfecciones, todo en uno, maquinaria suiza, cada cosa a su hora, el toque, la muleta, la altura, temple, son... Poderoso. Capaz. Esa cabeza que todo lo puede. Y la suerte para él con otro toro bueno que salió en cuarto lugar. De menos a más fue el trasteo. Según avanzaba logró la solidez sobre todo por la diestra en una embestida repetidora y noble. Había toro para rato y estiró faena Julián porque era lugar. El arsenal de guerra estaba en pleno apogeo

Cultoro. Marco A. Hierro

Lo hizo el primero, el único de Garcigrande que salió a la arena para que le cuajase El Juli un saludo de mano baja en las verónicas que viajaron hasta los medios y que rubricó, tras el remate, enganchando el belfo con la punta del percal y dibujando una larga larguísima con el animal muriendo de entrega. Esa fue la carta de presentación. Luego lo esperó enterrado en el centro del platillo para pegarle un cambiado que se convirtió en baile alrededor del muñeco que echaba raíces en la tierra marrón. Embestía el de Justo, y lo hacía por abajo, ligero, empujando con las puntas la franela que viajaba mandona, gobernadora, tocando en el final del trazo al natural para darle un tranco más donde los demás vacían. Hubo temple en El Juli de hoy. Temple impositor y mandón, tirano en ocasiones con el de la cara suelta para amarrarle la forma y la intención y reventarlo después de un espadazo trasero. El mismo que utilizó para emerger por encima del cuarto en un desaire a contrapie que lo dejó sin muleta. Ese fue el momento de inflexión de una labor maciza y bien construida que armó Julián con su temple. Con él limpió la llegada sucia a dos dedos del bigote. Con él sacó por debajo de la pala la acometida cada vez más franca, afianzada en la media distancia que impuso con precisión Julián. Temple para reventarlo después con el vuelo al natural de la franela tiránica, larga y gobernadora. No lo mató, sin embargo, en tiempo y forma, pero la obra ya estaba hecha.

Mundotoro

No pudo empezar mejor la tarde. Un lío le formó El Juli al primero, un gran toro, con calidad y transmisión, al que cuajó de principio a fin el madrileño. Lo lanceó a compás a la verónica para luego firmar un vistoso quite por chicuelinas y tafalleras. Le dio fiesta desde el principio también en la muleta, en una faena que comenzó en el centro del ruedo, con pases cambiados, en un palmo de terreno, ciñéndose. Sujetó con mando El Juli el punto de manso de querer irse que tenía el toro, dejándole la muleta muy puesta siempre. Grande con la derecha, soberbio al natural, al ralentí y con mano muy baja con un ejemplar que embestía abriéndose en cada muletazo humillando y con trasnmisión. Muy profundo El Juli en un faenón que terminó con eternos circulares de espaldas y cambios de mano y una estocada algo trasera. De ley, las dos orejas. Otra importante faena le firmó al cuarto, al que pinchó perdiendo las dos orejas. Con paciencia, el madrileño fue poco atemperando al toro en una labor en la que volvió a imponer su toreo de mano baja y muletazos largos y profundos. De nuevo, para finalizar, circulares invertidos y cambios de mano para rematar una gran faena de figura. Dos pinchazos previos a la estocada le robaron el doble premio.

Vicente Zabala (El Mundo)

De Comillas se acercó a Cuatro Caminos Alfonso Ussía huyendo de los perros fieros que le miden las canillas en la playa. Alfonso una tarde consiguió que Domingo Ortega se pagase una Fanta en Las Ventas. Aunque según el Caña en su 'Fábula de...' Ortega era espléndido en sus fiestas en Navalcaide y agasajaba a sus invitados con los servicios de famoso 'barman' Perico Chicote. Chicote mandaba a sus camareros con el gobierno de El Juli a 'Recadero', un tacazo de toro, el único con el hierro de Garcigrande. 'Recadero' venía con una bandeja de embestidas de calidad superior, la cara ya colocada en posición de planear y el punto de quererse ir para siempre volver. Si los rottweiler y doberman que se tropieza Alfonso por la playa se moviesen con tan magnífica obediencia a la orden de sus dueños, muchos tragos se evitaría. Juli toreó con los vuelos a placer desde las verónicas ganadoras de terreno. Un puyazo hilvanado apenas y el tranco del toro se embaló como un rayo hacia Alvarito Montes. La ligazón julista se impuso desde la obertura de péndulos cosidos al juego de muñeca por abajo. Juli con la derecha despacio y atalonado; Juli con la izquierda a placer y acodado; Juli cerebral para cambiar de terrenos a 'Recadero', alejarlo de la cada vez más tentadora querencia y seguir al natural encajado de riñones. Y las virguerías finales que reventaron la plaza. Un circular invertido de doble vuelta fue lo que más puso a la afición santanderina. Julián mató muy trasero, casi por el número, lo que no fue óbice para que se considerase la templadísima y gran faena indigna de las dos orejas.

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