Crónicas

Crónicas de Julián López

La dificultad de hacer lo difícil, fácil

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
06/09/2014 Ronda Morante de la Puebla, El Juli, Miguel Ángel Perera Zalduendo Oreja y oreja

Llegó la hora de Ronda y de la goyesca más tradicional de cuantas existen en el planeta toro. Seis décadas de figuras pisando el albero de la Maestranza rondeña desembocaban hoy en un paseíllo integrado por Morante de la Puebla, Julián López El Juli y Miguel Ángel Perera, preparados los tres para lidiar un encierro de Zalduendo que, a la postre, nunca llegó a romper, a pesar de estar bien presentado. Morante soltó las perlas en el cuarto y fue el único que desorejó a un toro. El Juli planteó batalla y ganó guerra con dos toros que le pusieron muchas dificultades. Perera, or su parte, de no fallar con los aceros, también hubiese salido en hombros. Dejó los destellos de su gran momento y todo ante un lote, igual que la corrida, sin romper del todo. El presidente, cierto es, estuvo cicatero con el extremeño. Pudo estirarse Morante a la verónica con el primer Zalduendo, de buena condición en los embroques, pero cogido con alfileres en la fuerza, a pesar de la buena lidia de José Antonio Carretero. Intentó Morante ofrecerle trapo, pero la falta de raza y de espíritu hicieron protestar al animal, remiso a la embestida, por lo que abrevió el sevillano para escuchar silencio. Vibrante y de gran torería fue el saludo de Morante al cuarto, con verónicas de mentón en el pecho, ralentí en los vuelos y una tijerilla para abrochar. Y gran conexión con el tendido tuvo el quite por chicuelinas, con la personalidad de un torero que parece amalgamado a su capote. Pero fue mucho más en la muleta, con el pecho por delante y la mano viajando al ralentí delante del morro, consintiendo, convenciendo y queriéndose morir para pegar el natural de su vida. No fue la técnica ni el oficio, sino el alma de Morante la que salió a relucir en Ronda, donde se vió, además, el espadazo de su vida para cortar las dos orejas. Le faltó celo al segundo en el capote de El Juli, que sí pudo, sin embargo, ofrecer un vibrante quite por chicuelinas esperando mucho la llegada dormida del animal y consintiendo para lograr la embestida deseada. Al público brindó Julián para quedarse al cambiado, que varió después con un inicio de más empuje. No tardó en exigir al comprobar el fondo del animal, que se fue hacia adelante con boyantía. Fue de mano baja, muy baja el trasteo, de poder y mando en el aplomo tremendo de las zapatillas en la arena a la cara suelta y sucia del animal del tercer muletazo hacia adelante. Fue una batalla campal entre el madrileño y el Zalduendo, uno imponiendo y el otro no poniendo fácil el resultado. Se tiró a matarlo Juli, pero se le fue defectuosa la espada y todo quedó sin premio. Otra pelea fue la de El Juli con el quinto, que nunca vino metido en la muleta, le echó la cara arriba y le protestó constantemente. Toro de pasar un trago y al que se impuso el madrileño a base de valor y de exposición inmensa para terminar conquistando el terreno y la voluntad del animal. Siempre en el sitio, siempre enrazado y siempre sin escatimar esfuerzos ante la aspereza geniuda del Zalduendo. Sometió, se impuso y gobernó en la guerra para terminar A pies juntos saludó al tercero Miguel Ángel Perera, llevando muy despacio la embestida, enganchando con los vuelos y ofreciendo la salida con suavidad y torería. Buen galope y cierta clase mostró el animal en los primeros tercios. Por tafalleras y saltilleras fue el quite de Perera, que varió con una cordobina y una larga torerísimas. Le ofreció distancia al animal desde el inicio Miguel, aprovechándole inercias y convenciendo para acabar los trazos con mucha suavidad. Poco a poco fue moldeando la sosa embestida el extremeño, muñequeando magníficamente sin un solo enganchón, sin dejarlo pensar. Pero se vino a menos el animal por la falta de celo, aunque no la decisión de Perera, que se atornilló al suelo para hacer bailar al de Zalduendo a su alrededor sin mover los talones. Muy sinceras las manoletinas finales, de exposición y ajuste. Fue la de Perera al sexto un trasteo de torero en sazón que lo ve claro para tirar de un animal con el fondo muy justo, que supo, además, tapar los defectos del animal. Manejó el capote con soltura, pero sobre todo cosió las embestidas en línea recta en los enganches y exigió luego para apuntalar la pelea con el manso, que siempre estuvo loco por rajarse. Y terminó por hacerlo cuando manejaba Perera la muleta al natural, pulseando con perfección. Terminó metiéndose en el toro el extremeño cuando ya estaba el animal rajado, exponiendo mucho en los embroques y persiguiendo las huidas para arrearle circulares invertidos de mucho ajuste. Pero un pinchazo hondo sobre el aviso acabó con sus posibilidades de cortar la oreja que le faltaba para acompañar a sus compañeros por la puerta grande. 6.09. Ronda. Miguel Ángel Perera por Cultoro FICHA DEL FESTEJO Real Maestranza de Caballería de Ronda, Málaga. Tradicional corrida goyesca. No hay billetes. Toros de Zalduendo, correctos de presentación. Sin fuerza ni raza el noble primero; exigente y de pelea el segundo; noble y repetidor a menos en la clase el tercero; bronco, correoso y malo el quinto; obediente pero manso y rajado el sexto. Morante de la Puebla (negro y bordados blancos): silencio y dos orejas. El Juli (gris plomo y azabache): oreja y oreja. Miguel Ángel Perera (añil e hilo negro): oreja tras aviso y vuelta tras aviso.

La Razón. Ismael de Pablo

El Juli paseó un trofeo del segundo. Fue un animal con bondad y una pizca de genio en las arrancadas. No le sobraban tampoco las fuerzas y había que hacerle todo muy medido al de Zalduendo, que se alegró con bríos a los medios en el comienzo de faena. Julián, en la boca de riego, le pegó dos cambiados por la espalda. Hierático. Fue el preludio de cinco o seis doblones torerísimos. De lo mejor de un trasteo al que sobró algún enganchón. Se echó la mano a la izquierda y hubo buenos naturales. Echando los vuelos de la muleta y tirando siempre del astado. Más rotundo por la derecha, sobre todo, en el cambio de mano por la espalda sin enmendarse para pegar el de pecho. Quietud y valor en la versión más enfibrada del madrileño ante una res que a menudo sacó genio. Oreja. Otra más paseó del quinto. Un toro exigente y con algo más de empuje que sus hermanos. Le avisó al tercer lance con el percal. De una embestida, el fajín quedó sobre el albero. Con la muleta, fue un toro áspero, que se quedó muy corto y que se orientó enseguida. El Juli volvió a sacar la casta y se metió entre los pitones penduleando para robar los muletazos. Tesón y esfuerzo ante un burel nada fácil para asegurar la Puerta Grande.

Mundotoro. Irene Martín Moya

Ronda (España). Juntada la tauromaquia, unida en el esplendor de sus artistas, hilada a la pasión del público, el toreo sí es eterno. Uno a uno, quizá mortales. Pero cuando la fortuna pone en el tiempo de dos horas y en el espacio de una misma corrida la lentitud inverosímil de Morante, la raza de rey de Juli y el toreo abismal de Perera, la tauromaquia despliega sus alas y es capaz de alzar vuelo por encima de todas las artes. Se hace inmortal. Inmortales se hacen cada torero y se hace el propio toreo. No hizo falta que Zalduendo mandara una corrida de nota dentro de su buena presencia. Basto con que el sorteo fuera coherente a cada forma de cada torero. Gran tarde goyesca en Ronda. El Juli se plantó en el centro del ruedo desde el comienzo con el capote, dejó alguna verónica con suavidad antes de realizar un quite por chicuelinas a pies juntos, muy ajustadas rematadas con una revolera. Soberbio inicio de muleta con dos pase cambiados por la espalda de nuevo en los medios, no le respondió el toro adecuadamente por su embestida rebrincada y cambió la estrategia con inteligencia y llevó a cabo una serie doblándose con el toro por abajo. Así empezó la lucha de poder del Juli que consiguió consolidar su sitio con los naturales. Fue clave el no mover las zapatillas y obligar al toro a embestir por donde él impuso. De vuelta con la derecha la labor cobró emoción gracias a la ligazón y a que el toro comenzó a defenderse más. Un cambio de mano ligando los muletazos sin moverse del sitio pero dejó una estocada caída y solo paseó una oreja. El quinto giró el cuello y echó la cara arriba con genio y violencia. Imposible por el izquierdo, Juli le sacó una serie de mucho riesgo. Reponía y buscaba el pecho del torero pero Juli se mantuvo firme y decidido en la lucha, derrochando valor y extrayendo series completas con la derecha. Estoconazo final y cortó la oreja que le abrió la Puerta Grande.

Cultoro. Emilio Trigo

0 Comentarios Comentar Imprimir Noticia Share on facebook Share on google_plusone_share Share on twitter More Sharing Services Llegó la hora de Ronda y de la goyesca más tradicional de cuantas existen en el planeta toro. Seis décadas de figuras pisando el albero de la Maestranza rondeña desembocaban hoy en un paseíllo integrado por Morante de la Puebla, Julián López El Juli y Miguel Ángel Perera, preparados los tres para lidiar un encierro de Zalduendo que, a la postre, nunca llegó a romper, a pesar de estar bien presentado. Morante soltó las perlas en el cuarto y fue el único que desorejó a un toro. El Juli planteó batalla y ganó guerra con dos toros que le pusieron muchas dificultades. Perera, or su parte, de no fallar con los aceros, también hubiese salido en hombros. Dejó los destellos de su gran momento y todo ante un lote, igual que la corrida, sin romper del todo. El presidente, cierto es, estuvo cicatero con el extremeño. Le faltó celo al segundo en el capote de El Juli, que sí pudo, sin embargo, ofrecer un vibrante quite por chicuelinas esperando mucho la llegada dormida del animal y consintiendo para lograr la embestida deseada. Al público brindó Julián para quedarse al cambiado, que varió después con un inicio de más empuje. No tardó en exigir al comprobar el fondo del animal, que se fue hacia adelante con boyantía. Fue de mano baja, muy baja el trasteo, de poder y mando en el aplomo tremendo de las zapatillas en la arena a la cara suelta y sucia del animal del tercer muletazo hacia adelante. Fue una batalla campal entre el madrileño y el Zalduendo, uno imponiendo y el otro no poniendo fácil el resultado. Otra pelea fue la de El Juli con el quinto, que nunca vino metido en la muleta, le echó la cara arriba y le protestó constantemente. Toro de pasar un trago y al que se impuso el madrileño a base de valor y de exposición inmensa para terminar conquistando el terreno y la voluntad del animal. Siempre en el sitio, siempre enrazado y siempre sin escatimar esfuerzos ante la aspereza geniuda del Zalduendo. Sometió, se impuso y gobernó en la guerra para terminar

Compartir en facebook Compartir en twitter