Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
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16/09/2014 | Murcia | Finito de Córdoba, El Juli, Miguel Ángel Perera | Victoriano del Río | Dos orejas y dos orejas y rabo |
CUANDO EL DICCIONARIO SE QUEDA CORTO El Juli ha estado en torero poderoso y sublime ante sus dos oponentes, a los que ha exprimido de principio a fin con su magisterio y su capacidad lidiadora, dejando escaso el rico elenco de adjetivos elogiosos que se pueden encontrar en el Diccionario de la Real Academia. En su primero se ha lucido en verónicas ajustadas, en el quite por chicuelinas en pleno centro del anillo, y, con la muleta, ha suscitado un clamor colectivo, con tandas por uno y otro pitón que se sucedían inacabables ante un toro que hacía el avión, que acudía boyante a la muleta y que no se cansaba de repetir. Si creíamos que lo habíamos visto todo con este astado, llegó el quinto, y El Juli estuvo todavía mejor. Ese toro ha echado la cabeza arriba al comienzo de la lidia, pero no contaba con un torero que lo iba a dominar de principio a fin y que iba a conseguir de él series de naturales en las que alargaba la izquierda hasta más allá de donde le daba el brazo, y todo bien hecho, con temple, quietud, relajado, sin emborronar ni siquiera un solo pase. Los gritos de "torero, torero" fueron coreados en los graderíos, que reconocían así los méritos de un diestro de cuerpo entero que en Murcia ha estado con las ganas de triunfo de un principiante y con la predisposición de quien quiere ser algo en esta difícil profesión. Leer más: http://www.lavanguardia.com/cultura/20140916/54416039237/un-soberbio-juli-con-4-orejas-y-rabo-cierra-con-broche-de-oro-feria-murcia.html#ixzz3DVsLsJf0 Síguenos en: https://twitter.com/@LaVanguardia | http://facebook.com/LaVanguardia
Fue más allá de un rabo. No tiene premios lo que El Juli obró en La Condomina. Ni premios ni palabras: la tauromaquia tiene unos cánones que veces contadas se sobrepasan. Hoy El Juli ofreció una de esas tardes que aguantan en la retina de los aficionados de por vida. Y lo hizo siendo él mismo, sacando de su propio concepto el mejor Juli que ni aquel chavalín de Velilla que soñaba hace quince años con ser torero hubiera imaginado. El rabo y las cuatro orejas son, tan sólo, símbolo de lo irreal, porque lo verdaderamente cierto es que dio una dimensión histórica. La faena al quinto de la tarde traspasó los cánones técnicos con que la tauromaquia sobrevive. Todo lo hizo con la lógica de las figuras históricas que saben que tienen delante de sí a uno de los animales de la temporada para hilvanarle una de las faenas de su carrera. Así lo hizo El Juli, plantándole cara a la propia ortodoxia y rompiéndose a torear según su propio instinto torero le pedía. No es que lo dominara en los compases finales de la faena. Es que ya lo traía de su mano desde su encuentro con la seda, pues lo enceló de tal forma en el hocico que hizo humillar lo inhumillable a un toro bravo. La faena fue un compendio de toda la tauromaquia que atesora el madrileño, llevando larguísimo al de Victoriano y rompiéndose por ambos pitones. Fue al natural, encajado y con detalles muy toreros después de cada tanda, donde El Juli fue de verdad El Juli. El espadazo, hasta la bola, logró llenar de pañuelos La Condomina y conseguir una meta más en esta temporada de ensueño para el madrileño. En segundo lugar irrumpió un excelente toro de Victoriano del Río que ya de salida, y en el capote de Julián, humilló como un auténtico bravo. Todo lo hizo despacio El Juli frente al animal que tenía delante, pues su capacidad técnica le hizo presagiar las máximas virtudes que poseía el de Toros de Cortés. Lo fue mimando con la seda, y tras el tercio de varas y el despabilo que le produjeron las banderillas, López imprimió cadencia e un inicio muelteril que, además , tuvo jugo. Todo se lo hizo despacio y, sobre todo, larguísimo el madrileño al toro para hilvanarle series eternas, por ambos lados, en las que se conjugó su técnica insuperable y su dominio extremo en los último compases de la lidia. Julián rubricó con un espadazo su labor y las dos incontestables orejas cayeron en sus manos, paseadas entre el calor de la afición murciana en La Condomina.
Murcia (España). El Juli fue una bestia en Murcia. Las cuatro orejas y el rabo que cortó casi son lo de menos ante la dimensión que enseñó: plenitud de poder, capacidad, profundidad y valor. Un dominio inapelable con el extraordinario segundo, toro de Cortés que fue premiado con la vuelta al ruedo, y también con el quinto, al que hubo de hacer antes de cuajarlo en otra faena magnífica. Tarde inmensa del torero madrileño. Después de su triunfo con el quinto, Miguel Ángel Perera intentó la réplica, pero no tuvo toros. Finito de Córdoba, que abría el cartel, no tuvo su tarde. Se lidió una corrida de Victoriano del Río y Toros de Cortés desigual de presentación y juego. El Juli firmó con el segundo una faena cumbre. Tuvo movilidad siempre el de Cortés, un gran toro que en los primeros compases tendió a salir desentendido. El torero madrileño consiguió fijarlo para comenzar a desarrollar una faena plena, completa y rotunda, construida con tandas de una gran profundidad sobre ambos pitones. El toro, extraordinario en la muleta, embistió con clase, repetición y transmisión. Cerró con circulares inmensos una faena enorme. Cortó las dos orejas y el toro fue premiado con la vuelta al ruedo. Formó otro lío con el quinto de la tarde, con una faena que compendió su técnica, su capacidad, su valor y su toreo de mano baja. El toro soltó un poco la cara al principio, pero con superior sabiduría, El Juli lo fue haciendo hasta meterlo en la muleta. Hubo, de nuevo, toreo de gran profundidad, ligado, hondo y largo. En la corta distancia, no sólo se montó encima sino que a veces pareció que el toro tenía que apartarse. Dominio apabullante, sellado con un estoconazo, y las dos orejas y el rabo.