Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
---|---|---|---|---|
27/09/2014 | Vistalegre | Finito de Córdoba, Morante de la Puebla, El Juli | Domingo Hernández, Zalduendo | ovación en ambos |
Ficha del festejo • Palacio de Vistalegre. Sábado, 27 de septiembre de 2014. Corrida 'The Maestros'. Media plaza larga. Toros de Garcigrande (1º manejable, sin clase, distraído y sin finales), Domingo Hernández (un 2º regordío con clase y porca fuerza, y superior el 6º), Zalduendo, (3º podrido, 4º sin poder y con genio y un 5º manejable de poco fondo). • Finito de Córdoba, de azul marino y oro. Metisaca en los bajos y tres pinchazos. Aviso (silencio). En el cuarto, estocada atravesada que hace guardia y descabello (silencio). • Morante de la Puebla, de azul marino y oro. Estocada (oreja). En el quinto, media estocada (oreja). Salió a hombros. • El Juli, de azul rey y oro. Estocada (saludos). En el sexto, estocada defectuosa, estocada tendida y varios descabellos. Aviso (saludos y gran ovación de despedida). • Se guardó un minuto de silencio por el 30 aniversario de la muerte de Paquirri y el fallecimiento del empresario Arturo Beltrán, fundador del Palacio de Vistalegre.
EL JULI, MORANTE Y UN MANICOMIO. Efe. Una tarde de toros atípica por toda la parafernalia que había montada en torno a ella, con la presencia por primera vez en la historia de una orquesta sinfónica para ambientarla musicalmente, y, sobre todo, por la manera tan especial con la que hay que describirla, es decir, empezando por el final para acabar por el principio. Y es menester empezar así por las emociones tan grandes, casi inenarrables, que se vivieron en el sexto toro gracias a un Juli sublime en todos los órdenes, un coloso del toreo que convirtió la plaza de Vistalegre en un auténtico manicomio por espacio de veinte minutos. El torero del madrileño barrio de San Blas dejó clara muestra de lo que vendría después con un soberbio quite por chicuelinas y cordobinas, abrochadas con media a pies juntos al ralentí, que pusieron la plaza en pie. Pero el lío gordo llegó en la muleta de un Julián López que, sin probaturas previas, se puso a torear sobre la mano diestra en la misma boca de riego, por donde nacieron dos series iniciales de gran ejecución por el mando, la largura del trazo de cada pase, el temple y, por supuesto, la hondura. El toro, bravo y con son, fue el oponente ideal para un torero que fue agigantándose a medida que los tendidos se entregaban más y más a su toreo, a su grandioso e imperial toreo, impecable y haciendo todo muy por abajo, barriendo con media muleta el albero. Faena siempre a más en cuanto a ritmo e intensidad, cumbre también al natural y hasta en los adornos finales. Lástima el fallo a espadas. Le gente se echaba las manos a la cabeza mientras Juli se atascaba con espada y descabello, perdiendo así las orejas de un toro aplaudido en el arrastre. Aunque para ovación, la que recibió El Juli, tan atronadora que aún sigue retumbando por las frías galerías de la reformada "Chata" de Carabanchel.
EL JULI ACABA CON EL CUADRO THE MAESTROS. ZABALA DE LA SERNA .EL MUNDO. El quite de Juli al último subió el caché: chicuelinas de compás abierto y cordobinas. La media verónica superó a todas. Ojo. El toro playero de D.H., superior. Y la faena de Juli que acabó con el cuadro. De la composición, el arte y el flamenco tan arrebatado. La mano a rastras. Despacio, despacio. Para contrariar a la película 'Deprisa, deprisa'. La profundidad y ligazón. Encajada la cintura. Un cambio de mano bestial. Otro toreo. La estocada defectuosa previa a chingar el cuadro con los aceros. Que se fue a hombros Morante, y Julián salió a pie para marcar la diferencia. De Despeñaperros para arriba no se trabaja, se torea. Y cómo.
FAENÓN DE EL JULI. APLAUSOS por Ínigo Crespo Bravo, encastado y de una embestida profunda el sexto de la función. Extraordinario El Juli en un quite donde ha intercalado con el compás abierto chicuelinas, cordobinas y medias. Faena sublime del madrileño. Un faenon de ligazón, encaje, reunión, mando, mano baja. Obra profunda y rotunda, extraordinaria al natural. Muletazos eternos, ligados en un palmo, con un temple magistral. Obra grande sobre ambas manos. En pie la plaza. Con las orejas en la mano ha perdido el triunfo por una estocada caída, un espadazo y cinco descabellos. Ovacion para el toro en el arrastre.
DOS CONCEPTOS PARA DECIR EL TOREO. Por Marco A. Hierro para Cultoro El toreo, por propia definición, no se explica, se torea. Lo demás es intentar acercarse a la misteriosa hondura para que pueda acercarse a él quien no estuvo en la corrida. Una en la que dos genios se desataron y otro cumplió el guión. Una en la que dijo Morante que el toreo es armónica imperfección en cites y embroques mientras rujan las barrigas que pagaron el mantel. Una en la que aseguró El Juli que el toreo es imposición y poder, hondura y profundidad que parte de la misteriosa cadencia del temple, la mano baja y el compromiso con el viaje. Y los dos tenían razón. Le sopló Juli al tercero ocho lances y medio hasta la boca de riego, sin inercias, arrancado de parado cada vez el negro Toro de Zalduendo, que a penas tuvo entrega en el caballo de Diego Ortiz. Fue de apuntalar la fuerza y de fomentar el buen tranco el inicio de Julián, ofreciendo distancia, línea recta y media altura para que no se quebrasé una voluntad que quiso más que pudo. Y es que doblaba las manos el Zalduendo con cada toque de muleta fuera de las series de un Juli demasiado poderoso para tan poco enemigo. Lo reventó el madrileño de un espadazo para escuchar una ovación. Con mucha suavidad y medido temple esperó Juli la llegada del sexto a la verónica, que voló tersa y bien trazada ante la media humillación del de Domingo, que no llegaba más allá del embroque. Derribó el animal a Salvador Núñez en varas a base de empujar. Con chicuelinas de mano muy baja y cordobinas encajadas quitó El Juli para poner en pie el Palacio de Vista Alegre. Tan poderoso como bueno para el toro fue el inicio de rodilla genuflexa de Juli, por delante y por detrás, imponiendo luego su perfecta colocación para no ceder ni un palmo.La mano abajo, el corazón al frente, la pasmosa seguridad de saberse superior, de arrastrarse el trapo, cambiarlo de mano y recibir tras los muslos la repetición. La muleta arrastrada en el natural, el trazo lento, imperioso y grácil, buscando la profundidad y la hondura para pasarse al Toro por delante en el de pecho. La plaza en pie y en perfecta comunión con Julián. Se volcó en el morrillo el madrileño, pero el descabello le privó de las dos rotundas orejas.