Fecha | Plaza | Cartel | Ganadería | Resultados |
---|---|---|---|---|
12/10/2014 | Zaragoza | Juan José Padilla, El Juli, Miguel Ángel Perera | Victoriano del Río, Parladé | Ovación y dos orejas |
Plaza de toros de Zaragoza. Más de tres cuartos de entrada. Penúltimo festejo de la Feria de El Pilar. Toros de Parladé (2º, 4º y 6º), Victoriano del Río (3º y 5º) y Toros de Cortés (1º). Corrida seria y bien presentada, de cuyo conjunto destacaron el excelente segundo de Parladé, el bravísimo cuarto, de Parladé, que salió sin vida del peto, y el buen quinto de Victoriano del Río. Manso pero noble el primero de Toros de Cortés, noble y sin transmisión el tercero de Victoriano del Río, y el sexto de Parladé, noble pero apagado. Juan José Padilla, ovación tras aviso y silencio; El Juli, ovación y dos orejas; y Miguel Angel Perera, aplausos tras aviso y silencio.
Acaba Zaragoza (casi, queda la corrida de rejones) y se acaba el mundo. O eso parece. El planeta taurino 2014 a falta de los últimos coletazos. La feria de Jaén y algún festejo. Pero Madrid y Sevilla echan cerrojo hasta el año que viene. Dios mediante. Se cierra un ciclo. Un ciclo de muchas grietas, alguna sorpresa y un buen puñado de incógnitas a desvelar durante los próximos meses. Se nos echa encima el invierno, a pesar de que nos vamos de Zaragoza, comienzo estas líneas con medio pie en el AVE, con la primavera, que no otoño en lo alto. Tan raro todo como esta temporada enrevesada y carcomida entre los intereses privados, los públicos, los de tres, los de siempre y un nudo en el estómago por el eterno dilema de quién sacará la cara por la afición. En esta encrucijada sobresale la nota positiva de la aún en el horno Feria del Pilar, cambios de aires, de manos y nueva apuesta que ha tenido respuesta directa en el público. Varios llenos consecutivos, y el más flojo de las corrida fuertes, el de ayer. El Juli ponía el cierre a esa innovadora temporada que presentó por el mes de febrero que ha acabado con un cambio de rumbo en el apoderado: adiós Roberto Domínguez; bienvenido Luisma Lozano. No hubo brindis de despedida, pero sí cierre a lo grande y con la suerte de cara. A él fue a parar el lote de la tarde. Los dos únicos toros, con matices muy distintos, pero ambos de triunfo. Para consagrarse fue el de Parladé, el tercero, en una buena camada del ganadero, toro de excelente clase, repetición, franqueza y manteniendo ese punto de transmisión para que lo que ocurría fuera importante. Juli se apartó de ese vértigo que le acelera otras tardes y la virtud que mantuvo de principio a fin en la faena fue el temple y el ritmo. Hizo un trasteo terso, limpio, encajando muletazos profundos por la largura, rompía al toro, lo obligaba, era animal para olvidarse y recrearse y en esa ecuación vaciaba por fuera al toro en ese largo viaje más poderoso que emotivo. Se reunió con el animal pronto en las cercanías y con luquecinas remató una obra que le separó de los dos trofeos un mal uso de la espada. El quinto de Victoriano del Río tuvo más carbón, encastado y con tralla, aunque acabara cantando sus ganas de rajarse. Antes y durante tuvo faena de triunfo. Como expresaba el toro y requería poder, la tauromaquia de El Juli se fundió con profundidad en ese trazo de larga estancia. Antes lo había bordado en un quite por lopecinas, muy toreada la embestida, sincronizado perfectos los laberínticos tiempos del capote y la velocidad del toro como en el anterior fueron sublimes las tijerillas. Muleta en mano, volvemos, recordamos, tuvo miga ese poder a poder, sometimiento, empujar al toro, llevarlo allá y en ese diapasón de cuando el animal cantó las tablas, justo ahí vinieron para mí los dos mejores muletazos de la tarde después de un circular al que encadenó tres con la rodillas genuflexa que hablaban sin alzar la voz. Se abrió después con la espada la Puerta Grande.
EL JULI REMATA SU TEMPORADA CON UNA APABULLANTE ACTUACIÓN EN ZARAGOZA UNA TARDE DE Y PARA EL JULI La corrida del día del Pilar en Zaragoza la dominó casi en exclusiva el apabullante despliegue de autoridad, torería, conocimientos y sereno valor de Julián López "El Juli". De principio a fin, con sus dos toros, el maestro madrileño mostró en Zaragoza la versión más nítida de su poderoso toreo, esta vez, además, sin la tensión que ha atenazado a veces su toreo en una campaña con muchos frentes abiertos fuera del ruedo. Se vio, pues, en el ruedo de la Misericordia y en la última gran cita del año, al mejor Juli posible, al que ha mandado en el escalafón a lo largo del último lustro con una insultante capacidad. Ya desde que abrió faena a su primero, al que cuidó en los primeros tercios, se vio la versión más templada del madrileño, pulseando y mejorando las embestidas de un toro aparentemente flojo pero que recobró bríos y sacó su clase en cuanto El Juli le asentó en la arena. Después llegó una sucesión de tandas de creciente intensidad, con muletazos largos y muy ligados, aunque nunca en tanto número como para agotar al noble animal de Parladé. Con cabeza clara y el corazón caliente, El Juli redondeó faena con un postre de circulares de ida y vuelta sin mover las zapatillas y que acabaron por poner en pie a una plaza entregada que le hubiera dado las dos orejas de no haber emborronado su labor de dos pinchazos en alto. Pero aún quedaba Juli para rato, porque con el quinto volvió a elevar los decibelios de las ovaciones con un quite por lopecinas muy pausado, sin la ligereza habitual de este lance consistente en un amplio abanicazo de capote. Marcó este quinto toro de Victoriano del Río una clara querencia a tablas en el tercio de banderillas, y de allí lo sacó EL Juli citándolo desde el tercio para instrumentar una vibrante primera serie de naturales. Pese a su fondo de mansedumbre, el hondo cinqueño repitió algunas fuertes embestidas que dieron mayor emoción al asentado toreo del diestro madrileño, dominador de cada metro de embestida con una relajada actitud. Y, aunque el toro acabó rajándose y buscando de nuevo las tablas, hasta allí le siguió Juli sin permitir que cumpliera su deseo hasta que no terminó de cuajarlo con nuevos circulares y unos sabrosos ayudados rodilla en tierra. Tras una estocada contundente, ahora sí, la presidencia sacó casi a la vez los dos pañuelos para ratificar un triunfo incontestable.
EL JULI SE EMBORRACHA DE TOREAR Dos toros excepcionales, cada uno en su tipo y de juego distinto, pero que transmitieron todo un torrente de emociones han ido a parar a las manos de El Juli, con una suerte inmensa en el sorteo. El lote de la tarde y de la feria para un torero en plena madurez que en esta plaza se siente, además, como en su patio. Y no podía fallar El Juli con tan espléndido y suculento banquete de bravura, casta y nobleza, repartidas entre ambos ejemplares. El de Parladé, lidiado en segundo lugar, ha tenido poquita fuerza pero una clase soberana. Un toro que nunca hizo un extraño y que embistió con temple para que El Juli, muy asentado y sin las ansiedades de otros momentos, ligara derechazos en series un punto desiguales y naturales inmensos, especialmente la segunda tanda, excepcional. Los circulares, efectistas, en serie, encendieron la plaza. Con la espada y perdió los trofeos. El quinto, de Victoriano del Río, encastado, con mucho que torear, midió a El Juli y este respondió clavado sobre la arena e imponiendo su ley de muletero poderoso. Faena sobre la izquierda, en los mejores muletazos, y derechazos de largo recorrido. No falló el acero y la puerta grande se abrió, por enésima vez en esta plaza, para El Juli
EL MAGISTERIO BIDIMENSIONAL DE EL JULI Tres nombres en uno: El Juli. 'Amontillado' y 'Jarreón', dos toros absolutamente diferentes para un torero. La exigencia de registros condensada en una sola cabeza privilegiada. Bidimensional en su toreo. La doble visión graduada a la perfección para las embestidas de calidad superlativa de 'Amontillado', un juampedro de Parladé engatillado, hermoso y cuajado. Pocos toros en 2014 han contado con esa clase sostenida, esa armonía exterior e interior, un temple majestuoso. Y Juli lo dibujó a la verónica, muy enfrontilado, serenos los vuelos, dormido el pulso en una media desmayada a pies juntos. La lidia ordenada y el quite algo apurado por cordobinas y chicuelinas, cuando parecía que 'Amontillado' se aguaría en su poder. El tacto y el trato exquisitos; El Juli vertical y a los vuelos el toreo en redondo. Encajado y engrasada la cintura sin necesidad de desencuadernarse. Y sobre todo a cámara lenta. Los pases de pecho duraban una eternidad desde que nacían en el manantial de la ligazón. Fluía como un río por su cauce la obra, como oro fundido que se engarzaba en una única pieza. Giraba el reloj de arena en cada serie que desgranaba el toreo. Por la izquierda hubo que forzar algo la línea, antes de la curvatura, para darle al juampedro excelso un tranquito más. Los naturales se concatenaron con cadencia y ritmo. Una suavidad de brisa presidía las series, aunque la muleta barriese la arena. Subió el diapasón de la faena con la intensidad de las trenzas y los ochos pereristas, como para darle al compañero y rival en la madre antes de su turno. Los pitones lamían la taleguilla y los muslos no pestañeaban en la luquecinas, que chirriaban ligeramente entre tanto poso y calado. Ardía La Misericordia ante un torero sin piedad. El cierre hacia tablas retomó el son en adornos. Hacía 14 años exactos que Juli cortó el rabo de 'Ropalimpia'. Rondaba la idea de los máximos trofeos. Pero la suerte suprema se atascó. El brazo se quedó atrás. Dos pinchazos y la estocada final. La intensidad de la ovación empujaba a la figura a una lógica vuelta al ruedo que no quiso. Ya daría el paseo con las orejas de 'Jarretón', otro toro de hechuras magníficas, con las puntas por delante, las manos cortas, una seriedad conforme a su encastado carácter. De Victoriano del Río la pieza. Cinqueña. ¡Vaya lote! El Juli volvió jugar el capote por el tronco madre del toreo de capa, muy atalonado y mecido el lance. Pronto y al ataque el vivo toro. El quite de Zapopán revisionado, el compás abierto y el vuelo del percal como en molinete tras al abaniqueo. El público respondió como un resorte, y asoció la intervención con épocas pretéritas y pidió a Julián banderillas. Como el perro de Pavlov. 'Jarretón' apretó con los palos hacia los adentros a los hombres de plata, y luego en el principio de faeba con El Juli en los medios le costó abandonar aquellos terrenos. Pero allá que se fue con todo. Una transmisión bárbara. Un galope de AVE. No hubo tregua en las tres primeras tandas. De poder a poder. Por abajo todo. Juli más en Juli de capacidad. Pero con la caída de hombros. Un pase del desdén cerró una serie mayúscula. Y entonces el toro se acordó de las tablas y amagó con rajarse tras el paso por la también exigente izquierda del torero. Y al final se piró después de otra ronda de redondos en el platillo. La fuga la aprovechó el torero rodilla en tierra en unos doblones soberbios. Se produjo el ansiado espadazo y la puerta grande, que pudo ser de póker o repóker. Enorme fin de temporada. Magistral.
al nuevo juli de siempre Un cartel de auténtico lujo el que presentaba Zaragoza esta misma tarde: la vuelta de Padilla tras la corrida de Fuente Ymbro que no le ayudó a triunfar, el regreso de Miguel Ángel Perera como el doblete justo de la Feria del Pilar y la llegada rompedora de Julián López 'El Juli' para culminar una temporada de ensueño. Era ante un encierro de Parladé y Victoriano del Río, que después de lo visto se puede decir que han empatado los hierros de bravos. Dos toros reseñables a cada ganadería. Segundo de Parladé y quinto de Victoriano. Dos toros que tuvieron la suerte de caer en las manos de Julián. El madrileño se encontró con un material propicio para ahondar más en los cimientos de su toreo. El Juli, ofreció la nueva versión de su tauromaquia con un reposo absoluto y una cadencia inusuales entre tanto potencial de capacidad. Nueva dosis de tauromaquia de López, donde la hondura, profundidad y los sentimientos renuevan y amplían, su extensa forma de interpretar el toreo. Ante el segundo, un buen toro de Parladé, que tuvo duración, ritmo, nobleza y fijeza entre otras virtudes, lo lanceó con muchísimo gusto. Un toro de inmejorables 'jechuras'. A este astado de Domecq, le hubiera cortado Julián las dos orejas y hasta algo más, de haberlo matado a la primera. El faenón fue de cumlaude demostrando que su capacidad no sólo está en la firmeza, que la hubo y mucha. Antes en el caballo entró con ímpetu, aguantando un quite largo de El Juli por cordobesinas y posteriormente otro por tafalleras de Perera. A partir de ese momento lo brindó al público y Julián desplegó toda su tauromaquia de inteligencia, contenido y simetría. Fundamental el tremendo inicio de labor con los pies anclados en el albero. Tiró en línea por alto, sin molestar y sin inmutarse un ápice. Una vez en el tercio, con el rodillo en marcha, llegó la nueva cara de Julián. Un toreo cuasi perfecto en planteamiento. Por ambos pitones sirvió el toro, y El Juli hizo con él lo que quiso. Toreo lento, muy lento, muy sentido para después acortar distancias entre los pitones haciéndose el dueño y señor del mando de la buena embestida del Parladé. El arrimón fue tan grande que el toro no tenía hueco ni para pasar. Un Déjà Vu al más estilo ojedista. Fue un gran toro. Dos pinchazos y el aviso dejaron todo en una atronadora ovación. Al quinto, le cortó las dos orejas. Un gran toro de Victoriano del Río al que recibió muy a gusto con el capote, cumpliendo con creces en el caballo. Quitó posteriormente por lopecinas tras haber entrado dos veces en el caballo, sin moverse, hierático y decretando en la embestida del toro. En faena comenzó citando al toro en el burladero, con él en los medios, y ofreciéndola al bueno de Victoriano. Una vez que la tomó pronto y alegre, Julián le cogió el ritmo a la encastada y enclasada embestida del animal. Surgieron en ese momento las series encajadas y estéticas, con un Juli de compás abierto, muleta adelantada y acariciando el albero. Los naturales fueron de mano muy baja y trazo muy largo. Extraordinarios fueron los remates finales con la pierna genuflexa, apretando al toro hasta exprimirlo antes de dejar un espadazo atracándose de toro. Triunfo dictatorial por la monstruosa contundencia ofrecida.
el juli, pletórico, marca distancias El Juli cortó las dos orejas del quinto por una faena muy julista. Arrancó con un quite por lopecinas muy templado y parado que ya comenzó a calentar a la parroquia. Luego, inició con la muleta sin probaturas en los medios sobre la mano derecha. El inicio fue muy emocionante y el grueso de la labor tuvo el sello de la casa: mano baja y ligazón. El toro quiso rajarse y el final de faena, llevándose al animal de los medios a las tablas con muletazos por bajo muy ligados, fue de apoteosis. Mató de una estocada y paseó el doble trofeo. El segundo fue un buen toro de Parladé al que El Juli hizo un faenón. La primera parte del trasteo fue de toreo muy largo, reunido, ligado y por abajo. Y en la segunda rozó lo imposible en terrenos de cercanías, metido entre pitones y aguantando los parones del astado. Era faena de dos orejas, pero perdió el premio tras pinchar dos veces antes agarrar la estocada definitiva. Saludó después de que se le pidiera con timidez la oreja.
PINTURAS DE GUERRA Zaragoza (España) Con las pinturas de guerra en el rostro. Con una estocada hasta las cintas, antes de un cierre de faena soberbio toreando a dos manos con la pierna flexionada para exprimir al máximo al toro. Así terminó El Juli la temporada. En pie de guerra. Antes, había pinchado a un gran Parladé al que le pudo haber cortado el rabo. Tarde grande de Juli y de mal fario para Perera. Que lo intentó todo con el lote malo. El lunar negro de la corrida: nadie acudió de verdad a salvar a un toro bravísimo de Parladé que dejó su vida en tres minutos de celo en el peto. Dos orejas cortó El Juli del quinto, un toro bien presentado y bueno. Muy bien lidiado, El Juli le hizo un quite por lopecinas que puso la plaza en pie. Se lo sacó a los medios después y leyó perfecto al toro, llevándolo siempre muy por abajo, muy poderoso, incluso procuró aliviarlo un poco. Series de mano bajísima con la derecha e izquierda, con media muleta arrastrando barriendo la arena. El toro hizo dos amagos de rajarse, y El Juli lo sacó afuera para dar un cierre con un circular invetido larguísimo y luego, con una rodilla en tierra y la pierna flexionada reventó el toreo por abajo. Dos orejas de ley en una tarde de cuatro. El Juli rozó la perfección en un faenón al muy buen segundo de Parladé, del que hubiera paseado las dos orejas -quien sabe si el rabo- de no haberlo pinchado en dos ocasiones. El madrileño estuvo tremendo desde que se abrió de capa con un toro muy bueno, que fue bajo, corto de manos, de hocico chato, estrecho de sienes y que enseñaba las palas. Tuvo el toro mucho celo en el capote, El Juli lo toreó muy bien y aún siendo bravo el animal, lo cuidó en el peto, antes de firmar un gran quite por chicuelinas y cordobinas, al que Perera dio réplica con otro por tafalleras. Después, un faenón del madrileño: un gran inicio a pies juntos por alto sin enmendarse, la primera tanda después sin apretar al toro, y a partir de ahí un torrente de torear, tres series a derechas y al natural, sabiendo siempre cuándo apretar al toro o no por abajo. Seguidamente, otro lío, entre los pitones, un arrimón de órdago. Mató de dos pinchazos, espadazo y descabello, y aún así el público le hizo saludar en los medios. Tan importante había sido su obra, que mereció posiblemente un rabo.