Crónicas

Crónicas de Julián López

Soberbio, arrollador, pletórico... una obra de arte para la historia de la Tauromaquia en Bilbao

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
27/08/2015 Bilbao Enrique Ponce, El Juli, Miguel Ángel Perera Domingo Hernández, Garcigrande oreja, oreja con clamorosa petición de la segunda y dos vueltas al ruedo

Plaza de toros de Vista Alegre de Bilbao. Sexta de las Corridas Generales. Toros de Garcigrande, bueno en la muleta el 1º, ovacionado. Exigente y complejo el 2º. Sosos el 3º y el 4º, sin raza. Con mucho fondo y exigente el 5º, a mejor por el trato de El Juli y 6º, con mucha calidad. logo-mundotoro-fichas-crónicasEnrique Ponce, oreja y ovación. El Juli (de rioja y oro) oreja y oreja tras fortísima petición de la segunda y aviso y dos vueltas al ruedo. Miguel Ángel Perera, ovación y ovación.

Zabala de la Serna. El Mundo

Un tremendo Juli remonta el magisterio de Ponce El bochorno propio de los días de humedad y fuego de Bilbao no afectó a Enrique Ponce lo más mínimo. Apenas un viento racheadillo incomodó más. Ni una gota de sudor en su rostro. Como si jugará al toro con los 598 kilos del voluminoso cinqueño de Domingo Hernández un chaval de 44 castañas. La cintura cimbreada del junco de la Albufera para recrearse desde los doblones de oro, el pase de la firma, el cambio de mano. Todo fue a más por el divino don del temple en una faena planteada en el tercio. Cada tanda de redondos crecía en repóker y el de pecho que no se acababa nunca camino de la hombrera contraria. Cuando el maestro de Chiva presentó la izquierda engarzada a un molinete, el toro amagó con irse demasiado cerrado en tablas. La cabeza del Minotauro: en un visto y no visto ya estaba fuera de las rayas para dibujar el toreo en redondo, caídos los hombros, mecida la cadera, la naturalidad de los elegidos, la verticalidad ligada, la lenta muleta que asomaba como una media llama. Rugió Bilbao ante su consentido como en una reverencia de oles, palmas y abrazos. La muñeca izquierda giraba los vuelos de la roja tela y uno y otro natural. El arte de birlibirloque. Y la elasticidad de las dobladas del epílogo aireadas con un abaniqueo la mar de torero. La estocada fulminó al grandullón pajuno de Domingo Hernández por el rincón de Ordóñez. La oreja se sintió con verdadera fuerza. Y así cayó. Ponce puso un listón altísimo. Como una espoleta retardada para El Juli. Julián atacó en tromba desde los lances a pies juntos. Desatado como el viento en mitad de la faena. Perera había respondido antes por gaoneras a un quite julista de chicuelinas y cordobinas. Después del arranque de tres pases cambiados por la espalda, el Juli siguió huracanado. El mediano toro de Garcigrande traía una nobleza mediocre que a veces arrollaba. Pero quien estaba por arrollar era el matador de Velilla. Incluso cuando con la zurda el viaje no se rebosaba. La eléctrica conexión con los tendidos surtió su efecto: la salida de la rectitud en la suerte suprema dejó una estocada baja que se obvió. Nada que ver el trofeo con la pieza cobrada por Ponce. Bajó el nivel un punto más con la presentación terciada del tercero, un negrito despistado, suelto y corretón que no se llevó puesto a Guillermo Barbero de milagro. No había celo ni empeño en el garcigrande mansito. El antitoro de Perera, que pasó con decoro y una soberbia estocada que lo tapó todo. La decadencia de la bravura siguió con un fino, astifino y engatillado cuarto que desarrolló el vicio de escarbar con la cara entre las manos. Lo que más puede mosquear a un torero junto a la falta de fijeza. Ponce consiguió darle ritmo a una serie sin quitarle la muleta de la cara. Pero desde ahí el ejemplar de Garcigrande abundó en su afán de minero, reculando y cada vez más remiso. Por fuera lo tocaba EP sin obtener mayores frutos más que defensivos testarazos. Negada la embestida, no pasó nada. La verdadera respuesta de El Juli a la obra del Tourmalet de Ponce que había dinamitado la tarde surgió con el quinto. Su abanta y huida aparición sembró un halo de desencanto que se quedaría atrás con una faena superior. Cerebro privilegiado el de un torero tremendo, que consintió, esperó y se fue con la profundidad que rompía en los flecos de su inmensa muleta. Asentado, encajado, acinturado y templadísimo, la izquierda a rastras, dormida y honda catapultó Vista Alegre. La despaciosidad adquirió tintes de estatua con la mano derecha. Cumbre en el compás con la embestida siempre humillada y rendida ahora al poder. El mejor Juli del año sin duda y sin fisuras. Los circulares invertidos alumbraron un cambio de mano acongojante. Parado el reloj del tiempo. A todo sumaban los pases de pecho que se rebosaban en el más allá. Perdida la ayuda, Juli se enredó por luquecinas sin espacios, los pitones lamiendo la banda de la taleguilla, el valor y la raza. La plaza se erizó como una sola voz de admiración, el grito atávico de admiración a los héroes. Hacia tiempo que no se veía Bilbao tan rotundamente de acuerdo. Todos menos un hombre: el presidente Matías. Midió con escuadra y cartabón la estocada trasera como no había mirado el anterior espadazo; Matías lo que debería medirse un día es su estulticia. A salvo el prestigio de Vista Alegre, los tendidos se desgañitaban por la segunda oreja clamorosamente solicitada. Justamente exigida. Pero en sus cálculos entraba ser el protagonista, el convidado paria de la fiesta. Y se negó en rotundo. Juli dio dos vueltas al ruedo en medio de la aclamación popular. Otra puerta grande afanada a una afición que necesita creérselo para volver. Perera no se quería quedar atrás. Pero la espada le negó lo que su templanza prometía con un sexto toro que decía poco. De rodillas había prologado y casi de rodillas debía pedirse perdón por pinchar de forma tan inocente. El tributo rendido de despedida a El Juli elevó los decibelios del adiós a Ponce. Ya ves la machada, Matías. Vaya usted con Dios que el infierno de los malos aficionados ya lo tiene ganado.

Patricia Navarro. La Razón

El Juli arrebata el cetro bilbaíno Al quinto, como si un huracán hubiera arrasado nuestra memoria, todavía presente, nos olvidamos, o quisimos, hay veces que es mejor vivir con los ojos cerrados, que la presentación de algunos de los toros de Garcigrande, otra vez, bajaba un abismo de la ley del toreo, que impone un tipo de toro para cada plaza y sobre todo igualarlo ante los protagonistas. Pero pasó que "Juglar" fue el toro con el que El Juli se reencontró con el público bilbaíno y no sabemos si antes, después o al unísono consigo mismo. Hay momentos, faenas que pasan por las imperfecciones pero calan hondo en las emociones, éstas las estrujan. Y eso hizo Julián López en una faena versátil, hubo muchos toreros, sustitutos de sí mismo, pero hilo conductor de una faena abocada a la expectación, a la sorpresa. En esa búsqueda de registros El Juli nos invitó a perdernos en recovecos olvidados en los últimos tiempos. El comienzo tenía su sello por los siglos de los siglos, toreo ligado, de muleta puesta y cosida para empalmar una arrancada a la otra sin respiro. Y hasta ahí todo bien. Punto de encuentro y de partida. El toro cantaba una calidad para el recuerdo. Sin perturbarse dibujaba con los pitones sobre la arena el círculo onírico de sus embestidas. Delicioso animal a pesar de que tardeara un poquito dentro de ese tiempo de silencios y sigilo de quien es rey del campo. La captura de emociones llegó al poco, cuando Julián se echó la muleta a la izquierda y en vez de perderse en la estratosfera del trazo, acató la verticalidad, se la creyó, y empujó los riñones para adelante para llenar de fuerza el escenario. Ahí hubo redondez, seguida de una serie más violentada que sirvió como puente. El toro se reajustó en la velocidad, menos impetuoso y sobrevinieron pues los muletazos de más cadencia, buscando sonoridad en las muñecas para no perder la altura que imponía el toro a los hechos. Reinventaba con circulares que eran redondos eternos de ida y vuelta y el clamor llegó en el fin de fiesta por luquecinas. Pasa sin excepción que este tipo de adornos encienden la mecha. La estocada, de primer encuentro, primer envite, expectación máxima, cayó trasera y punto abajo, y se desencadenó después la petición unánime del doble trofeo. No cedió el presidente. Una oreja y dos vueltas al ruedo para El Juli. Y bronca monumental para el usía. Es difícil poner en balanza lo vivido y más cuando de tres de los espectadores reunidos contaremos películas dispares de la faena, pero más allá de las rotundidades se vivió con emoción lo que ocurrió en la arena negra. La bronca al palco presidencial superó a la del día anterior de Morante. Multiplicada cuando una vez acabado el festejo el torero se iba andando de la plaza. Con el segundo fue otra versión de Julián, más bastos los encuentros y los cites con un toro pronto, pero descompuesto y sin clase.

Barquerito. El correo, La verdad

El Juli, inagotable, arrollador Salieron dentro de la corrida de garcigrandes dos toros de mucha bonanza: un primero colorado, ancho y pechugón, muy lleno, 600 kilos, del hierro de Domingo Hernández, y un quinto del hierro de Garcigrande, negro zaino, bajo de agujas, corto de manos, afiladito. Los dos tuvieron lo propio de la bonanza: buen son. Ritmo acompasado el de Domingo Hernández; mucha nobleza el otro, que salió con pies y gateando, señal inequívoca en el encaste Juan Pedro. Ninguno de los dos hizo en el caballo gran cosa: el primero derribó pero por negligencia del piquero; el quinto se escupió del segundo picotazo tras un primer puyazo corrido. No eran muchos los que estaban en los toros por verlos pelear en varas. Los más estaban por otra cosa. El Juli había salido al ataque con el primero de su lote: a pies juntos con el capote, y a pies juntos en el platillo para armar faena sin preparativos, muletazos largos, despaciosos, una pelea contra el viento que lo descubría, rizos, trenzas y circulares cuando el toro se rindió, diez minutos de combate, una estocada caída y una oreja sin mayor relevancia. No es que se hubiera reservado El Juli, sino que el quinto toro pareció provocarle bastante más. La faena rompió con una tanda sedosa abrochada con un medio desplante de rodillas, que es novedad del repertorio. Visto el aire del toro, El Juli se fue a los medios con él, como si se lo llevara de invitado. Con la voz lo sujetó tanto como con los flecos y vuelos de la muleta. Iba a ser, y lo fue, trabajo de mano baja o bajísima -hasta casi la exageración-, de encaje vertical y a ratos desmayado, de variado cabotaje -los muletazos largos, en paralelo, como suelen ser los de poder, y los cortos, en semicírculo, más tensos y emotivos. El dominio de las embestidas fue casi abrumador. Parecía, además, que la faena, de llamativa ligazón, y con la resolución visceral de El Juli, estaba llamada a ser breve, pero no. Como si fuera por asaltos, después de cuatro tandas en redondo, El Juli le dio una tregua al toro: un tramo de circulares invertidos resueltos con cambios de mano, el natural y el de pecho a pies juntos. Los de pecho a pies juntos, tan de los comienzos del Juli novillero, se han reincorporado al repertorio. A toro casi rendido, abundó El Juli antes de cambiar de espada. Cuando iba a hacerlo, se arrepintió. Y entonces llegó un final de faena tremendo. De pura ebriedad. Una tanda amexicanada de cambiados por la espalda, péndulos, una y dos soberbias tandas con la zurda, dos trenzas de puro desgarro y el aire fiero del dragón. Un aviso antes de la igualada. Una estocada trasera soltando el engaño pero recuperándolo al salir de la reunión. Bramaba la gente. Tanto que se había dejado de oír la música. Una oreja. Se pidió la segunda con pasión. El presidente hizo uso de su potestad reglamentaria, se enrocó y se negó. Bronca mayor. Y dos vueltas al ruedo de El Juli. La segunda, a velocidad de crucero, como conviene en esos casos.

EFE TOROS

El Juli triunfa en Bilbao ante dos buenos 'Garcigrandes' Siguen embistiendo mucho y bien los toros esta feria de Bilbao. De hecho, ayer se sumaron otros tres astados al cuadro de honor de un abono en el que la bravura y la nobleza están apareciendo más que el buen toreo. Esos tres ejemplares de Garcigrande, finos y de buenas hechuras, rompieron a embestir justo cuando tocaron a matar, en un último tercio donde dieron sobradamente sus mejores prestaciones: unas embestidas largas, profundas, entregadas y de mucha calidad que pedían un toreo al mismo nivel y que no siempre encontraron. También el segundo rompió a embestir con prontitud y alegría tras las banderillas, lo que El Juli aprovechó para abrirle faena con tres impávidos pases cambiados en los medios. Le faltó a este otro buen toro un punto más de recorrido en los engaños, pero aún así se mantuvo fijo y obediente ante la muleta que el torero madrileño manejó desde la total quietud, paseando una oreja. El Juli repitió trofeo con el quinto, que fue, con notable diferencia, el mejor de los tres buenos toros de la corrida. La faena del torero de San Blas fue muy larga, y tuvo dos partes muy bien diferenciadas: una primera ortodoxa y menos rotunda, donde, aun toreando largo, mostró una ansiedad similar a la del turno anterior; y una segunda de absoluta quietud, que fue la que avaló su triunfo. Una estocada muy defectuosa le privó de la tercera oreja de la tarde.

Andrés Amorós. ABC

Vuelve la pasión a Bilbao con dos maestros El miércoles, la gente salió de la Plaza indignada: no hubo toros, no pasó nada. Esta tarde, ha habido toros y toreros: hemos disfrutado, ha vuelto la pasión a Vista Alegre. Las reses de Garcigrande resultan manejables. El Juli corta dos orejas (que debieron ser tres); Ponce, una (que debió ser dos). Perera pierde trofeos con la espada. Con su hierro favorito, El Juli logra una de sus mejores tardes de la temporada. El segundo, colorado, se mueve, alegre; flojea, sale suelto. Comienza en el centro, con pases cambiados; manda mucho, forzando la figura, con más firme decisión que estética. El arrimón final calienta al público. Entrando de muy largo, con salto, estocada desprendida: oreja. No se entrega el quinto en los primeros tercios pero Julián se dobla y el toro rompe a embestir. La faena es rotunda, completa: arrastra la muleta, manda mucho. Pocas veces habrá logrado una labor tan redonda. Al final, el arrimón levanta un clamor. Suena el aviso antes de entrar a matar. Estocada trasera de efectos rápidos: oreja y gran bronca al presidente. ¿Por qué no le ha dado la segunda? Todavía no lo sé.

Paco Mora. No me joas Matías. Artículo de opinión

¿Qué necesidad tienes de erigirte en protagonista en el duelo entre dos monstruos del toreo? Eres ya muy mayorcito para esas vanidades. Está claro que tú lo que quieres es ser el novio en la boda y el muerto en el entierro. Y para eso estás dispuesto a hacer lo que sea. Guerra de tronos en Vista Alegre de Bilbao. Ponce y El Juli. Uno que lleva 25 años reinando y otro que es un monarca sin corona y a la espera. Y para acabar de arreglarlo, el traidor de la película. ¡¡No me joas, Matías!! ¿Qué necesidad tienes de erigirte en protagonista en el duelo entre dos monstruos del toreo? Eres ya muy mayorcito para esas vanidades. Preséntate a un concurso de feos y seguro que lo ganas, pero empeñarte en dar la nota sentado cómodamente en el palco de la plaza de Bilbao, que además te llamen “usía” y te permitas el lujo de robarle la puerta grande a un torerazo que ha puesto los tendidos en pie con una faena arrebatada, cabal, llena de contenido y basada en el valor y el conocimiento absoluto de la lidia, es una temeridad y un desahogo por tu parte. Deberían echarte de tu observatorio –más bien enseñatorio para ti- porque está claro que tú lo que quieres es ser el novio en la boda y el muerto en el entierro. Y para eso estás dispuesto a hacer lo que sea. Ponce, cumbre, asombroso en su sapiencia torera corregida y aumentada año tras año. El Juli que pide su bien merecido trono y ve que le puede pasar lo que al Príncipe Carlos de Inglaterra, que cuando su señora madre se vaya al paraíso de los callaos a él el reuma ya no le dejará reinar. Antes de que se me olvide: ¡¡Matías, vete ya coño!! Perera sin toro en su primero y sin espada en su segundo, pero valiente y entregado como siempre. El público espera confiado su segunda comparecencia en las Generales de Bilbao.

Aplausos

El Juli, sublime en Bilbao El Juli realizó ante el quinto una grandiosa faena, una obra perfecta ante un toro que sacó muchísimo fondo gracias a que se lo sacó el torero. Labor soberbia, en la que de principio a fin bajó la mano, exigió y empujó adelante la embestida con muletazos eternos, con gran ligazón y enorme trazo y dimensión. Dejó la muleta puesta en el morro, tirando del toro y toreando a placer. Dio tandas de mucha hondura por los dos pitones, sobresaliendo las últimas por el pitón izquierdo. Al final hubo un tramo de un gobierno realmente magistral, haciendo girar al toro en trenza sobre su figura, con gran quietud y las zapatillas atalonadas. Puso la plaza en pie en numerosas ocasiones. Dejó una estocada trasera y la petición de la segunda oreja fue atronadora. Un presidente insensible no cumplió con su obligación de impartir justicia y tampoco hizo valer el reglamento porque aunque la segunda oreja se concede bajo su criterio, también hay que tener en consideración -y no lo tuvo- tanto lo que le ha hecho el torero al toro como la unánime petición del público. Aunque quiso hacerse protagonista de la tarde, el único protagonista de la misma se llama Julián López "El Juli". Juli paseó un trofeo del segundo, un toro noble y manejable aunque muy al límite de la raza. Arrancó Julián en los medios con pases cambiados por la espalda, ejecutando después una faena larga y fundamentalmente de dominio. Bajó mucho la mano en las primeras tandas y sometió pronto al animal, que acusó ese mando durante la lidia. Fácil por los dos pitones el torero, que superó también los inconvenientes del viento. Labor jaleada por el público y concluida de estocada defectuosa.

M.A. Hierro. Cultoro. Artículo de opinión

Aunque Matías no lo crea Medir la colocación de la estocada con el faenón de Juli al quinto es de mendrugo con ínfulas de megaestrella con traje barato Rompió, por fin, la feria de Bilbao con un excelente espectáculo al que, hoy sí, acudió casi una plaza entera. Los que se dieron cita en un Botxo al que ya le llueve menos vieron tres toros de note y de fondo de Garcigrande y tres figurones del toreo exponiendo armas para que mereciese la pena el precio de la entrada. Lo mereció para ver a un Enrique Ponce que cada día torea mejor, con su concepto vertical, de mano desmayada acompañando viajes que previamente ha moldeado. Él se llevó uno de los toros buenos de la tarde, que salió en primer lugar para que variase el valenciano su repertorio con pases de pecho afarolados y monumentales cambios de mano que hicieron rugir la plaza. Dos orejas hubieran sido de haber salido cuarto. Y de haber tenido Matías un poco más de sensibilidad. Porque medir la colocación de la estocada con el faenón de Juli al quinto es de mendrugo con ínfulas de megaestrella con traje barato. Julián se rompió con un toro que siempre fue a más, que siempre sacó el fondo ante la exigencia de mano baja de un torero tan abandonado que escuchó un aviso mientras aún cuajaba al de Garcigrande. Es, tal vez, la faena más rotunda de Juli en Bilbao. Aunque no se lo crea Matías. A Perera tampoco le ayudó el presidente, como no lo hicieron ninguno de los toros que enlotó. Aún así pudo verse a un torero templado que tiene valor para merendar pitón entre la cuerna, pero sobre todo para pasarse muy despacio por la faja a uno díscolo y renuente y a otro con disparo, más que clase en su movilidad permanente. Una gran tarde de toros por la variedad, la entrega y por la materia prima. Tres figuras y tres grandes toros, gran espectáculo.

M. A. Hierro, Cultoro

Tres figuras y tres grandes toros, gran tarde Llegaba la corrida de Garcigrande y Domingo Hernández a Bilbao y, con ella, la segunda tarde de Enrique Ponce, con el debut en esta feria de El Juli y Miguel Ángel Perera. Faltó entrega y ritmo de salida en el colorao bociblanco de Domingo Hernández que abrió plaza, que impidió a Ponce estirarse con el percal. Luego derribó con poder al caballo de Palomares, que se agarró en buen sitio en la segunda vara. A más fue la faena, que comenzó con doblones genuflexos imponiéndose al poder del animal y limando las asperezas hasta hacerse con la humillada voluntad del toro. Vertical, encajado y templadísimo, tuvo empaque para enroscarse la embestida con mucho gusto. Espectacular en el final, echando a volar la muleta en un cambio de mano eterno, un pase de pecho que se convierte en un farol y una forma de torear que se transmuta en fantasía. Enorme el valenciano, abandonado a la obra con la zurda sacando el vuelo de dentro para citar por fuera y doblándose con suprema torería para dibujar larguísimos los muletazos de belfo cosido. Sensacional. Hasta la mano entró el estoque para pasear las una oreja. Tuvo que esperar Juli hasta el tercio de quites para estirarse con el capote con el colorao de Garcigrande que fue aprendiendo a tomar las telas desde la humillación inicial. Tremendo fue el quite con que respondió Perera por gaoneras. Fulgurante salió El Juli, en los medios para enlazar cambiados, estirar los derechazos y dejar una firma de cartel. Abajo la muleta de inmediato, abajo también el morro blanco del colorao, que colocó la cara con entrega y largura, atendiendo al toque final con que le daba Juli al muletazo un tranco más. Contra el viento tuvo que lidiar también El Juli, esperando con paciencia, bajando la mano para que molestase menos y tocando con mucha precisión con la mano izquierda con los pies enterrados en el suelo. Circulares invertidos en el final, con el espacio ganado y la voluntad del animal conquistada. Desprendida cayó la estocada, pero la oreja fue al esportón del madrileño. Tuvo que emplearse a fondo El Juli con el quinto, que siempre fue a más en las telas del madrileño hasta conjugarse con Julián en una obra de enorme dimensión. Supo tocar, limpiar y azuzar el celo y la fijeza del toro hasta que quedó solo el fondo, la bravura y la raza de un toro exigente que no está al alcance de muchos toreros. Se hundió Julián con la derecha, trazando larguísimo sin dejar de gobernar el dibujo ni de imponerse sin afligir al animal. De ahí para adelante, se entregó el de Domingo a un entregado Julián, que le echó la mano al infierno, se enterró en la arena gris de El Botxó y le formó un lío al animal. Enrazado, metido y abandonado Julián a la obra, firmó una faena larga en la que hubo variedad, exigencia y profundidad hasta el final, con un aviso sonando mientras Juli cuajaba al toro. Una estocada trasera rubricó la obra para cobrar una oreja, con otra que le mangó el presidente con la plaza entera pidiendo el segundo trofeo.

CRV .- MUNDOTORO. Artículo opinión

Enfermos Están mintiendo al público. Una otra vez. Están yendo en contra de los intereses del público, y en contra de la tauromaquia. Y se permite. Cada vez que un ganadero se pasa con pitones o con tamaño o con raza a la baja, la paga. Si lo hace un torero, la paga, tarde o temprano, la paga. Todos tienen responsabilidad. Sin embargo hemos dejado el éxito del espectáculo, hemos dejado el símbolo de la grandeza de la fiesta en manos de una sola persona que no se juega nada de nada. En este caso, en Bilbao, un presidente vitalicio, rey de reyes, al descubierto de una enfermedad que da el poder absoluto permanente. Que, además, y, siguiendo una norma no escrita de cogérsela con papel de fumar (a eso le llaman rigor), manipulan el Reglamento. Han creado una interpretación jomeinista e integrista, a su medida, de la concesión del segundo trofeo. El Reglamento Vasco dice : “… se tendrá en cuenta, la petición del público, las condiciones d ella res, la urna dirección de la lidia … y en especial la fuerte de varas, cuidando que se codifique el castigo… y, fundamentalmente, la estocada”. Vamos paso a paso. Las condiciones de la res: sin celo, suelto, a su aire. Suerte de varas: en su sitio, saliendo suelto de las dos. No es que se dosificara el castigo, es que El Juli apostó por dejarlo crudo, entero. Miren lo que sangró, nada Asumiendo el riesgo del toro entero. . Pero vamos con la gran manipulación, dice el reglamento: “… y fundamentalmente, la estocada”. La estocada, señor Matías. La estocada, eso está escrito. No pone, no dice, no está escrito en su Reglamento “la colocación de la espada”. Que no es lo mismo. Es mentira. La estocada NO es sólo la colocación de la espada, que, como otras tantas de este torero, se colocan traseras y no por ello ha dejado de cortar dos orejas, incluso en Bilbao, con estocadas similares. Estocada no es colocación de la espada, no son dedos arriba o abajo sino cómo se va a matar al toro. Mienten y han manipulado al público de forma descarada.La estocada es elegir bien el terreno, por dentro o por fuera, perfilarse sin ventaja, distancia a la que se coloca, si ataca cuarteando, aliviándose o por derecho, manejo de la mano que no mata, y cruzar tras dejarla. Eso es una estocada, esa es la suerte, no sólo donde esta colocada la espada. Espada, colocación y estocada, señor Matías, no son lo mismo. Pero el problema no es ese. El problema radica en todo poder ostentado por décadas sin que haya una alternancia. Es un reino de taifas, un reducto, una autonomía propia. El problema es que si una faena histórica a un toro de raza y de empuje que llegó entero a una muleta de un torero que dio a Bilbao y 12.000 personas una ofrenda de valor, de poder, de entrega, de desprecio de su cuerpo, no merece dejar todo al margen y darle el justo premio de salir en hombros, es que estamos enfermos. Enfermos que nos dirigen otros mas enfermos. Y esta fiesta necesita de valores, de gente sensata y sensible. Y de imagen. De grandeza, no de intolerancia, de rigor, no de maltrato. De seriedad, no de muecas de salón. No pedimos regalos, no deseamos una fiesta bajo mínimos, pero cuando sale el toro que pide cojones y hay un tío delante, hay estar muy apegado a una enfermedad para ir en contra de la realidad, de la verdad, en contra del toreo, en contra de la pasión de doce mil personas. ¿Acaso no estamos pidiendo libertad a la clase política que trata de prohibirnos? ¿Pero qué ejemplo de libertad damos si nosotros mismos somos intransigentes, intolerantes, prohibicionistas de la pasión?. No hay polémica. No hay discusión alguna. De eso viven algunos en su círculo local todo el año. Hay enfermedad. Y ahora, hala, a tomarse una gintonics y aquí no ha pasado nada. No ha pasado nada. Hay un histórico e histérico modo de presidir que iguala. Ponce, Juli, Perera, y otros tantos toreros que se merecieron dos orejas en Bilbao a los ojos de una mínima sensatez, a los una escasa capacidad valorativa y a los ojos de una sensibilidad mínima. Pues nada. Ya sabemos que en Bilbao, Cocherito será rebasado por la historia grandiosa de Matías. A estas alturas, y conociendo Bilbao, me se de memoria ciertas reacciones a este escrito. Que no van a cambiar nada. Esto es lo malo de esta Fiesta. Que el año que viene será igual, y hablaremos de lo mismo. De enfermadades.

MIGUEL FERNÁNDEZ MOLINA > Bilbao. MUNDOTORO.COM

FAENA HISTÓRICA MIGUEL FERNÁNDEZ MOLINA > Bilbao. MUNDOTORO.COM Una faena histórica dentro de una historia de 17 años. Dentro de toda la trayectoria de matador de El Juli; mucho decir. Porque la de hoy en Bilbao al quinto toro se sitúa entre las mejores obras de su carrera. Lo tuvo todo: inteligencia, raza, hondura, estética, variedad, ambición… Evidencias de su mejor toreo que el Presidente pasó por alto para valorarlas muy por bajo. Juli dejó ver, desde que apostó todo a ese quinto toro, la verdad y la raza de una figura del toreo. Con el público en pie, la colocación de la espada -que no es lo mismo que la calibración de toda la suerte de matar-, trasera y desprendida que no baja, Matías actuó de forma arbitraria para ningunear lo que nadie podría haber ninguneado. Fue el culmen de una tarde que como esa faena, estuvo transida de la tensión del cruce de tauromaquias de grandes figuras. Poniendo en práctica la tan demandada rivalidad. Antes de El Juli, fue Enrique Ponce quién firmó otra obra importante en Bilbao. No le pesó abrir plaza para ampliar su historial en ‘su’ gran feudo. Paseó la oreja que no pudo pasear Miguel Ángel Perera por pinchar una faena destacada al de más clase de Garcigrande, que echó una corrida seria en tipos y variada en juego: desde los deslucidos, pasando por los nobles sin demasiada emoción y el gran fondo y temperamento que sacó el quinto. Pero respetando el orden cronológico, antes del quinto había salido el primero del lote de El Juli, un toro con mucha plaza, fuerte y armónico a la par. Hasta el quite del torero madrileño, se había movido a lo suyo. Por chicuelinas de compás abierto y cordobinas de mano muy baja, el de Velilla se empezó a hacer con él. Respondió tras otro leve puyazo Perera por gaoneras y luchando contra el viento. Brindó Juli a Pablo Benegas una labor que parecía esperar con ansia, en vista del rato que llevaba con los engaños preparados. Sorprendió su inicio, varios cambiados por la espalda en los medios y un regalo en forma de desdén monumental. Sin entregarse y siempre con mejor inicio que final en sus embestidas, el de Garcigrande nunca fue toro fácil. Juli se movió entre el tercio y los medios y planteó una faena más de actitud que de belleza. El viento también jugó lo suyo. La muleta abajo para contrarrestar sus efectos antes de un cierre sin dejarse ir al toro. La estocada, aunque baja -esta sí- antecedió a una oreja. Esa estocada fue más fea que la que vendría una hora después. La que desató una tormenta innecesaria tras una faena que comenzó a eso de las 19:45 -tarde larga esta-. Bien hecho, serio sin exageraciones, el quinto ni sangró al ser dos veces ‘indultado’ en varas. Crudo, crudísimo y, avisábamos, con la muy posible reacción de sacar temperamento en la muleta. Si lo hizo fue porque así lo quiso Juli. Qué listo es. Nadie pareció verle todo lo que le sacó luego de un inicio por bajo y hasta rodilla en tierra. Las dos primeras tandas fueron los dos puyazos que no había recibido antes. El animal, sin inercia, era de tirar y llegarle mucho. A partir de la tercera tanda, ya con la izquierda -fue alternando manos en todo momento- comenzó a plantear la muleta arrastrada, media por la cenicienta arena bilbaína. El toro tenía que ir por abajo y muy metido para que no protestara y él lo entendió a la perfección. Por el pitón derecho citó muy en corto para llevarlo muy, muy largo y siempre por abajo. Todo el temperamento del Garcigrande fue cambiando en favor del fondo. El último tramo fue grandioso: imprimió  una profundidad pocas veces vista al circular, los cambios de mano por la espalda… la fase más bella en el toreo al natural, absolutamente roto. Faena larga, perfecta, elegante y siempre honda, siempre grande. Sin duda, lo mejor de su 2015, de sus actuaciones en Bilbao y una de las grandes obras de su vida. La espada quedó trasera y desprendida y eso -qué injusto, qué lástima- le sirvió al Presidente para ratear grandeza. Una oreja, nada más. Qué pena.

Lucia Fuente León. Burladero.tv

Tarde de figuras en El Bocho de la que debió salir el primer gran triunfador del ciclo bilbaíno. Recital de El Juli con el quinto, injustamente premiado; importante Ponce con el primero y valiente y sereno Perera con el lote de menos opciones. Debió salir El Juli a hombros esta tarde con tres orejas en su poder. Sin embargo, Matías prefirió que el madrileño caminase hacia el patio de cuadrillas como sus otros dos compañeros. Inexplicable que no se le concediese la segunda oreja del quinto después de una brillante actuación en la que Julián deleitó al público con una de sus mejores faenas de la temporada. Parecía que no iba a servir el garcigrande, que salió abanto de toriles y que El Juli tuvo que enseñar para que acabase rompiendo en la muleta. Inició faena rodilla en tierra y bajó la muleta durante toda la lidia. Le dio dos tandas por el derecho hasta que, por fin, despegó la faena con una tanda al natural. A partir de ese momento, el toro sacó el fondo y la bravura necesarios gracias a la sabiduría y el saber hacer de Julián, que ejecutó a la perfección su labor de torero y selló una importantísima actuación con ligazón, hondura, mando y poderío. Le hizo lo que quiso a Juglar, con la muleta siempre en la cara y formando un gran lío hacia el final de la faena con muchos aficionados en pie. Lo pasaportó con una estocada trasera tras la que los tendidos se tiñeron de blanco. Fortísima la petición de la segunda pero, como decía antes, hoy Matías decidió que El Juli saliese a pie. Tremenda la bronca al presidente y volcada la plaza con el torero que paseó el trofeo dando dos vueltas al ruedo.

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