Crónicas

Crónicas de Julián López

El Juli concluye de forma rotunda una gran temporada

Fecha Plaza Cartel Ganadería Resultados
12/10/2015 Zaragoza Diego Ventura, El Juli Alcurrucén, Garcigrande, Daniel Ruiz Ovación, dos orejas, oreja con fuerte petición

Plaza de toros de Zaragoza. Segundo festejo de la Feria de El Pilar. Más de tres cuartos de entrada. Se lidiaron toros por este orden de: Hermanos Sampedro, Garcigrande, Carmen Lorenzo, Daniel Ruiz, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; Los Espartales y Alcurrucén Diego Ventura, silencio, ovación y oreja; y El Juli (de nazareno y oro) ovación, dos orejas y oreja con fortísima petición de la segunda.

Barquerito

DOS FAENAS MUY BRILLANTES de El Juli. Una, un gran toro de Daniel Ruiz, cuarto de festejo, premiado con la vuelta al ruedo y arrastrado sin las orejas. Y otra, a un toro de temple y humillación nada comunes de Alcurrucén, que cerró esta que fue fiesta mayor de El Juli. Dos faenas redondas, completas, distintas, de una precisión apabullante: ni un error, ni un paso ni un toque en falso. Lección. El proverbial sentido del toreo de El Juli. Sentido para medir las distancias, que fue una de las maravillas secretas de esas dos faenas. Sorprendente la idea de tomar en corto y no de largo al toro de Daniel Ruiz, que tanto se empleó y rompió en una primera vara de impecable bravura. No tan sorprendente la decisión de darle al toro de Alcurrucén una distancia que nadie habría adivinado. Parte del sentido del toreo fueron, como tantas otras veces, la diligencia y la resolución de Julián: faenas sin tiempos muertos, complemento del mismo sentido de la distancia. Encabalgadas las dos a la medida de cada uno de los toros: al de Daniel Ruiz, tomado de partida en siete banderas sin rectificar –las siete cosidas con uno de la firma y el de pecho-, le costó venirse fuera de las rayas un poquito, solo un poquito, pero fue justo lo que pareció pedirle El Juli. Mano baja, muleta librada en tandas cortas pero ligadas. Una primera en redondo de caro desmayo. Una segunda con cambio de mano para abrir al toro por la mano izquierda, pitón muy afilado. Una tercera al natural, templada y bien tirada, un punto despegada. Gobernado el toro, El Juli se dio el gusto de torear a muleta arrastrada, de adornarse en desenfadados péndulos y de abrochar la cosa con un despliegue en toda regla: una trenza de cambios de mano sin rectificar, como una madeja que se deshilvana, y un último circular cambiado que tuvo acento original por lo bajo de manos, la rosca entera. Una estocada soberbia. El toro, Pescadero, bien puesto y armado, algo lomudo, muy elástico, murió de bravo. Muchas prendas le tiraron a Julián durante la vuelta al ruedo. Entre las prendas, una chaqueta verde del propio ganadero, que estaba en un burladero de callejón. El toro de Alcurrucén no era de la reata de los músicos sino de la de los idealistas y esforzados: se llamaba Afanes. Preciosa estampa: ensillado, hondo, corto de manos, lindo cuajo. Cubeto, muy astifino, algo cabezón para ser como fue tan de la línea Núñez-Rincón. Se frenó mucho de salida, se espantó, corretón y abanto, suelto de dos varas bien cobradas, un corte inesperado en banderillas. Pero El Juli lo tuvo en la cabeza desde el primer viaje: precioso el arranque de faena con solo cinco o seis muletazos por bajo que dejaron de seda al toro. Preludio de una faena pródiga, sabia, plena. De momentos exquisitos –por las dos manos toreó El Juli encajado y a cámara lenta- y de golpes de imaginación: convertir los péndulos en desplantes, cambios de mano imprevistos, ajuste sin fisuras. El toro vino haciendo el surco en cuanto El Juli empezó a engancharlo por el hocico. No se cansaron ni el toro ni el torero. Cuando parecía acabada la obra, todavía otra tanda en redondo de mayúsculo empaque. Y otra estocada brava, algo trasera, muerte resistida del toro y un clamor general tornado en bronca porque el palco se enrocó y negó a Julián una segunda oreja. Esas dos faenas fueron la carne y la guinda de esta corrida mestiza –tres toros de rejones para Ventura, y tres en puntas para El Juli- que se estrenó sin gloria hace poco más de un mes en Albacete y volvió a darse en Nimes hace tres semanas sin mayor relieve sino todo lo contrario. A la tercera funcionó la fórmula. Falló, en contra de todo pronóstico, el toro de Garcigrande, el primero de los tres en puntas, y muy en puntas. Muchos pies de salida, pero muchos cabezazos al peto de pica, no pocos derrotes a engaño. El Juli lo había toreado de capa con buen ritmo. Y lo mató por derecho al cabo de trasteo inteligente, de aliviar al toro cuando fue preciso.

aplausos

Juli se lució en el saludo capotero al segundo, un serio ejemplar de Garcigrande al que lanceó con temple y despaciosidad a la verónica. Quitó después por chicuelinas, brillando de nuevo el madrileño. Sin embargo, el toro luego no aguantó y la faena no alcanzó nunca el lucimiento. Estocada trasera y ovación para Julián. El Juli armó un auténtico alboroto frente al cuarto, un excelente toro de Daniel Ruiz premiado con con la vuelta al ruedo en el arrastre y al que el madrileño le cortó dos orejas de ley. Las paseó después brindar al público una labor iniciada con más de media docena de muletazos por alto, a pies juntos y sin enmendar la plana hasta el remate. La faena fue in crescendo, como el toro, que cada vez respondió mejor a los muletazos de mano baja y rastrera de su matador. Surgió El Juli desatado y pasional, de máxima entrega ante un animal que había empujado bien en el caballo de Salvador Núñez, que picó con acierto. Bravo, noble, codicioso y encastado, el danielruiz puso, junto al madrileño, muy cara la tarde. Abanto de salida, el alcurrucén que cerró plaza fue a más en su comportamiento tal y como dicta su encaste núñez. Se dobló de primeras Julián con la muleta para fijar y ahormar las embestidas. Alargó al máximo las arrancadas el madrileño, que volvió a cuajar una faena en la que su toreo al natural rayó a cotas muy altas. Se vació de nuevo el torero, que concluyó con un toreo más vertical y abandonado. Cumbre una vez más. Sin embargo, el espadazo final cayó trasero y el presidente no quiso concederle la segunda oreja que el público sí pidió. Juli no quiso pasear el trofeo obtenido, pero se fue del coso de Pignatelli en volandas tras concluir su temporada por todo lo alto.

cultoro

Le escribo desde mi condición de aficionado, ocupante de una localidad del tendido 7, justo enfrente del palco que usted ocupa, no sé si será por eso que no vio lo mismo que yo. Claro que no es menos cierto que los miles de aficionados que le circundaban a usted se acercaban más a mi visión que a la suya, y mira que había empezado usted bien la tarde. Ya lo había hecho por la mañana, porque, excepción hecha del esmirriado Garcigrande, que se tapaba con las dos perchas que le nacían de la testud, la corrida tuvo trapío y presencia para este ruedo, y ese fue su primer acierto. Impecable estuvo, además, en casi todo el festejo, en el que concedió tres orejas y midió con tino los avatares de la lidia. Pero debe usted saber que el buen presidente no es el que está perfecto casi toda la corrida, sino el que sabe estarlo en los momentos cruciales. Y ese fue el sexto toro. Entiendo, señor presidente, que no quiera usted pecar de triunfalista para no volver populachera esta reencontrada afición, pero una cosa es preservar y otra no entender cuándo un momento es historia. Porque lo fue ese morirse de torear de El Juli con otro Afanes de Alcurrucén 17 años después; el nombre lo llevó el quinto novillo de su despedida en Madrid del escalafón menor. Aquel se fue sin orejas como debió irse este, pero le jugó a la contra de toro y torero que ya había mutilado doblemente Julián al de la vuelta al ruedo de Daniel Ruiz. No era atracarse de casquería, señor presidente, era conceder con justificia el premio que mereció. Cierto que ya había enseñado el moquero con alegría cuando la muleta de Julián le corrió por abajo al cuarto para que la viera arrastrar por el suelo. Lo demás fue la bravura del toro persiguiendo con ritmo y son, codiciando el trapo rojo que no se destempló ni una vez y sirviendo para que armase un madrileño la pajarraca en la parte que fue a pie. Cierto que no rehuyó la concesión de los premios, pero no por negar la mayor cuando concluía el festejo defendió usted al que pagó su entrada. Porque ¿cuándo verá usted dibujar tan largo, tan sentido, tan abandonado y tan transmutado a un figurón del toreo que se hace uno con un animal? ¿Cuántas veces cree que disfrutará una embestida tan profunda, tan entregada, tan codiciosa y con tanta clase como la de ese Afanes? Fue sólo un error el suyo, estimada autoridá. Pero fue de clamor. Casi tanto como el que acompañó a Juli en su salida en hombros, porque no necesitó ayuda alguna para abrir el portón grande, pero tampoco debe sentar nada bien que te roben lo ganado poniendo la vida en prenda.

ABC. Andres Amoros

El nuevo alcalde no acude a la Misa Pontifical, en el Pilar, porque «España es un país aconfesional», pero sí se suma a la ofrenda floral «que es un acto cívico»: se ve que miles de zaragozanos no llevan flores a la Virgen del Pilar sino a la Diosa Razón. Le hubiera gustado lo que pasó en la Segunda República, que cuenta Corrochano: una Feria del Pilar sin mencionar a la Virgen... La Plaza de Toros de Zaragoza cumplió, hace un año, doscientos cincuenta. Se debe al canónigo Pignatelli, en el siglo XVIII: es hija de la Ilustración, no de la barbarie. Ilustrado y apasionado por los toros era don Francisco de Goya, el aragonés más universal. Otra gran entrada, aunque la fecha, con la ofrenda, no es la mejor para los toros. No me gustan estos carteles, aunque reúnan a dos primeras figuras, porque incumplen dos normas básicas. Ante todo, no cabe competencia entre un diestro a pie y un rejoneador. Además, no hay sorteo: cada uno ha elegido sus toros. Y las diferencias son enormes: el tercero, de rejones, pesa 155 kilos más que el segundo, de a pie. Al Juli le tocan dos buenos toros (uno, excelente) y los aprovecha: tres orejas y salida en hombros. Por fallar con el rejón de muerte, no le acompaña Diego Ventura, que sólo corta un trofeo. El primero, de Hermanos Sampedro, no quiere nada con los caballos (sí embiste a los auxiliadores). Ventura muestra su maestría pero no puede lograr brillo y mata a la segunda. El tercero, de Carmen Lorenzo, tardea pero es muy noble. «Nazarí» levanta un clamor, galopando a dos pistas; «Milagro», fiel a su nombre, logra un quiebro increíble. La faena ha sido completa, de dos orejas, pero, con el toro muy parado, no acierta con el rejón de muerte hasta la tercera. El quinto, de Los Espartales, es muy distraído y embiste con brusquedad, no le permite lucirse a «Sueño», la gran estrella. Diego le busca las vueltas, recurre a «Nazarí», muy valiente, y a un «Maño» que no puede quedar mal, aquí. Faena de mérito, bien rematada: oreja. El Juli, feliz con un gran «Pescadero» El segundo, de Garcigrande, muy chico, mansea y protesta. Con esfuerzo y oficio, El Juli le saca algunos muletazos. Mata a la primera, con salto, cuarteando mucho. Tiene la fortuna de que le toque el cuarto, «Pescadero» (tener un buen pescadero es una suerte): es negro, de 545 kilos, de Daniel Ruiz, luce una bravura excepcional: empuja bien en el caballo de Salvador Núñez, va largo en banderillas, se come la muleta. El Juli lo aprovecha plenamente, dentro de su estética. Después de hacer el poste ocho veces, liga y manda mucho, algo agachado, en los derechazos, que se convierten en circulares, y en los invertidos. Esta vez mata bien, atracándose de toro: dos orejas. Al toro, que ha sido una máquina de embestir, le dan una justísima vuelta al ruedo (en otras Plazas, hubieran pedido el indulto). El sexto, de Alcurrucén, sale frío pero se viene arriba. Brinda El Juli al cielo, se dobla bien, flexionando la rodilla, lo embarca, liga muletazos variados. El toro es tan noble que hasta le deja torear a cámara lenta, imantado en la muleta. Concluye con un arrimón y otra estocada con salto, cuarteando demasiado, que queda muy caída. Por eso, acierta el presidente al conceder solamente una oreja. Un feliz final de temporada para El Juli, Daniel Ruiz y Alcurrucén.

la Razón. Paco Aguado

La infantería le ganó a la caballería. Los mejores momentos de esta desigual versión de un mano a mano que se está poniendo de moda últimamente llegaron del toreo a pie, de un Juli que se encontró con dos sobresalientes ejemplares que le pusieron a tiro un gran triunfo en Zaragoza, justo quince años después de que paseara un rabo por este mismo ruedo. «Pescadero» y «Afanes», un encastado toro de Daniel Ruiz y otro de clase suprema de Alcurrucén, pusieron mucho de su parte para que el madrileño atravesara finalmente el umbral maño de la gloria, con tres orejas que premiaron más su efectividad y contundencia en la lidia que el no excesivo brillo artístico de sus faenas. Y es que el bravo, que ya empujó fieramente al jaco de picar, pedía con su transmisión y la repetición encelada de sus arrancadas un compromiso mayor que el que puso El Juli en las suficientes series de muletazos con que le apuró. Fue el del maestro un ejercicio de mera técnica que sólo tomó vuelo en los alardes y los circulares finales entre los astifinos pitones del astado manchego, esos que, ahora sí, enervaron al tendido de la Misericordia hasta provocar la concesión de las dos orejas por parte de un presidente que también hizo justicia al toro sacando al tiempo el pañuelo azul. El toro de la clase, ese sexto prototípico del encaste Núñez en su bella fisonomía y su comportamiento frío en los primeros tercios, le pidió en cambio al madrileño un extra de hondura que Juli sólo le aplicó en momentos salpicados, como en los soberbios doblones con que lo sujetó de inicio. Pero los mayores méritos para esa tercera oreja llegaron de nuevo en el quietismo del toreo de cercanías. Leer más: Gran triunfo de El Juli con «Pescadero» y «Afanes» http://www.larazon.es/toros/gran-triunfo-de-el-juli-con-pescadero-y-afanes-HN10951226#Ttt1SCu1u8XxvsLo Convierte a tus clientes en tus mejores vendedores: http://www.referion.com

Heraldo

El día del Pilar es sinónimo de triunfo para El Juli. Cuatro de los cinco toros que ha desorejado en Zaragoza corrieron a 12 de octubre. 'Pescadero' -cuarto de la tarde- fue el que le catapultó hoy a la Puerta Grande de una Misericordia que no alcanzó los tres cuartos de entrada. Bravo, noble y enclasado el de Daniel Ruiz, que prometió desde el caballo. Se entregó al peto de Salvador Ñúñez y a punto estuvo de descabalgarlo. Le salvó el monosabio. Ya ante López Escobar, embistió templado y por abajo. Permitió derechazos largos y acompasados. Se quejó por el pitón izquierdo, y el de San Blas le arrancó dos tandas de obligado cumpliento, antes de volver al lado afable para terminar de bajar la mano. Se gustó en el final de faena en redondo y lo reventó de un estoconazo algo tendido. Tardó en acostarse y se le arrancaron las dos orejas. Fue premiado con la vuelta al ruedo. Antes, Juli había aburrido con uno de Garcigrande, manso y sin recorrido. No hubo grandes alardes con el capote, y en la muleta todos los derechazos se remataron por alto. Por el izquierdo, no tuvo ni uno. Como casi siempre, lo mató de estocada eficaz. Al 'Julipié. No perfecta. Para cerrar plaza, 'Arenés'. El negro mulato de Alcurrucén rehuyó el caballo primero y se llevó dos suaves varazos después. Juli volvió a olvidarse de torear de capote y brindó al cielo una faena de muleta impulsada en la mano derecha. Se los cuajó largos y templados en los medios. También hubo trincherazos y un desplante final que levantó al respetable. Introdujo la espada entera y se pidieron las dos orejas. El presidente frenó el clamor y concedió una. La que paseó con una sonora ovación antes de enfilar el camino hacia la Puerta Grande.

Marca

Zaragoza es un talismán para El Juli. Aquí ha logrado algunos de sus triunfos más sonados. Todavía recordamos aquel rabo que cortó en el PIlar 2000, en la que, tal vez, ha sido su faena más importante en La Misericordia zaragozana. Se presentaba junto a Diego Ventura en uno de esos mano a mano que de tal no tiene nada. Un torero a pié, con toros en puntas y un rejoneador a caballo con toros desmochados. Bueno, es la moda. Aunque, en realidad, solo hubo un protagonista, precisamente El Juli con dos toros de triunfo, Pescadero de Daniel Ruiz, terciadito pero serio por delante y un bendito en la muleta, al que le dieron una vuelta al ruedo. El otro toro enorme, Afanes, de Alcurrucén, de clase infinita por ambos pitones. Bien, El Juli no los desaprovechó en tarde redonda para él, Se emborrachó de pegar pases al de Ruiz, donde hubo de todo, hasta las luquesinas que no fallan. Espadazo y dos orejas. Pero lo bueno vendría en el sexto el toro de los Lozano, un núñez inmenso y aquí si que El Juli hizo un toreo sentido, reposado, de muleta arrastrada, especialmente una tanda de naturales enorme. Esta si que era faena de dos orejas pero el palco lo dejó en una. La puerta grande ya estaba abierta, en todo caso. Vaya final de temporada para el de Velilla de San Antonio. Ah, la faena a su primero, de Garcigrande, tan insípida como la insignificancia del toro.

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