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20 años, 20 salidas en hombros. De “Feligrés” a “San Marcos”

20 años, 20 salidas en hombros. De “Feligrés” a “San Marcos”

lunes, 6 de febrero de 2017

La historia de El Juli en México es de novela. La llegada en 1997 del niño que en España no dejaban torear por su corta edad y que tuvo que emigrar a México para luchar por su sueño, alejado de su madre y sus hermanos. La historia que cambió tras indultar un novillo, convirtiéndole en un auténtico fenómeno social. La figura y el torero consentido que abarrotaba la plaza más grande del mundo. El maestro que cuaja faenas inolvidables bajo el olé más sentido de la afición más apasionada del planeta taurino.

Siempre las emociones se imponen sobre los datos, pero hay veces que los números reflejan perfectamente la realidad. Incluso puede que se queden cortos, porque ya han sido varias las faenas de máximos trofeos de El Juli en La México malogradas con los aceros. Como anoche, que de haber andado Julián acertado con la espada estaríamos hablando de cuatro orejas y un rabo, el que le hubiera cortado al toro “San Marcos”, de Teófilo Gómez, en una obra inspirada, improvisada, genial.

Desde su debut el 16 de junio de 1997, El Juli ha salido 20 veces en hombros de la Monumental, ha indutado dos astados (el novillo Feligrés y el toro Trojano) y ha cortado dos rabos (a los toros "Rey de Oro" y "Guapetón"). También cortó otro rabo en un festival en el año 2000.

LA DECISIÓN DE EL JULI

"Todo lo que acontece en tu vida es resultado de tus decisiones”. Esta es la historia de una decisión verdaderamente difícil tomada, a los 14 años, por uno de los toreros más importantes de nuestra época.

A finales del año 1996, El Juli, un prodigio que fascina al mundillo taurino y a maestros como Gregorio Sánchez, Antoñete, Curro Vázquez o Juanito y Angel Luis Bienvenida, ha de continuar con su progresión y debutar con picadores. Pero en España, por motivos de de su corta edad, no se lo permiten. Julián López padre ve en trasladarse a América y concretamente a México como la única solución para no estacar una carrera de avanza a velocidad meteórica. 

Julián López viaja a México a inicios de 1997. Con mucho esfuerzo consigue dos contratos en las localidades aztecas de Texcoco y San Miguel de Allende. Julián le plantea esta situación a su hijo que, a pesar de ser consciente de dejar atrás a su familia, sus amigos y su vida en Madrid, no lo duda. La decisión estaba tomada.
De este modo, El Juli, su padre, que empeña todos los ahorros familiares, y Armando (el mozo de espadas) viajan a México y se instalan en un piso minúsculo de la capital del país donde todos duermen en la misma habitación. Por el día, entrenan en el capitalino parque de Chapultepec.

El Juli va sumando cada contrato como consecuencia de un triunfo anterior. A pesar de ello, Julián padre y Pablo Mayoral, su primer apoderado, sufren el portazo de varias empresas, incluida la de la Plaza México. Además, El Juli sufre una terrible melancolía por la lejanía de su familia, más siendo un niño de 14 años.
Tras varios éxitos por la República, El Juli al fin logra el debut en La México. El 16 de junio de 1997, El Juli realiza una brillante faena al novillo “Enamorado”, pero pincha y pierde los trofeos. Y algo similar ocurre en su segundo paseíllo apenas un mes después.

Viajan a México su hermano, Ignacio, y su madre, Manuela, a los que Juli, que hasta conduce el coche, recoge en el aeropuerto. Manuela le regala un traje de luces (salmón y oro) comprado con muchas horas de trabajo. Juli lo rechaza, pues le disgusta que se emplee ese dinero en él cuando había otras necesidades: “Si no tengo cojones de ganar dinero y ser capaz de comprarme un traje no sé qué pinto yo en esto”, dijo. Finalmente lo acepta pues su madre le habla del cariño y la ilusión que le ha puesto. 

El 3 de agosto de 1997, en su tercera novillada en la Monumental de México, la trayectoria de El Juli y su futuro cambiará radicalmente. Con el vestido que le regaló su madre, se convierte en el primer torero español en indultar un novillo en La México. Aquella fue una novillada de ocho novillos para cuatro toreros. Y “Feligrés” salió en 11º lugar, tras otros dos novillos de regalo. Cuando era izado y llevado en hombros por cientos de personas, El Juli lloró como lo que era, un niño.

Acompañado por sus seres queridos, el joven Juli vuelve a ser feliz, y disfruta con ellos.
Tras el indulto de “Feligrés”, El Juli logra salir tres veces más en hombros de la Plaza México. Siempre bajo un ambiente de excepción inmortaliza a los novillos “Camborio”, “Flor Canela” y “Tostoncito”, como recordará una placa conmemorativa en la misma plaza.

El Juli se convierte en un fenómeno de masas. Torea 80 novilladas, llena todas las plazas y llega a actuar en tres novilladas en un mismo día.

El Juli siente tanto apego por México que hasta habla con acento, se “mexicaniza”.

Tras una histórica campaña novilleril en España, El Juli regresa a México para confirmar la alternativa tomada dos meses antes en Nimes. 50 espectadores se entusiasman con los interminables circulares al toro “Platero”. A pesar de marrar una y otra vez con los aceros le conceden una oreja y es paseado en hombros por las calles de la ciudad. 

Tras otras dos puertas grandes, es designado triunfador de la Temporada Grande y comienza un idilio de “torero consentido”, que dura hasta nuestros días. El Juli disfruta de México, sus gentes y, evidentemente, del campo bravo.

Su popularidad en México está a la altura de deportistas o cantantes de primera línea. Le crean peñas taurinas, clubs de fans y es imagen de diversas marcas.
A pesar de ser un torero muy querido y consentido del público azteca, El Juli ha sufrido algunas broncas importantes en la Plaza México. El no poder responder por falta de materia prima a la enorme expectativa de 40 mil almas, desencadenó alguna vez en sonoras riñas. En la temporada 99 el ruedo de La México se cubre de almohadillas, pero en su inmediata comparecencia, en el clásico festival del Teletón, El Juli desata la locura tras una espectacular batalla con un astado de mala condición, aunque con la emoción presente, al que le corta las dos orejas y el rabo.

Algo similar ocurriría en la temporada 2005. En una tarde sin opciones de lucimiento, El Juli es el foco de las iras del público que nuevamente llena la plaza. Al salir del coso, incluso es acosado en la furgoneta, que sufre los impactos de los más asaltados hasta destrozar los cristales. Sólo unos días después, le llevarán en hombros hasta el hotel tras la faena al toro “Trojano”, que es indultado, en una de las obras más grandes de la historia del coso de Insurgentes. Es la pasión de México.

El 5 de febrero de 2002, cuaja tandas de 9 o 10 naturales al toro “Rey de Oro”, de la ganadería de “Reyes Huerta”, y corta las dos orejas y el rabo.

Un máximo trofeo que también consigue el 22 de enero de 2010 del toro “Guapetón”, de Xajay. Esa misma noche su mujer le da la noticia de que va a ser padre. El Juli es tan feliz en México que hasta se plantea vivir y hacer temporadas íntegras allí.

En febrero de 2012, tras conocer que se iba a quedar fuera de las primeras grandes ferias en España por la fuerte polémica del llamado G-10, se entrega hasta el límite en La México, reivindicándose al cortar cuatro orejas de un lote pésimo. Y es que la entrega ha sido una constante en cada paseíllo de El Juli en México. Tanto del público como del propio torero, que ha sufrido multitud de sustos y algún percance, como su bautismo de sangre en Querétaro.

20 puertas grandes es el balance de El Juli en la Monumental de México y triunfador también en las demás plazas importantes de la República, pero, por encima de todo, la plena comunicación con el sentir del toreo mexicano y su olé ensordecedor. El ir a la plaza con la seguridad y la inspiración de crear algo grande y, por encima de todo, sentirse torero.

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