En la plaza de toros de Toledo se produjo un gran escándalo. En realidad dos. El primero, el único que debió ser, fue la faena casi soñada de El Juli, un deleite, pura maravilla, rubricada con un espadazo fulminante por el hoyo de las agujas. El segundo escándalo, el innecesario, absurdo y demás, se produjo por la decisión del presidente de no conceder la segunda oreja, lo cual estuvo de provocar un escándalo de orden público. Más de cinco minutos de bronca. Con la indignación por bandera y con la sensación de haber destrozado la tarde. Pero, olvidándonos de este desagradable episodio, queda el recuerdo de una faena cumbre, que será referencia en la temporada taurina 2017.

Foto: Alberto de Isidro