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Un enorme Juli vuelve a triunfar en Las Ventas

Un enorme Juli vuelve a triunfar en Las Ventas

viernes, 16 de junio de 2017

“Pero quedaba El Juli, que no hay fuego que lo queme, sol que lo derrita, ni termómetro que mida su ascensión de maestro. Grande en todos los escenarios y en todas las circunstancias. Hoy en Madrid, plaza al fin rendida, cuyo nombre comienza con la misma letra que se escribe la palabra 'maestro'.”

Madrid, viernes 16 de junio de 2017. Corrida de Beneficencia. Lleno de “No hay billetes”. Cinco toros de Victoriano del Río, el tercero con el hierro de Toros de Cortés y un sobrero de Domingo Hernández lidiado en segundo lugar. 

El Juli (de rioja y oro) silencio y oreja; José María Manzanares (de azul y oro) silencio y silencio; y Alejandro Talavante (de nazareno y oro) silencio y silencio. 

“El cuarto fue uno de esos que enseñó cosas muy buenas de salida. Más alto de cruz que sus hermanos, grande, suelto de carnes, con cuello, astiblanco y enseñando las palas, aunque salió suelto, ya tuvo son en el capote. Y El Juli, después de que el animal cumpliera en el caballo, empezó a poner aquello en ebullición con un quitazo por chicuelinas de mano muy baja, concluido con una cordobina y una media de igual catadura. El inicio por bajo fue precioso. Y las dos primeras series, soberbias, por su trazo despacioso, por la manera de deslizar el trapo y por ese modo de someter sin obligar que tan bien domina este torero.
El punto álgido de la faena fue el remate de la segunda serie, con el último muletazo ligado a un doble pase de pecho. Tres muletazos sin enmendarse ni rectificar la posición que levantaron al público de sus asientos. Aquello cogió fuerza de acontecimiento, y más cuando, después de otra serie soberbia, se cambió la muleta por la espalda y ligó un natural extraordinario. Pero ahí el toro se acabó. Tiró el torero de ciencia y, muy metido entre los pitones, con media muleta y una gran parsimonia, extrajo muletazos al ralentí, de gran hondura y reunión. Imposible torear más largo citando tan en corto.
El estoconazo fue definitivo y la oreja inapelable... pero ahora que Madrid por fin le respeta y la mayoría se rebela contra los cuatro aguafiestas que cada vez pintan menos... ¡ay si el toro aguanta diez muletazos más...!”.  José Miguel Arruego (Mundotoro).

“Faena de ciencia, precisión y ajuste de El Juli frente a un cuarto, muy descarado de pitones, al que trató con un temple magistral y le pisó los terrenos con autoridad y dominio. El toro sacó nobleza pero le faltó raza para repetir. Muy por encima del toro el madrileño, que tumbó al animal de una estocada. Oreja”. Iñigo Crespo (Aplausos).

“Juli, en figurón, se lleva al esportón la Beneficencia. El Juli anduvo por encima del cuarto en todo momento, un toro con una cara agresiva al que el diestro madrileño se impuso ya de capote, logrando domeñar el tranco del de Victoriano del Río. En el cuarto dos hombres sobresalieron en la cuadrilla de Juli: por un lado, Salvador Núñez, que fue capaz de dejar dos soberbios puyazos, el primero reteniendo muy bien el poder del animal de Victoriano. El segundo, midiéndolo un poco más cuando llegaba. Por otra parte, José María Soler, que fue quien bregó con cuatro capotazos al toro de Victoriano, con el que tanto Álvaro Montes como Fernando Pérez cumplieron de forma muy profesional con su labor. Muchísimo dominio tuvo la técnica de Julián en la faena, pasándoselo cerca por ambas manos y consiguiendo esa conexión con la primera plaza del mundo para conseguir cortar un trofeo. Especialmente en el final de la faena llegó López al tendido, matando de una soberbia estocada antes de pasear el apéndice al calor de Madrid”. Javier Fernández Caballero (Cultoro).

“La plomada de El Juli se impone a la desilusiónEl Juli había carecido de opciones con un toro bajo, recortado y apretado que no se dio, ni descolgó, ni cogió ritmo. Probón y sin celo siempre en el capote. Así que tuvo que remontar Julián López con su prodigiosa cabeza con el altón cuarto de enorme cuerpo. De generoso cuello para contradecir al anterior de su lote. Tocado arriba de pitones también. La lidia se antojó perfecta. Como la concepción de la faena y el sitio pisado. Por abajo la obertura genuflexa. Y después todo lo demás. La plomada presidía la ligazón. La rotundidad de las tandas en redondo. El toraco de 633 kilos contaba con una humillación obediente y magnífica en el embroque. Sólo en el embroque. Y Juli ponía el resto. El alma y el mando. Un cambio de mano soberbio prendió la faena definitivamente. A la izquierda únicamente le faltó tirarle de la lengua al toro. Ahí le metía la muleta Juli. Y las zapatillas que trasgredían los terrenos de lava. Un par de naturales fueron inmensos. Como la coda de faena en explosivo arrimón por luquecinas, agotada ya, desde hacía algún tiempo, la embestida. Un espadazo al estilo de la casa. Un zambullón impepinable. Trasera la colocación e incontestable la oreja”. Zabala de la Serna (El Mundo).

Fotos: Javier Arroyo.

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