Gran tarde de El Juli en Madrid
jueves, 13 de junio de 2019
"Llegó su Majestad El Rey y formó un lío. Claro, El Rey viene una vez al año a los toros, gracias le da su pueblo, gracias Majestad, un honor. El Pueblo de Madrid y de todas partes, buena gente. Y sabía. Lleva tres años acunando a un torero de la casa, por madrileño, y con ganas de que salga en volandas: El Juli. Tres años lamiendo sus machos la Puerta Grande. Dando asiento y seda a un toro de mano dañada y sosteniendo con torería máxima a un toro tan grande como limitado de poder, de calidad superior. Será el año que viene. El primero de El Juli salió dañado de una mano del primer encuentro. Sumado a que no andaba muy sobrado de fuerza, el toro permitió a la contra meterse en la corrida para increpar a un torero que sostuvo al toro con paciencia infinita hasta llegar a torearlo ligado y por abajo. Y largo. Una faena de esas en las que hay taparse los oídos y desatender tanta inquina. A favor del toro sólo uno: El Juli.
Los lances de recibo al jabonero quinto fueron con las palmas de las manos a la altura de las rodillas. Toro grande, conocedor de los corrales de Pamplona, en donde anduvo de sobrero el año pasado. Grande y con peso, pero bueno y bravo. Sin duda alguna su peso influyó en su poder a menos. El quite indicó que el toro pedía sitio, el que quizá no le dio Urdiales al darle réplica. Del inicio de faena con la pierna genuflexa y tirando del toro para adelante, salió el animal como afligido, pero, en los medios, el torero aplicó una técnica que apenas se vio porque hoy vimos a El Juli del toreo natural, sin toques casi, consintiendo al toro con la muleta retrasada cuando perdió poder y el viaje era más corto y no admitía engaño por delante. Los naturales llegaron a hacer pleno: se hizo dueño de la grada. Un cierre soberbio caminando con el toro hacia los adentros dio paso a lo que no se le da tan bien: pinchó tres veces y perdió una oreja muy cara. Y la gente no abandonó el cariño, saludando una ovación de órdago. El año que viene será.
Soso y mansito, de escaso celo y amagando rajarse fue el primero de rejones, estrecho y escaso. La faena de Ventura, que lo recibió en la puerta de chiqueros con la garrocha, fue una lección de sostener, de dar celo y hacerlo todo con torería a caballo. No tuvo eco más allá del sol. Pero la faena al cuarto, toro de cara por arriba, reservón y al que había que llegarle, fue de maestro. Con Nazarí toreo superior a dos pistas a pesar de que el toro se ponía por delante. Con Bronce le habló al toro de tú a tú, cabeza contra cabeza de forma inverosímil y con Dólar un par soberbio de poder a poder sin cabezada. A ver si El Rey le viene a ver otra vez. A ver si viene a ver El Juli para salir por la Puerta Grande". Mundotoro.
"El equilibrio entre la seriedad y la armonía de hechuras lo tuvo el primero de Núñez del Cuvillo. Estuvo al límite de fuerza. El Juli trató de ayudarle en el saludo capotero, lo cuidaron pero el toro no aguantó. El presidente lo mantuvo pese a la debilidad evidente. Brindó a Felipe VI, como antes había hecho Diego Ventura, la faena fue pura suavidad pero ni con esas el toro aguantó. Claudicó en los momentos más inoportunos. El Juli toreó como de salón la frágil clase del toro de Cuvillo. Algún natural en redondo, otro derechazo, el presentarla más despacio de lo que acostumbra. Imposible fue decir nada. La estocada fue contundente, algo pasada. Saludos entre barreras.çEl jabonero que hizo quinto, cinqueño, enseñaba las palas con las puntas hacia el cielo. El Juli intuyó en sus buenas hechuras la calidad. Se puso a torearlo directamente por delantales hasta los medios rematados con una desmayada media verónica. Le gustó tanto que lo exprimió en otro quite por verónicas, ahora más relajado todavía y otra media de mucho calado. El quite de Urdiales no fue, sin embargo, lucido. En la lidia lo llevó largo José María Soler. El Juli inició la faena en los terrenos del 7. Se hizo entonces el silencio. Los doblones del inicio fueron tan bellos como inoportunos por el contado poder del toro. Unas veces perdió las manos, otras los cuartos traseros. El Juli remontó una faena condenada al escaso eco de la anterior por la falta de poder del cuvillo. A base de inteligencia aplicó la dosificación que su ansia de triunfo no le había permitido aplicar desde el inicio. Logró tandas con mucho temple, pulseando la embestida, rompiéndose con ella. Por los dos pitones hubo muletazos de incuestionable empaque, acople y ritmo. La faena alcanzó las cotas para la oreja. La espada, como con aquel Licenciado de Alcurrucén, volvió a jugarle una mala pasada. Saludos". Gonzalo I. Bienvenida (Aplausos).
"El acero frustró también la luminosa lucidez de El Juli. Aun más clara que la piel jabonera del tremendo cinqueño que hacía quinto con sus 620 kilos. Musculoso, tocado arriba de pitones, de alegre tranco de salida... Juli lo toreó con las manos bajas, jugando tanto los brazos como las inercias. El quite desprendió ritmo y son, volcado el cuerpo los lances: la media verónica trajo tintes de monumentalidad. Otra vez el cuvillo galopó al caballo, la cara no siempre abajo. Pero, cuando sonó la hora del último tercio, sin distancias no se salía de la muleta. Juli enderezó el rumbo con su cabeza preclara desde los poderosos, más que convenientes, doblones de la obertura. Entendió a la perfección el sitio que pedía el toro. Y la altura. Y la colocación retrasada del engaño. Una alquimia de sabiduría para afianzar la trémula embestida. Que sostenida y en la mano permitió el abandono encajado, el toreo a media muleta, a los vuelos tan sólo. La plaza, muy borracha, impertinente y gritona, entró a puro pulso. Como la faena. La ruina del acero en ataques de prudente fe apagó la deslumbrante luz.
No había habido caso con el cuvillo de apertura del lote de El Juli, de buen fondo pero sin poder. Juli anduvo templadísimo y suave". Zabala de la Serna (El Mundo).
Madrid. Miércoles 12 de junio de 2019. Corrida de Beneficencia. El rey don Felipe VI presidió la corrida. Lleno de "No hay billetes". Toros de Los Espartales para rejones; y de Núñez del Cuvillo para la lidia a pie,
Diego Ventura, ovación y oreja; El Juli (de rioja y oro) ovación y ovación con saludos; Diego Urdiales (de rioja y azabache) ovación con saludos y ovación.
Fotos: Javier Arroyo.
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