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Inolvidable despedida de El Juli en Bilbao

Inolvidable despedida de El Juli en Bilbao

domingo, 27 de agosto de 2023

“Tiene el toreo el don de trasladar el arte efímero en inolvidable. En grabar a golpe de muletazos y romper con toda teoría relativa al tiempo. Una lección de El Juli en su despedida de Bilbao hizo viajar ante toda su trayectoria en El Botxo. Faena con la ambición de quien empieza y, sin embargo, va camino de retirada. Con las sensaciones desorbitadas, El Juli volvió a poner unas cuantas hojas al calendario. No era 'Melonero', de Torrealta, sino el de su adiós. Veinte minutos como si treinta años no hubieran pasado. Pero a su muerte, el madrileño había cerrado su historia con Bilbao. El puesto para la siguiente feria está asegurado. Pero el tiempo pasa. Buena tarde de Roca Rey y Paco Ureña en Bilbao, cuyo manejo de los aceros le impidió pasear alguna oreja con una corrida de Victoriano del Río que mostró opciones, pero le faltó fondo.

De mucho cuerpo y caja fue el cuarto, aunque armónico y con seriedad por su expresión y perfil. Se fue El Juli a brindar la faena de su último toro en Bilbao al público que casi llenaba el coso de Vista Alegre cuando la lluvia empezó a caer con fuerza. Los menos ataviados buscaron el poco refugio libre en las gradas cubiertas. La mayoría se mantiene. Nadie se quería perder la última faena de El Juli en 'El Botxo'. Embistió el toro en las primeras series con ritmo, aunque sin una humillación excesiva y con tendencia siempre a perder el celo en la salida de los muletazos. Un toro de ser muy preciso en el trazo y en las alturas, para que el límite de la mansedumbre no sobrepase a la bravura en los primeros compases. Con una maestría al alcance de quien se ha mantenido 25 años en la cumbre, el madrileño fue ligando los muletazos llevando siempre muy cosida la embestida, pero sin un poder excesivo. No veía el astado otra cosa que no fuera muleta. Dar celo.

Empezó a llover con fuerza sobre Bilbao. Sin embargo, el diluvio no hizo más que sacar la garra de Julián. Y el tiempo volvió al pasado. Se descalzó El Juli, presionó labio contra la labio con el hambre de quien empieza, para trazar una serie a todo o nada. Impoluta. No era 'Melonero', de Torrealta, con quien escribió la Historia del toreo en Bilbao, sino era el toro de su despedida. Mismo concepto. Misma raza. Trazo largo y mano baja. Acusó el toro dicho dominio y buscó los terrenos de las tablas. Con el pie en el acelerador de la ambición del mandamás, aprovechó El Juli las querencias para ligar luquesinas y un cambiado por la espalda. Sin embargo, un pinchazo previo a una media estocada redujo el premio. Una oreja que fue paseada entre el suelo de multitudes. ¡Juli, Juli!, le coreaban. Una lección para ganarse el hueco de la feria que viene.

Al flor de gamón que abrió el festejo, lo recibió El Juli con lances a pies juntos, para, después, llevarle al caballo por un galleo por chicuelinas. Por el mismo palo quitó el madrileño a un toro que se le midió en varas. También, en la faena de muleta, buscando siempre el fondo a una embestida noble, pero en el límite. Tandas limpias de El Juli, preciso siempre para llevar al toro en trazo largo, pero sin romperle en exceso, para que la faena siempre fuera a más. De cuidar el número de los muletazos en pro de la serie siguiente. De ir con acierto el acero, hubiera pasado una oreja El Juli. Sin embargo, volvió a casarse”. Mundotoro.

“La proverbial y fresca inteligencia de El Juli se impone en su sentimental despedida de Bilbao. El maestro se lleva la tarde. Durante el aurresku de honor, ante El Juli desfilaban todas sus glorias, sangres y silenciosas derrotas de las 50 tardes y 25 años en esta su plaza talismán de Bilbao. Cuatro puertas grandes y 31 orejas lo contemplaban desde un impresionante currículo labrado desde su presentación a los 16 años, allá por las Corridas Generales de 1999, cuando cayó de pie en Vista Alegre. Tocaba despedirse un cuarto de siglo después.

La emotividad con que la afición pondría en pie una monumental ovación al deshacerse el paseíllo superó el momento aurresku con creces. Esa emoción se reflejó también en los ojos de la veterana figura, que montera en mano cruzó las rayas del tercio como la frontera de un adiós.

La carga sentimental de la tarde halló respuesta en El Juli con la llamativa marca, a lo ancho de su longeva carrera en la cúspide, de la inteligencia, de una listeza proverbial. No obtuvo el redondo resultado correspondiente -una sola oreja- por culpa de la espada. Que cuando sube el toro baja su efectividad, 25 años después... Y esa evidencia se constató ante el primer toro, salinero -sardo decía el programa por error-, de seria expresión, largo y suelto de carnes, de la cinqueña y buena corrida (sin finales) de Victoriano. Además de la evidencia de que a JL la espada le castró un triunfo mayor, se comprobó también la sabiduría. Para potenciar las virtudes -fijeza, nobleza y buenos inicios- sobre los flecos de la embestida -falta un último paso humillado y ritmo -. Juli se lo dio, el ritmo digo, sobre su enfibrada derecha, que fue la mano del toro, y ese toque firme y el empuje de la voz: «¡Vamos p'alante, toro!». Armada la faena y el seguro éxito, la desarmó con los aceros, precipitando el uso del descabello.

La listeza de Juli, arropada por la irrenunciable ambición, sacó todo el partido de un fácil cuarto que se soltaba con mimbres mansitos y, por lo tanto, se abría mucho. Llovía con aires de melancolía. Juli no lo dejó escapar, lo trajó y lo llevó, lo empapó; lo toreó a placer con la mano izquierda y también con la derecha, yéndose con él. Y cuando pareció aminorar se propuso que no parase, sin soltarlo. Entre el principio en bandera y el final por luquecinas, esos guiños populistas, de listeza, de estar fresco -coño, más que Roca Rey a estas alturas- se había metido a la gente en el bolsillo cuando el toro ya pedía árnica. Un pinchazo no se interpuso entre el maestro en retirada y la oreja de despedida”. Zabala de la Serna (El Mundo).

Bilbao. Sábado 26 de agosto. Plaza de toros de Vista Alegre. Séptima de abono. Casi lleno en los tendidos. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (3°).

El Juli (de verde botella y oro) silencio y oreja; Paco Ureña (de coral y oro) ovación y ovación; y Roca Rey (rioja y azabache) silencio y ovación tras petición.

Incidencias: Se rindió un aurresku como homenaje para El Juli y, al finalizar el paseíllo, el madrileño saludó una sonora ovación con la plaza en pie como reconocimiento a su trayectoria.

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